Título: La gaviota (en el idioma original, igual).
Autor: Juan García Ponce.
Sinopsis: [...] Casi al finalizar la estación húmeda, frente al mar, cuando por fin pueden estar solos, comparten largas caminatas de las que surge un amor pasional y sincero, abierto a la naturaleza de los instintos más que a las conjeturas de la razón. (Extracto de la contraportada de mi ejemplar).
Editorial de mi ejemplar: Fondo de Cultura Económica, del volumen 5 de la colección 18 para los 18.
¿Qué les puedo decir? De este libro se ha publicado ya una seudo-reseña (Las batallas en el desierto), porque quien se pasa seguido por acá, se habrá dado cuenta que las novelas de esta colección las estoy leyendo en desorden, una por una, en gran parte por cortesía de La Lata (quien no sepa, La Lata es algo que uso de vez en cuando al no decidirme por lo que voy a leer; es donde tengo un montón de títulos en papelitos y saco de allí uno al azar, al comprarla contenía galletas).
Esta novela cuenta la historia de Luis, un muchacho que vive cerca de la playa y en unas vacaciones de verano, conoce a Katina, hija de unos amigos extranjeros de sus padres. Quitando las barreras del idioma, los dos jóvenes empiezan a conocerse y parecen caerse bien, aunque entre ellos a veces se interpongan cosas típicas como parientes que quieren conocer a la extranjera, paseos y las ideas que uno u otra pueden tener en determinados momentos. ¿Tendrán algo digno de recordar o se acabará una buena historia antes de empezar?
Si alguien leyó las otras seudo-reseñas que he hecho de novelas de esta colección, sabrá que opino dos cosas más o menos fijas de ellas: son cortas para mis estándares y los autores compatriotas parecen, a veces, haberse "fumado de la buena". En este caso, esas dos premisas se cumplen, porque si bien la trama es fácil de entender y te puedes relacionar con los personajes (todos tuvimos la edad de los protagonistas alguna vez, actuáramos igual que ellos o no), los acontecimientos que llevan al desenlace puede que para algunos no resulten del todo claros o convincentes, como le pasó a su servidora. No sé si era moda de aquellos años (La gaviota tuvo su primera edición en 1972), o es mera impresión mía, pero creo que varios escritores mexicanos tuvieron, más o menos, el mismo deseo al mismo tiempo: el de crear algo que llevara a la gente a imaginar algo más allá de lo obvio en sus obras, pero no sé si acaba de funcionar. Cuestión de gustos, creo.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
(Leído en 2018)
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