Título: Sorgo rojo (romanizado del chino como Hong Gaoliang).
Autor: Mo Yan.
Sinopsis: [...] Ambientada en una zona rural de la provincia de Shangdong, Sorgo rojo es una novela sobre la familia, el mito y la memoria, en la que fábula e historia se unen para crear una ficción cruel e inolvidable. La narración arranca con la invasión japonesa de los años treinta, y cuenta, a lo largo de cuatro décadas de la historia de China, la conmovedora historia de tres generaciones de una familia. [...] (Extracto de la contraportada de mi ejemplar).
Editorial de mi ejemplar: Grupo Editorial 62, S. L. U., El Aleph Editores y Editorial Océano de México, S. A. de C. V. (Colección Hotel de las Letras).
¿Qué les puedo decir? Debí estar loca para comprar este libro. O mejor dicho, mi lado biblio-curioso (?) debió enloquecer. Me explico: era 2012, los últimos días de diciembre, y debía gastarme a la de ya unos puntos de cierta tarjeta que luego ya no iban a valer. Mo Yan había sido elegido ese año Premio Nobel, así que se veían sus libros por todas partes. Pensé "¿por qué no conocer a ese chino que hasta ha sido prohibido en su propio país?", por lo que tomé un ejemplar de Sorgo rojo, usé los puntos de la mentada tarjeta y lo compré por menos de lo que valía (que era casi como uno de los tabiques de Canción de Hielo y Fuego, imagínense...). Quizá ahora algunos recuerden mis lamentos en redes sociales porque la novela se me hacía eterna, pero mejor no me adelanto y cuento todo en orden.
Se comienza narrando un combate guerrillero en las cercanías de un campo de sorgo, en un rincón de China del municipio de Gaomi Noreste, con el fin de ayudar a expulsar a los japoneses del país. El que está al mando del combate lleva a su hijo con él, dejando atrás, en la aldea, a la madre del niño, asegurando que no tardará en tener noticias suyas. Es en intervalos con este escenario que se mezcla la de la concepción del niño, entre ese comandante (antes un tipo de mercenario) y una joven que fue obligada a casarse con el hijo enfermo del dueño de una destilería de vino de sorgo. Todo esto, narrado por el nieto de la singular pareja, hace que el lector se adentre en lo que eran los días de la ocupación japonesa en China en los años que, por lo visto, el resto del mundo estaban demasiado preocupado por la Segunda Guerra Mundial como para atender noticias de rencillas menos globales.
Lo que puede decirse de Sorgo rojo es que es una novela extensa, con excelentes descripciones y un gran cuidado en los detalles. Mo Yan explicó varias cosas que quizá para los occidentales resulten repulsivas o retrógradas, pero para los chinos son parte de su cultura, al menos durante los años que ocupa la historia. Por otro lado, la repetición del sorgo no solo como elemento del paisaje, sino como habitante perenne de muchas de las escenas de la novela, nos deja muy clara su importancia en el fondo de algunos de los conflictos, así como la ventaja táctica (o desventaja, según el bando que se mire) que resultaba en batalla.
No puedo decir que Sorgo rojo sea mala, porque no lo creo. Lo que sí puedo decir es que algunos fragmentos suyos, por su estilo, me han resultado tediosos y me dieron la sensación de una extensión mayor a la que realmente tenían. Debido a parte de la estructura de los capítulos, en los cuales no dejaba de entrelazarse pasado, presente y retazos del futuro del personaje en turno, puede crear confusión al lector poco atento. Pero que no les quepa duda que, si se quiere echar un vistazo crudo y a la vez bello de parte de lo que fue China, pueden leer la novela con toda confianza. Como siempre, su servidora dejará a criterio de cada quién su aprobación o repudio de la obra en turno, aclarando que aquí solo se da una opinión.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
(Leído en 2014)
Se comienza narrando un combate guerrillero en las cercanías de un campo de sorgo, en un rincón de China del municipio de Gaomi Noreste, con el fin de ayudar a expulsar a los japoneses del país. El que está al mando del combate lleva a su hijo con él, dejando atrás, en la aldea, a la madre del niño, asegurando que no tardará en tener noticias suyas. Es en intervalos con este escenario que se mezcla la de la concepción del niño, entre ese comandante (antes un tipo de mercenario) y una joven que fue obligada a casarse con el hijo enfermo del dueño de una destilería de vino de sorgo. Todo esto, narrado por el nieto de la singular pareja, hace que el lector se adentre en lo que eran los días de la ocupación japonesa en China en los años que, por lo visto, el resto del mundo estaban demasiado preocupado por la Segunda Guerra Mundial como para atender noticias de rencillas menos globales.
Lo que puede decirse de Sorgo rojo es que es una novela extensa, con excelentes descripciones y un gran cuidado en los detalles. Mo Yan explicó varias cosas que quizá para los occidentales resulten repulsivas o retrógradas, pero para los chinos son parte de su cultura, al menos durante los años que ocupa la historia. Por otro lado, la repetición del sorgo no solo como elemento del paisaje, sino como habitante perenne de muchas de las escenas de la novela, nos deja muy clara su importancia en el fondo de algunos de los conflictos, así como la ventaja táctica (o desventaja, según el bando que se mire) que resultaba en batalla.
No puedo decir que Sorgo rojo sea mala, porque no lo creo. Lo que sí puedo decir es que algunos fragmentos suyos, por su estilo, me han resultado tediosos y me dieron la sensación de una extensión mayor a la que realmente tenían. Debido a parte de la estructura de los capítulos, en los cuales no dejaba de entrelazarse pasado, presente y retazos del futuro del personaje en turno, puede crear confusión al lector poco atento. Pero que no les quepa duda que, si se quiere echar un vistazo crudo y a la vez bello de parte de lo que fue China, pueden leer la novela con toda confianza. Como siempre, su servidora dejará a criterio de cada quién su aprobación o repudio de la obra en turno, aclarando que aquí solo se da una opinión.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
(Leído en 2014)
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