Título: El guardián de los sueños (en el idioma original, Dream Warrior)
Autor: Sherrilyn Kenyon.
Sinopsis: Hijo de Guerra y Odio, Cratus ha pasado la eternidad luchando para los dioses antiguos que le dieron la vida. Es la muerte para cualquiera que se cruce con él. Hasta el día en que se autoimpone exilio. Ahora un antiguo enemigo ha sido liberado, y nuestros sueños han sido elegidos como campo de batalla. [...]. Como una Cazadora Onírica, Delphine ha pasado la eternidad protegiendo a la humanidad de los predadores que cazan en nuestro estado de inconsciencia. Pero ahora sus aliados han sido convertidos y los Cazadores Oníricos necesitan un nuevo líder. [...] (Extracto de la introducción).
Formato: epub.
¿Qué les puedo decir? Aquí Kenyon parece alejarse un poco de los personajes usuales, aunque no mucho. ¿Por qué? Bueno, esta autora está bastante orgullosa de haber creado un universo extenso, así que le saca provecho. Pero ¡eh, no se confíen!, que si ven algún cruce con personajes y/o situaciones anteriores, no es casualidad. ¡Nada de casualidades con Kenyon, damas y caballeros! Es algo de lo que le admiro a esta mujer. Con eso dicho y recordándoles (por enésima vez) que puede haber spoilers para quien no haya leído lo anterior de Cazadores Oscuros, ¡comenzamos!
Hace siglos, el magnífico (y demasiado egocéntrico) jefe del Olimpo, Zeus, ordenó castigar a los Óneroi (dioses del sueño) de una forma bastante cruel, la cual incluía la masacre de sus descendientes. Cratus, siendo uno de los ejecutores de dicho castigo, hace algo que cuando es descubierto, le granjea el exilio, así que mucho cariño a los dioses olímpicos, no les tiene. Así la cosa, cuando en la época actual vienen a pedirle ayuda, a nadie le extraña que no quiera saber nada del asunto, pero por cómo están las cosas, deben convencerlo de ayudar o el mundo como se conoce se irá al diablo (como si en el universo de Kenyon, eso no pasara a cada rato...).
Quien es encomendada a convencer a Cratus para prestar su ayuda es una Cazadora Onírica, precisamente, llamada Delphine, que sabe a grandes rasgos el conflicto de Cratus con los que antaño obedeciera, pero también está decidida a obtener su cooperación. Los que en ese momento se hallan en riesgo son sus congéneres, pues parece que casi todos han sido convencidos de pasarse con alguien que, entre otras cosas, busca destruir casi todo; los que se oponen a ese alguien, están encerrados y no en buen estado. Delphine quiere salvar vidas; Cratus, no está dispuesto a que se le vuelva a ordenar en nombre de algún bien que él no comprende ni busca. ¿Cómo va a hacer Delphine para obtener su ayuda, cuando descubre que tiene más de un motivo para mantenerse en su rencor?
Este libro, siendo honesta, me parece bastante interesante. Además de entrelazarse con unos personajes que me gustaron en su momento (sí, de un libro anterior), va dejando caer migajas de información y algunos personajes más que resultan un verdadero misterio, una interrogante de ésas que a varios nos gustan y que esperamos con ansias que Kenyon nos ayude a resolver a través de su saga, aunque al paso que va... (Bell rueda los ojos). En fin, a lo que iba: Cratus no es un angelito, no considerando su ascendencia (sus padres dioses, vamos); por otro lado, Delphine le trae a la memoria lo que lo desterró, pero al mismo tiempo comienza a comprender por qué ella está tan decidida a ayudar a sus compañeros engañados o caídos.
Las cosas no parecen pintar bien para casi nadie, y no todo acaba realmente bien, pero en verdad, no quedé demasiado exasperada con el final de este libro, en el sentido de que se quedaron algunas cosas sin contestar y te quedas con ganas de saber más. En mi opinión, que un autor logre eso aún cuando este es un libro perteneciente a una saga de por sí extensa, es un logro. Tal vez no sea del gusto de todos, quizá sus propios fans pensemos que no nos puede salir con nada nuevo o impresionante tras más de quince libros, pero con la historia de Cratus y Delphine (tanto la de ellos dos como la situación general a su alrededor) lo logra, se los aseguro.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
(Leído en 2017)
Hace siglos, el magnífico (y demasiado egocéntrico) jefe del Olimpo, Zeus, ordenó castigar a los Óneroi (dioses del sueño) de una forma bastante cruel, la cual incluía la masacre de sus descendientes. Cratus, siendo uno de los ejecutores de dicho castigo, hace algo que cuando es descubierto, le granjea el exilio, así que mucho cariño a los dioses olímpicos, no les tiene. Así la cosa, cuando en la época actual vienen a pedirle ayuda, a nadie le extraña que no quiera saber nada del asunto, pero por cómo están las cosas, deben convencerlo de ayudar o el mundo como se conoce se irá al diablo (como si en el universo de Kenyon, eso no pasara a cada rato...).
Quien es encomendada a convencer a Cratus para prestar su ayuda es una Cazadora Onírica, precisamente, llamada Delphine, que sabe a grandes rasgos el conflicto de Cratus con los que antaño obedeciera, pero también está decidida a obtener su cooperación. Los que en ese momento se hallan en riesgo son sus congéneres, pues parece que casi todos han sido convencidos de pasarse con alguien que, entre otras cosas, busca destruir casi todo; los que se oponen a ese alguien, están encerrados y no en buen estado. Delphine quiere salvar vidas; Cratus, no está dispuesto a que se le vuelva a ordenar en nombre de algún bien que él no comprende ni busca. ¿Cómo va a hacer Delphine para obtener su ayuda, cuando descubre que tiene más de un motivo para mantenerse en su rencor?
Este libro, siendo honesta, me parece bastante interesante. Además de entrelazarse con unos personajes que me gustaron en su momento (sí, de un libro anterior), va dejando caer migajas de información y algunos personajes más que resultan un verdadero misterio, una interrogante de ésas que a varios nos gustan y que esperamos con ansias que Kenyon nos ayude a resolver a través de su saga, aunque al paso que va... (Bell rueda los ojos). En fin, a lo que iba: Cratus no es un angelito, no considerando su ascendencia (sus padres dioses, vamos); por otro lado, Delphine le trae a la memoria lo que lo desterró, pero al mismo tiempo comienza a comprender por qué ella está tan decidida a ayudar a sus compañeros engañados o caídos.
Las cosas no parecen pintar bien para casi nadie, y no todo acaba realmente bien, pero en verdad, no quedé demasiado exasperada con el final de este libro, en el sentido de que se quedaron algunas cosas sin contestar y te quedas con ganas de saber más. En mi opinión, que un autor logre eso aún cuando este es un libro perteneciente a una saga de por sí extensa, es un logro. Tal vez no sea del gusto de todos, quizá sus propios fans pensemos que no nos puede salir con nada nuevo o impresionante tras más de quince libros, pero con la historia de Cratus y Delphine (tanto la de ellos dos como la situación general a su alrededor) lo logra, se los aseguro.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
(Leído en 2017)
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