Título: D de Deuda (en el idioma original, D is for Deadbeat).
Autor: Sue Grafton
Sinopsis: La ayuda que, en esta ocasión, le pide un tal Alvin Limardo a la investigadora privada Kinsey Millhone es más bien rutinaria: localizar a un joven que le ha hecho un favor y a quien adeuda un talón de 25,000 dólares. Demasiado tarde se enterará [...] de que su verdadero nombre es John Daggett y de que, además de mentiroso, alcohólico y ex convicto, es también un fiambre más en la morgue del distrito. Los polis dicen que murió ahogado, pero Millhone se niega a creerlo. Metida en la basura que es la vida de ese muerto, pronto descubre que tenía muchos enemigos con buenas razones todos para acabar con él [...]. (Extracto de la introducción).
Formato: epub.
¿Qué les puedo decir? La letra D del Alfabeto del Crimen es desesperante. ¿Por qué? Bueno, sabrán un poco más conforme avancemos, pero es que te pones en los zapatos de la protagonista y es lo que sientes: desesperación y ¿por qué no?, algo de cansancio. Así la cosa, pasemos a ello.
Kinsey Millhone sigue haciendo sus trabajos de siempre, y de pronto le cae un hombre que quiere que le ayude a encontrar a alguien a quien debe entregarle un santo cheque, en el sentido de que la cifra que ampara es considerable. Kinsey tiene sus dudas, pero acepta el encargo: grave error, porque poco a poco, no solo descubre que el cliente le mintió desde el segundo uno en su oficina, sino que tiene una buena cola que le pisen y peor, que al poco tiempo de encargarle el trabajo, estiró la pata. ¿Así o más complicada la tiene Kinsey? Como ocurre en C de Cadáver, no va a dejar el trabajo sin terminar, pero en esta ocasión, por motivos distintos: primero porque buscará que el tipo le responda unas cuantas dudas y luego, ¿qué hará ella con un cheque tan grande si no encuentra al destinatario? No es como si lo pudiera cobrar (en eso, el sistema bancario estadounidense de los ochentas y el nuestro, no son demasiado diferentes, o al menos eso entendí).
Aquí, mucha gente se pondrá del lado de Kinsey, en plan "mala suerte por aceptar ese trabajo, pero qué desesperante es acabarlo". ¿Por qué creen que les dije lo del principio? Si eres de los que presta servicios por su cuenta, es terrible darse cuenta que te tomaron el pelo y que, cuando intentas arreglarlo, te sale el tiro por la culata, topándote con que no llegas a ninguna parte. Así pues, Kinsey quiere librarse del trabajo, al mismo tiempo que busca darle una lección al cliente, pero conforme avanza en su investigación, se da cuenta de que quizá tanto esfuerzo no dé el resultado que deseé.
¿Y quieren saber lo más raro de todo? Que al cliente acabas no odiándolo tanto (aunque un desgraciado sí fue) y que no todo lo que parece estar bien, lo está. Es todo lo que pienso decir sobre eso (lo dice a la Forrest Gump).
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
(Leído en 2017)
Kinsey Millhone sigue haciendo sus trabajos de siempre, y de pronto le cae un hombre que quiere que le ayude a encontrar a alguien a quien debe entregarle un santo cheque, en el sentido de que la cifra que ampara es considerable. Kinsey tiene sus dudas, pero acepta el encargo: grave error, porque poco a poco, no solo descubre que el cliente le mintió desde el segundo uno en su oficina, sino que tiene una buena cola que le pisen y peor, que al poco tiempo de encargarle el trabajo, estiró la pata. ¿Así o más complicada la tiene Kinsey? Como ocurre en C de Cadáver, no va a dejar el trabajo sin terminar, pero en esta ocasión, por motivos distintos: primero porque buscará que el tipo le responda unas cuantas dudas y luego, ¿qué hará ella con un cheque tan grande si no encuentra al destinatario? No es como si lo pudiera cobrar (en eso, el sistema bancario estadounidense de los ochentas y el nuestro, no son demasiado diferentes, o al menos eso entendí).
Aquí, mucha gente se pondrá del lado de Kinsey, en plan "mala suerte por aceptar ese trabajo, pero qué desesperante es acabarlo". ¿Por qué creen que les dije lo del principio? Si eres de los que presta servicios por su cuenta, es terrible darse cuenta que te tomaron el pelo y que, cuando intentas arreglarlo, te sale el tiro por la culata, topándote con que no llegas a ninguna parte. Así pues, Kinsey quiere librarse del trabajo, al mismo tiempo que busca darle una lección al cliente, pero conforme avanza en su investigación, se da cuenta de que quizá tanto esfuerzo no dé el resultado que deseé.
¿Y quieren saber lo más raro de todo? Que al cliente acabas no odiándolo tanto (aunque un desgraciado sí fue) y que no todo lo que parece estar bien, lo está. Es todo lo que pienso decir sobre eso (lo dice a la Forrest Gump).
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
(Leído en 2017)
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