sábado, 27 de diciembre de 2014

Tinta a la Carta LXX: Cena en tres tiempos

~Entrada~
Guardianes del Crepúsculo
(Serguei Lukyanenko)
—Pues la historia es muy simple, Vitêzslav. Antes de la guerra, estuve trabajando en Uzbekistán. Samarcanda, Bujará, Tahkent… Por aquel entonces, estaba casado. Y un buen día, me llamaron urgentemente a Moscú. Sabía que había tenido un hijo, pero jamás lo conocí. Estábamos en guerra… No había tiempo para nada más. Después, la madre del niño murió. Y se perdieron sus huellas.
—¿Quiere decir que ni siquiera usted pudo encontrarlo? —preguntó incrédulo Vitêzslav.
—Ni siquiera yo. En los registros constaba que había muerto. De difteria…
—Esto parece un culebrón mexicano —intervino Edgar […].

~Plato Fuerte~
Oscuros. La Trampa del Amor.
(Lauren Kate)
Luce abrió la boca, pero no quiso oír cómo se le quebraba la voz. Una vida sin Daniel era inimaginable. Pero también lo era regresar a su vida actual, tratar de estar con él y que eso la matara para siempre. Se había esforzado mucho por hallar un modo de romper la maldición, pero seguía sin dar con la respuesta. Tal vez la solución fuera ésa. Ahora parecía horrible, pero, si regresaba a su vida y no conocía a Daniel, no lo añoraría. Ni tampoco la añoraría él. Quizá fuera lo mejor. Para los dos.
Pero no. Ellos eran almas gemelas. Y su amor no era lo único que Daniel había aportado a su vida. Le debía conocer a Arriane, a Roland y a Gabbe. Incluso a Cam. Gracias a todos ellos, había aprendido mucho de sí misma […]. Sin Daniel, jamás habría ido a la Escuela de la Costa, jamás habría encontrado a sus fieles amigos Shelby y Miles. ¿Habría siquiera ido a Espada & Cruz? ¿Dónde demonios estaría? ¿Quién sería?

~Postre~
Los Voradores
(Simon Holt)
De pronto, la lámpara estalló, blanca y caliente, y el vidrio se destrozó. Dejé escapar un grito también y me cubrí la cabeza, porque algo de queroseno había salpicado la nieve y saltaron llamas en el aire alrededor de nosotros. El espantapájaros degollado que estaba en el piso se incendió y crepitaba mientras se consumía. Se formó una macabra columna de humo se alzó como una serpiente negra gigante y se enrolló alrededor de mi hermano sobre la cruz.
Que Dios me perdone, pero salí corriendo, Corrí tan rápido como pude, con el frío quemando mis pulmones y los gritos de Jeremiah quemando mis oídos. No lo salvé. No lo traje de regreso.

Con mis agradecimientos para Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".

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