Título: Trilogía del malamor 3. El árbol de la vida.
Autor: José Ignacio Valenzuela.
Sinopsis: [...] Ángela se adentrará en el subsuelo ya que ha decidido que aunque la vida se le vaya en intentar rescatar a su enamorado, no va a permitir nunca más que el infortunio los separe. Los tiempos han cambiado y aquel árbol en el centro de la plaza de Almahue, símbolo del malamor, ahora yace convertido en un cadáver de ramas y raíces tan secas como las arenas de un desierto. Aquello solo puede anunciar una transformación, el fin de una era. [...] (Extracto de la contraportada de mi ejemplar).
Editorial de mi ejemplar: Santillana Ediciones Generales S. A. de C. V., a través de Alfaguara, sello editorial de Grupo Prisa.
¿Qué les puedo decir? Como me ha pasado últimamente, acabé tarde una trilogía, pero más que nada por cuánto tardaron las entregas: primero en publicarse y después, en ser sacadas por su servidora del montón de pendientes. No tenía mucha prisa en continuar con esta historia, más con la sensación que me dejó La raíz del mal, pero a estas alturas seguro saben que difícilmente dejo una serie sin completar. Así, gracias a esa costumbre mía y a otra más reciente (la Lata), he acabado de enterarme sobre lo que pasó con los personajes de Valenzuela, por lo que les advierto que a continuación, podrían toparse con spoilers de Hacia el fin del mundo y La raíz del mal.
Ángela Gálvez, tras el desastre que convierte el pueblo de Almahue en poco más que ruinas, sabe que las cosas no han acabado. Rayén, la enemiga sobrenatural que se le ha echado encima, tiene previsto acabarla de una buena vez, por lo que la atrae a un escenario desértico en el cual cree que tendrá posibilidades. Ángela no está sola, por supuesto: tiene de su lado a su novio Fabián, a su amiga Rosa, al estupendo gato Azabache y al simpático profesor Carlos Ule. La tarea que se le echa encima no parece la más agradable de todas, pero por hacer lo correcto, es capaz de cualquier cosa.
Siendo sincera, hay fantasía que me gusta, otra que detesto y una poca que entra en el limbo de los sentimientos encontrados. La Trilogía del malamor entra en la última categoría para mí, por si no lo han notado. Hay puntos muy buenos, como el tratarse de un autor en español que intenta mostrar algo de su tierra con su muy particular estilo, pero por lo mismo, siento que dejó fuera varias explicaciones que nos habrían dejado las cosas más claras. ¿De dónde surgió realmente el papel de Ángela en la leyenda del malamor? ¿Cómo es que Rayén llegó a ser lo que conocimos? ¿Los involucrados en esta loca historia realmente acabaron como se leyó? Quizá quien lea este libro me diga algo como "todo eso está contestado", pero no, hay pequeños detalles en las respuestas que no me quedan claros y no sé si sea porque soy un poco torpe o porque de verdad se quedaron en el misterio.
A todo eso, ¿qué clase de final fue ese? No, Valenzuela, no, eso de acelerar al último, para luego hacer una cosa realmente brusca y sin sentido, como que no acaba de funcionar. No niego que se veía venir el cómo sería la conclusión (más que nada, porque el mismo Valenzuela dio unas cuantas pistas), pero de eso a que fuera así... (Bell rueda los ojos). No, sinceramente, el final de El árbol de la vida no es de mis favoritos y no por el que fue, sino por el cómo se dio. No sé si me explique, debido a que a veces me arranco a hablar y puedo trabarme solita, pero eso ya me lo dirán ustedes.
Ah, y aviso de última hora: en la FIL Guadalajara de este año, se presentó la precuela de la Trilogía del malamor, Malaluna, la cual no estoy muy segura de comprar. Aunque viendo mi incomodidad por lo que decía antes (que hay cosas sin aclarar), ¿debería emplear algo de mis fondos en un ejemplar de la precuela? Quizá, cuando me recupere de este libro. Tal vez.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
Ángela Gálvez, tras el desastre que convierte el pueblo de Almahue en poco más que ruinas, sabe que las cosas no han acabado. Rayén, la enemiga sobrenatural que se le ha echado encima, tiene previsto acabarla de una buena vez, por lo que la atrae a un escenario desértico en el cual cree que tendrá posibilidades. Ángela no está sola, por supuesto: tiene de su lado a su novio Fabián, a su amiga Rosa, al estupendo gato Azabache y al simpático profesor Carlos Ule. La tarea que se le echa encima no parece la más agradable de todas, pero por hacer lo correcto, es capaz de cualquier cosa.
Siendo sincera, hay fantasía que me gusta, otra que detesto y una poca que entra en el limbo de los sentimientos encontrados. La Trilogía del malamor entra en la última categoría para mí, por si no lo han notado. Hay puntos muy buenos, como el tratarse de un autor en español que intenta mostrar algo de su tierra con su muy particular estilo, pero por lo mismo, siento que dejó fuera varias explicaciones que nos habrían dejado las cosas más claras. ¿De dónde surgió realmente el papel de Ángela en la leyenda del malamor? ¿Cómo es que Rayén llegó a ser lo que conocimos? ¿Los involucrados en esta loca historia realmente acabaron como se leyó? Quizá quien lea este libro me diga algo como "todo eso está contestado", pero no, hay pequeños detalles en las respuestas que no me quedan claros y no sé si sea porque soy un poco torpe o porque de verdad se quedaron en el misterio.
A todo eso, ¿qué clase de final fue ese? No, Valenzuela, no, eso de acelerar al último, para luego hacer una cosa realmente brusca y sin sentido, como que no acaba de funcionar. No niego que se veía venir el cómo sería la conclusión (más que nada, porque el mismo Valenzuela dio unas cuantas pistas), pero de eso a que fuera así... (Bell rueda los ojos). No, sinceramente, el final de El árbol de la vida no es de mis favoritos y no por el que fue, sino por el cómo se dio. No sé si me explique, debido a que a veces me arranco a hablar y puedo trabarme solita, pero eso ya me lo dirán ustedes.
Ah, y aviso de última hora: en la FIL Guadalajara de este año, se presentó la precuela de la Trilogía del malamor, Malaluna, la cual no estoy muy segura de comprar. Aunque viendo mi incomodidad por lo que decía antes (que hay cosas sin aclarar), ¿debería emplear algo de mis fondos en un ejemplar de la precuela? Quizá, cuando me recupere de este libro. Tal vez.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
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