Autor: Sue Grafton.
Sinopsis: Cuando Kinsey Millhone acepta trabajar para el viejo Fowler y averiguar quien mató hace diecisiete años a la jovencísima Jean, no se da cuenta enseguida de que las heridas familiares pueden ocultar tanto misterio y tanta pasión. Bailey, hijo de Fowler, había sido juzgado y declarado culpable y, tras un año de prisión, había huido y desaparecido. Fowler quiere probar la inocencia de su hijo para que pueda volver a su lado. Kinsey descubrirá que Jean era más bien ligera de cascos; sabrá donde fueron a parar los 40,000 dólares que el primer sospechoso dejó a la jovencita antes de que ella muriera; y por qué también podrían haber sido sospechosos el director de la escuela, el propietario de un jacuzzi o la chiflada de su mujer, el abogado del acusado o incluso el pastor anglicano… [...] (Extracto de la introducción).
Formato: epub.
¿Qué les puedo decir? Desenmarañar lo que en su momento parecía bastante claro, es lo que algunas novelas policíacas y/o de misterio suelen elegir para su trama. En esta letra de la serie de Grafton, es algo parecido: hay una muerta, alguien juzgado por ello y alguien que, años después, está convencido de que fue otra cosa lo que sucedió, por lo que mete a otro alguien para que haga el trabajo de descubrir qué tan cierta es la sospecha.
Como habrán adivinado, Kinsey es la que se partirá el lomo para descubrir, según su cliente, quién mató realmente a una chica, y de eso ya ha pasado un tiempo considerable, lo cual plantea una de las primeras dificultades, ¿dónde hallar pistas? Como suele pasar, lo que se sabe de una persona suele estallarle en la cara a unos cuantos cuando dicha persona fallece, porque resulta que pinta una imagen irreconocible del difunto. Eso es a lo que Kinsey se tendrá que enfrentar en las primeras ocasiones, porque la muerta no era inocente más del hecho de que nadie merece que lo asesinen, y precisamente por eso la pobre fallecida tenía a más de uno deseando quitarla de en medio, ¿pero quién acabó haciéndolo al final? Y lo más importante, ¿por qué? ¿Eso acabará exonerando a quien fuera culpado del asesinato o lo acabará de hundir? Porque, considerando que está prófugo, ¿qué es lo peor que podría pasarle?
Me encanta (a medias, lo reconozco) que Grafton nos lance el asunto principal a la cara de cada novela del Alfabeto del Crimen, pero por aquí y por allá surgen detalles que quizá se hilen con lo principal, tal vez no, pero nos acercan un poquito a la protagonista. Eso y que no abandonamos la narrativa en primera persona, por lo cual es más fácil comprender a Kinsey cuando algo la frustra en el camino de averiguar la verdad, o cuando se asusta por algo que escapa a su control, e incluso cuando se disgusta por alguna nimiedad mientras trabaja porque ¿no nos pasa a todos? (Y vaya que Kinsey tuvo razones para alterarse en esta novela).
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
(Leído en 2017)
Como habrán adivinado, Kinsey es la que se partirá el lomo para descubrir, según su cliente, quién mató realmente a una chica, y de eso ya ha pasado un tiempo considerable, lo cual plantea una de las primeras dificultades, ¿dónde hallar pistas? Como suele pasar, lo que se sabe de una persona suele estallarle en la cara a unos cuantos cuando dicha persona fallece, porque resulta que pinta una imagen irreconocible del difunto. Eso es a lo que Kinsey se tendrá que enfrentar en las primeras ocasiones, porque la muerta no era inocente más del hecho de que nadie merece que lo asesinen, y precisamente por eso la pobre fallecida tenía a más de uno deseando quitarla de en medio, ¿pero quién acabó haciéndolo al final? Y lo más importante, ¿por qué? ¿Eso acabará exonerando a quien fuera culpado del asesinato o lo acabará de hundir? Porque, considerando que está prófugo, ¿qué es lo peor que podría pasarle?
Me encanta (a medias, lo reconozco) que Grafton nos lance el asunto principal a la cara de cada novela del Alfabeto del Crimen, pero por aquí y por allá surgen detalles que quizá se hilen con lo principal, tal vez no, pero nos acercan un poquito a la protagonista. Eso y que no abandonamos la narrativa en primera persona, por lo cual es más fácil comprender a Kinsey cuando algo la frustra en el camino de averiguar la verdad, o cuando se asusta por algo que escapa a su control, e incluso cuando se disgusta por alguna nimiedad mientras trabaja porque ¿no nos pasa a todos? (Y vaya que Kinsey tuvo razones para alterarse en esta novela).
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
(Leído en 2017)
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