Título: La lección de August (en el idioma original, Wonder).
Autor: R. J. Palacio.
Sinopsis: Su cara lo hace distinto y él solo quiere ser uno más. Camina siempre mirando al suelo, la cabeza agachada y el fleco tratando en vano de esconder su rostro, pero aún así, es objeto de miradas furtivas, susurros ahogados y codazos de asombro. August sale poco, su vida transcorre entre las acogedoras paredes de su casa, en compañía de su familia, su perra Daisy y las increíbles historias de La guerra de las galaxias. Este año todo va a cambiar, porque va a ir, por primera vez, a la escuela. Allí aprenderá la lección más importante de su vida, la que no se enseña en las aulas ni en los libros de texto [...]. (Extracto de la contraportada de mi ejemplar).
Editorial de mi ejemplar: Penguin Random House (antes Random House Mondadori, a través de Nube de Tinta).
¿Qué les puedo decir? Cuando el sello Nube de Tinta nació, en Twitter se le hizo mucha promoción a sus primeras publicaciones, entre ellas la que compete en esta seudo-reseña. Su servidora, mitad curiosa y mitad fastidiosa, preguntaba cuándo estarían a la venta en México (debido a que el usuario de la editorial es europeo) y dieron largas un buen rato, hasta que descubrí en librerías tanto este ejemplar como el de otra novela bastante famosa ahora por su adaptación cinematográfica (la cual Bell desgranará en otra ocasión). Si finalmente dejó de ser una lectura pendiente, deben agradecerlo a la suerte, que me hizo sacar su título de la Lata cuando menos lo esperaba.
Nuestra historia comienza cuando August nos empieza a describir su vida. Dice estar acostumbrado a que, debido a un defecto genético, su rostro no sea como el de todo el mundo y por ello la gente se le quede viendo como si fuera todo, menos algo bonito. Siempre se la ha pasado en casa, estudiando bajo la dirección de su madre, riendo con las bromas de su padre, mimado por su hermana mayor y jugando con su mascota. Pero de pronto, sus padres deciden que debe ir al colegio y aunque al principio la experiencia es lo que esperaba (personas mirándolo y huyéndole sin parar), poco a poco se va acostumbrando y, sin saberlo, hay ocasiones en que vive más o menos como lo que quería: un niño como cualquier otro.
Decir que es una historia sencilla sería mentir a medias. La redacción de la historia, de la mano de varias de las voces que narran (de niños de unos diez u once años), es simple y a la vez sincero, lo que se espera de un infante, lo que hace sentirse más cerca de esos personajes y preguntarnos, por unos segundos, dónde quedó esa visión nuestra del mundo, que a veces no se complicaba tanto y aceptaba las cosas tal cual las conocía, aunque después pudiera decepcionarse. Hay varios personajes adorables, otros no tanto, pero todos ellos pueden llevar una lección en sí mismos, si se sabe leer entre líneas. Con la historia en general y la situación de August en particular, su servidora comprende por qué la novela ha sido usada, entre otras cosas, para apoyar las campañas en contra del abuso escolar, una problemática actual que ha ido aumentando en frecuencia y gravedad.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
(Leído en 2014)
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