Título: Wild Cards, Un as en la manga (en el idioma original, Wild Cards VI: Ace in the Hole).
Autor: George R. R. Martin, Melinda M. Snodgrass, Walton Simons, Victor Milán, Stephen Leigh, Walter Jon Williams.
Sinopsis: [...] La acción transcurre en Atlanta, en siete días cruciales durante la convención demócrata que debe elegir al nuevo candidato presidencial. Todo parece bajo control dado que ases como Golden Boy y Mackie Messer, en público y en secreto, protegen al senador Hartmann de sus enemigos... hasta que alguien contrata para asesinarlo a Deceso, mutante casi indestructible, capaz de matar con su sola mirada. [...] (Extracto de la contraportada de mi ejemplar).
Editorial de mi ejemplar: Editorial Océano de México, S. A. de C. V.
¿Qué les puedo decir? La política nunca me ha gustado especialmente, no en la vida real, así que le pongo la atención justa y necesaria. Sin embargo, leer enredos políticos en ficción es otra cosa, porque es cuando me empiezo a preguntar si podría ser así o por qué en México no es así (porque no, casi nunca leo política mexicana en la ficción). Como sea, entro en materia y en esta entrega del universo Wild Cards, o no entenderán a qué viene tanta palabrería de política.
Durante una semana, en Atlanta se reúne el partido demócrata de Estados Unidos, o al menos sus representantes (según lo que entendí), para elegir al candidato definitivo que lanzarán por la presidencia en las próximas elecciones. Esto es como las contiendas internas de un partido mexicano, el de su preferencia: hay precandidatos y los militantes deben decidirse por el bueno. ¿Hasta ahí me siguen? Espero que sí.
Ahora bien, el partido americano en turno (el demócrata) no es como un partido mexicano (no sé si agradecer eso o maldecirlo, porque bueno, actualmente los gringos tienen a Trump y nosotros al Peje... Ya, dejo eso y sigo). Allá el proceso de elección de candidato presidencial tiene ciertas peculiaridades y dura un montón de tiempo, por eso y por la enorme cantidad de gente que, últimamente, parece querer sacar del camino a uno de los contendientes, se han llamado a unos cuantos ases para que anden por ahí, apoyen al candidato y ¿por qué no?, le salven la vida de ser necesario.¿Seguridad como esa habría salvado a Colosio en México? Seguro, pero lástima que es ficción.
Así la cosa, de pronto nos sorprende que nos cuelen a uno de los seres más escalofriantes de este universo: un tipo que puede matar con la mirada, conocido como Deceso. Lo han contratado para matar al senador Hartmann, pero no sabemos quién lo contrata, ni por qué, al menos no al principio, aunque se sospechan varias cosas. Hartmann, gracias a su facultad de As (las cuales, por cierto, no son de dominio público), se siente intocable, pero en cierto momento, parece sufrir una crisis y eso lo hace ligeramente inconsciente de su entorno, salvo el querer salir ileso y como candidato a la presidencia.
Cuesta creer que todo lo narrado en este libro, con sus dimes y diretes de varios de los personajes, se desarrollas solamente en siete días. Es lo que pasa cuando se nos muestran secuencias de acontecimientos que, poniéndose en paralelo, en la cronología suceden muchas al mismo tiempo, pero no nos enteramos hasta poco después y más cuando comenzamos a preguntarnos si eso será todo, porque además ¿el país estará a salvo con un As que no admite que lo es, por la naturaleza de su don? ¿Acaso habrá alguien que descubra al siniestro Titiritero y pare sus ambiciones? ¿Deceso conseguirá su objetivo o le fallará a su misterioso empleador? Esas y algunas otras preguntas son respondidas, pero por desgracia, no todas como hubiéramos querido y en ocasiones, desearíamos que la resolución de ciertos conflictos hubiera sido otra.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
(Leído en 2017)
Durante una semana, en Atlanta se reúne el partido demócrata de Estados Unidos, o al menos sus representantes (según lo que entendí), para elegir al candidato definitivo que lanzarán por la presidencia en las próximas elecciones. Esto es como las contiendas internas de un partido mexicano, el de su preferencia: hay precandidatos y los militantes deben decidirse por el bueno. ¿Hasta ahí me siguen? Espero que sí.
Ahora bien, el partido americano en turno (el demócrata) no es como un partido mexicano (no sé si agradecer eso o maldecirlo, porque bueno, actualmente los gringos tienen a Trump y nosotros al Peje... Ya, dejo eso y sigo). Allá el proceso de elección de candidato presidencial tiene ciertas peculiaridades y dura un montón de tiempo, por eso y por la enorme cantidad de gente que, últimamente, parece querer sacar del camino a uno de los contendientes, se han llamado a unos cuantos ases para que anden por ahí, apoyen al candidato y ¿por qué no?, le salven la vida de ser necesario.
Así la cosa, de pronto nos sorprende que nos cuelen a uno de los seres más escalofriantes de este universo: un tipo que puede matar con la mirada, conocido como Deceso. Lo han contratado para matar al senador Hartmann, pero no sabemos quién lo contrata, ni por qué, al menos no al principio, aunque se sospechan varias cosas. Hartmann, gracias a su facultad de As (las cuales, por cierto, no son de dominio público), se siente intocable, pero en cierto momento, parece sufrir una crisis y eso lo hace ligeramente inconsciente de su entorno, salvo el querer salir ileso y como candidato a la presidencia.
Cuesta creer que todo lo narrado en este libro, con sus dimes y diretes de varios de los personajes, se desarrollas solamente en siete días. Es lo que pasa cuando se nos muestran secuencias de acontecimientos que, poniéndose en paralelo, en la cronología suceden muchas al mismo tiempo, pero no nos enteramos hasta poco después y más cuando comenzamos a preguntarnos si eso será todo, porque además ¿el país estará a salvo con un As que no admite que lo es, por la naturaleza de su don? ¿Acaso habrá alguien que descubra al siniestro Titiritero y pare sus ambiciones? ¿Deceso conseguirá su objetivo o le fallará a su misterioso empleador? Esas y algunas otras preguntas son respondidas, pero por desgracia, no todas como hubiéramos querido y en ocasiones, desearíamos que la resolución de ciertos conflictos hubiera sido otra.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
(Leído en 2017)
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