Título: El prisionero del cielo.
Autor: Carlos Ruiz Zafón.
Sinopsis: [...] Un inquietante personaje visita la librería de Sempere y amenaza con desvelar un terrible secreto que lleva enterrado dos décadas en la oscura memoria de la ciudad. Al conocer la verdad, Daniel comprenderá que su destino le arrastra inexorablemente a enfrentarse con la mayor de las sombras: la que está creciendo en su interior. [...] (Extracto de la contraportada de mi ejemplar).
Editorial de mi ejemplar: Editorial Planeta Mexicana, S. A. de C. V. (a través de Booket).
¿Qué les puedo decir? Lo que le dio a Ruiz Zafón por escribir en tercer lugar para El Cementerio de los Libros Olvidados, es cuando menos curioso. Quiero creer que, como a algunos lectores, uno de los personajes de La Sombra del Viento le pareció tan vivo que debía tener un poco más de protagonismo, una historia tan fascinante como sus primeros protagonistas, si no es que más, aunque siguiera recubierto de cierto misterio. Así la cosa, no me disgustó tanto el enredo monumental en turno (en serio, y Bell que se creía reina de los enredos melodramáticos en sus larguísimos fics...), por lo que entremos en materia.
En cierto periodo entre el final de La Sombra del Viento y su epílogo, Daniel Sempere y su fiel amigo, Fermín Romero de Torres, tienen que enfrentar algo que uno de ellos ignoraba y el otro, que pensaba que no lo atormentaría más. Es algo que lleva a desvelar una historia tan extravagante como malvada, que parece llena por todas partes de malos ojos, pero que se quiere llevar a un final feliz, ¿será posible? Parece que no, pero Daniel y Fermín han logrado otras cosas difíciles antes y ésta, para bien o para mal, esperan que no sea muy diferente.
No sé si sea la única o por el contrario, forme parte de un grupo más que nutrido, pero para mí, uno de los personajes más pintorescos de La Sombra del Viento fue Fermín Romero de Torres, un hombre que parece salido de la nada, agradecido de por vida con Daniel y su padre por lo que hacen por él, por lo cual los tiene en tan alta estima que casi haría cualquier cosa por ellos. No es de extrañar que, cuando algo le pasa a ese hombre, si bien el señor Sempere no puede hacer gran cosa, Daniel sí y no duda en ofrecerse voluntario para lo que haya qué enfrentar. El problema es que, según Fermín, no solo es peligroso el problema que el pasado le ha echado a la cara, sino que ciertos detalles son incluso imposibles de compaginar con lo que recuerda haber vivido... sobre todo relacionado con aquel que da título a esta novela, alguien de quien ya hemos leído de parte de Ruiz Zafón y que parece no tener suficiente con su propia desgracia (si con eso no intuyen de quién se habla, ¿entonces qué hacen leyendo mis seudo-reseñas de estos libros?)
Confieso que, en cuestión de complicar tramas, a veces no hay quién me gane y solo yo sé por dónde van/irán los tiros conforme avanzo. Sin embargo, porque sé cómo puede ser el proceso creativo de una historia considerablemente larga, es por lo que no me extrañaría nada que Ruiz Zafón añadiera detalles aquí y allá que no tienen relación aparente... a menos que tengas una memoria prodigiosa que no te traicione cuando salga X cosa que te diga "sí, por aquí van los tiros con esto, por aquí...", lo que es difícil, créanme. En cierta forma, para maniáticos de cierto orden en las sagas, cualquier detalle que parezca no encajar, saltamos enseguida y los repasamos mil veces, viendo si por alguna casualidad, el autor no se equivocaría. Aunque ahora mismo soy incapaz de jurarlo, Ruiz Zafón no creo que sea de esos que no tenga cuidado con cronologías. Es solo que, como no me canso de indicar en estos libros, parece que todo da vueltas sobre sí mismo, aunque en vez de verse clara la cosa, luce como si se enredara con cada giro.
Por último, pero no por ello menos importante: Fermín, eres mi ídolo. Me alegra que en este libro se te hiciera justicia (y en más de una forma).
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
(Leído en 2017)
En cierto periodo entre el final de La Sombra del Viento y su epílogo, Daniel Sempere y su fiel amigo, Fermín Romero de Torres, tienen que enfrentar algo que uno de ellos ignoraba y el otro, que pensaba que no lo atormentaría más. Es algo que lleva a desvelar una historia tan extravagante como malvada, que parece llena por todas partes de malos ojos, pero que se quiere llevar a un final feliz, ¿será posible? Parece que no, pero Daniel y Fermín han logrado otras cosas difíciles antes y ésta, para bien o para mal, esperan que no sea muy diferente.
No sé si sea la única o por el contrario, forme parte de un grupo más que nutrido, pero para mí, uno de los personajes más pintorescos de La Sombra del Viento fue Fermín Romero de Torres, un hombre que parece salido de la nada, agradecido de por vida con Daniel y su padre por lo que hacen por él, por lo cual los tiene en tan alta estima que casi haría cualquier cosa por ellos. No es de extrañar que, cuando algo le pasa a ese hombre, si bien el señor Sempere no puede hacer gran cosa, Daniel sí y no duda en ofrecerse voluntario para lo que haya qué enfrentar. El problema es que, según Fermín, no solo es peligroso el problema que el pasado le ha echado a la cara, sino que ciertos detalles son incluso imposibles de compaginar con lo que recuerda haber vivido... sobre todo relacionado con aquel que da título a esta novela, alguien de quien ya hemos leído de parte de Ruiz Zafón y que parece no tener suficiente con su propia desgracia (si con eso no intuyen de quién se habla, ¿entonces qué hacen leyendo mis seudo-reseñas de estos libros?)
Confieso que, en cuestión de complicar tramas, a veces no hay quién me gane y solo yo sé por dónde van/irán los tiros conforme avanzo. Sin embargo, porque sé cómo puede ser el proceso creativo de una historia considerablemente larga, es por lo que no me extrañaría nada que Ruiz Zafón añadiera detalles aquí y allá que no tienen relación aparente... a menos que tengas una memoria prodigiosa que no te traicione cuando salga X cosa que te diga "sí, por aquí van los tiros con esto, por aquí...", lo que es difícil, créanme. En cierta forma, para maniáticos de cierto orden en las sagas, cualquier detalle que parezca no encajar, saltamos enseguida y los repasamos mil veces, viendo si por alguna casualidad, el autor no se equivocaría. Aunque ahora mismo soy incapaz de jurarlo, Ruiz Zafón no creo que sea de esos que no tenga cuidado con cronologías. Es solo que, como no me canso de indicar en estos libros, parece que todo da vueltas sobre sí mismo, aunque en vez de verse clara la cosa, luce como si se enredara con cada giro.
Por último, pero no por ello menos importante: Fermín, eres mi ídolo. Me alegra que en este libro se te hiciera justicia (y en más de una forma).
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
(Leído en 2017)
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