Título: Perfume de hielo (en el idioma original, romanizado como Kuritsuita Koori).
Autor: Yoko Ogawa.
Sinopsis: Tras el inesperado suicido de su novio, perfumista en Tokio, la joven periodista Ryoko cobra conciencia de lo poco que sabía de él. ¿Quién era Hiroyuki, el joven con el que vivía desde hacía un año? Pero, sobre todo, ¿por qué se suicidó al día siguiente de celebrar apasionadamente su primer año de vida en común? Para entenderlo, la periodista Ryoko decide realizar una investigación —gracias a los datos de la gente que conoció a su novio—, que se convertirá en un viaje al pasado de Hiroyuki, y que la llevará a Praga y a un misterio insondable relacionado tanto con el mundo de los olores como con el de las matemáticas. [...] (Extracto de la introducción).
Formato: Digital (epub).
¿Qué les puedo decir? Tengo costumbre, de vez en cuando, de descargar libros solamente por su portada y/o por su sinopsis. Así llegué a este libro, que llamó mucho mi atención debido a... Bueno, ¡Japón! (Bell se parte de risa).
La historia comienza con Ryoko, nuestra protagonista, narrando su llegada a un aeropuerto en Europa, sintiéndose a la vez nerviosa y triste. Como espera una conexión, comienza a recordar el hecho principal para haber hecho el largo viaje a ese sitio desde Japón: su novio, un aprendiz de perfumista, se ha suicidado sin razón aparente, dejando tras de sí un montón de preguntas que no puede contestar, pese a que ella y el susodicho llevaban ya un año viviendo juntos. Por lo visto Hiroyuki (el fallecido) era mucho más complejo de lo que Ryoko pensaba, quitando su habilidad para el orden, su destreza identificando olores y su desarrollado sentido matemático.
Cuando comencé a leer, y tomando en cuenta la sinopsis, ¿no intriga saber más de Hiroyuki, ese joven que quizá era demasiado inteligente para simplemente fabricar perfumes? A Ryoko le gusta el Hiroyuki que conoció, aunque poco o nada supiera de su historia; por otro lado, ahora sin él las interrogantes le hacen tener un propósito, algo en qué concentrarse. Hay ocasiones que, conforme desenmaraña los pequeños misterios que Hiroyuki tenía, la línea entre la fantasía y la realidad hacen que Ryoko, increíblemente, vea todo más claro, aunque acaba sufriendo un poco más.
Por otro lado, hay un par de cuestiones que quizá la mayor parte de los lectores querrá resolver conforme lee o por lo menos, al final de la novela. Lamento desilusionarlos, pero se quedarán con las ganas. Podrás sospechar las respuestas, podrás hacer tu propia teoría al respecto, pero hay cosas que solamente la autora sabrá, con todas sus letras, por qué pasaron como pasaron. Ese punto es la principal razón por la que, acabando de leer Perfume de hielo, dijera en Twitter que los japoneses pueden ser rarísimos con las historias que inventa (o algo parecido).
En conclusión, puedo recomendarle este libro a la gente que quiera pasar un rato melancólico, sin intención de resolver los grandes secretos del universo (?) y claro, si tampoco quieren leer un final completamente feliz. Aunque dicho ya que hay un omnipresente personaje muerto, muy feliz esta historia no es.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
¿Qué les puedo decir? Tengo costumbre, de vez en cuando, de descargar libros solamente por su portada y/o por su sinopsis. Así llegué a este libro, que llamó mucho mi atención debido a... Bueno, ¡Japón! (Bell se parte de risa).
La historia comienza con Ryoko, nuestra protagonista, narrando su llegada a un aeropuerto en Europa, sintiéndose a la vez nerviosa y triste. Como espera una conexión, comienza a recordar el hecho principal para haber hecho el largo viaje a ese sitio desde Japón: su novio, un aprendiz de perfumista, se ha suicidado sin razón aparente, dejando tras de sí un montón de preguntas que no puede contestar, pese a que ella y el susodicho llevaban ya un año viviendo juntos. Por lo visto Hiroyuki (el fallecido) era mucho más complejo de lo que Ryoko pensaba, quitando su habilidad para el orden, su destreza identificando olores y su desarrollado sentido matemático.
Cuando comencé a leer, y tomando en cuenta la sinopsis, ¿no intriga saber más de Hiroyuki, ese joven que quizá era demasiado inteligente para simplemente fabricar perfumes? A Ryoko le gusta el Hiroyuki que conoció, aunque poco o nada supiera de su historia; por otro lado, ahora sin él las interrogantes le hacen tener un propósito, algo en qué concentrarse. Hay ocasiones que, conforme desenmaraña los pequeños misterios que Hiroyuki tenía, la línea entre la fantasía y la realidad hacen que Ryoko, increíblemente, vea todo más claro, aunque acaba sufriendo un poco más.
Por otro lado, hay un par de cuestiones que quizá la mayor parte de los lectores querrá resolver conforme lee o por lo menos, al final de la novela. Lamento desilusionarlos, pero se quedarán con las ganas. Podrás sospechar las respuestas, podrás hacer tu propia teoría al respecto, pero hay cosas que solamente la autora sabrá, con todas sus letras, por qué pasaron como pasaron. Ese punto es la principal razón por la que, acabando de leer Perfume de hielo, dijera en Twitter que los japoneses pueden ser rarísimos con las historias que inventa (o algo parecido).
En conclusión, puedo recomendarle este libro a la gente que quiera pasar un rato melancólico, sin intención de resolver los grandes secretos del universo (?) y claro, si tampoco quieren leer un final completamente feliz. Aunque dicho ya que hay un omnipresente personaje muerto, muy feliz esta historia no es.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
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