~Aperitivo~
Los Reyes Malditos VI. La Flor
de Lis y el León
(Maurice
Druon)
Pero Orleton no había
empleado todas sus armas. Si se admitía, pues, que se trataba no solo de la
regencia, sino también, posiblemente, de la corona; si incluso se admitía, para
no volver sobre una ley ya aplicada, que las mujeres no podían reinar en
Francia, entonces hacía su reclamación no en nombre de la reina Isabel, sino en
el de su hijo, el rey Eduardo III, único descendiente varón por línea directa.
—Si una mujer no puede
reinar, con mayor razón no puede transmitir la corona —dijo Felipe de Valois.
—¿Por qué no, mi señor?
¿No nacen de mujer los reyes de Francia?
~Entrada~
La cura mortal
(James
Dashner)
Jorge cerró los ojos con
fuerza, parpadeó varias veces y luego empezó a hablar.
—No sé cómo lo hicieron,
pero tomaron el complejo, se deshicieron de los guardias, robaron un Berg y
salieron volando con otro piloto. Yo me comporté como un idiota e intenté
hacerlos esperar hasta averiguar qué estaba sucediendo. Y ahora mi cabeza está
pagando las consecuencias.
—¿Quiénes? —preguntó
Brenda —¿De quiénes estás hablando? ¿Quiénes se fueron?
Por alguna razón, Jorge
alzó la vista hacia Thomas al responder.
—Esa chica, Teresa. Ella y
el resto de los reclutados. Bueno, todos excepto ustedes, hermanitos.
~Plato
Fuerte~
Marina
(Carlos Ruiz Zafón)
Me
levanté y volví con Germán. Al acercarme, advertí que estaba dibujando en un
pequeño cuaderno de apuntes. Recordé que hacía años que no cogía un lápiz ni un
pincel. Germán alzó la vista y me sonrió.
—A
ver qué opina usted del parecido, Óscar —dijo despreocupadamente, y me mostró
el cuaderno.
Los
trazos del lápiz habían conjurado el rostro de Marina con una perfección
sobrecogedora.
—Es
magnífico —murmuré.
—¿Le
gusta? Lo celebro.
La
silueta de Marina se recortaba en el otro extremo de la playa, inmóvil frente
al mar. Germán la contempló primero a ella y luego a mí. Cortó la hoja y me la
tendió.
—Es
para usted, Óscar, para que no se olvide de mi Marina.
~Entremés~
Cazadores de Sombras. Los
Orígenes 3. Princesa Mecánica
(Cassandra
Clare)
Una brillante sonrisa
iluminó el rostro del mayor de los Lightwood, y los sorprendió a ambos
alzándose y besándola en la boca. Ella le tomó el rostro entre las manos
mientras se besaban; él sabía levemente a hojas de té, y sus labios eran
suaves, y el beso totalmente dulce. Sophie flotó en él, en el prisma de ese
instante, sintiéndose segura del resto del mundo.
Hasta que la voz de
Bridget, que llegaba lúgubre desde la cocina, irrumpió en su felicidad.
Se casaron un martes
y el viernes estaban
muertos
y los enterraron juntos
ante la iglesia
oh, mi amor,
y los enterraron juntos
ante la iglesia.
Sophie se apartó de Gideon
a regañadientes, se puso de pie y se sacudió el vestido.
—Por favor, perdóneme, mi
querido señor Lightwood…, quiero decir, Gideon, pero debo ir a matar a la
cocinera. Regresaré en seguida.
~Postre~
Perfume
de hielo
(Yoko Ogawa)
—Hoy
es el aniversario de la muerte de nuestro padre. Era el día en que debía
llamarle yo a él. ¿Acaso ha elegido este día para que yo me enterara pronto?
—dijo sin dirigirse particularmente ni a Reiko, ni a mí, ni al propio Hiroyuki.
Aparté
la mano de la mejilla. Reiko se echó llorar desconsoladamente. Un aire frío
entró de no se sabe dónde, porque no había ventana.
Puede
que, en efecto, el hecho de haber elegido aquel día no fuera por lo del perfume
prometido, sino por consideración hacia su hermano pequeño. Es posible que
quisiera morirse el mismo día que su padre.
Me
di cuenta de que estaba celosa de ese hermano desconocido. Este sentimiento tan
inadecuado me desconcertó, me descolocó y me dejó abatida. Luego me produjo
verdadero dolor y miedo por haber perdido a Hiroyuki.
Con mis agradecimientos para Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".
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