Título: S de Silencio (en el idioma original, S is for Silence).
Autor: Sue Grafton.
Sinopsis: Si los casos de personas desaparecidas ya son de por sí arduos para cualquier investigador, cuando la desaparición se ha producido hace treinta y cuatro años el trabajo se convierte casi en una misión imposible. [...]. Violet Sullivan fue vista por última vez el Cuatro de Julio de 1953. Atrás deja una hija de siete años, Daisy, un esposo sumido en la desesperación, y un hervidero de rumores sobre su escandalosa vida sentimental. [...]. Es Daisy, la hija abandonada, quien en 1987 decide esclarecer las circunstancias de ese trauma infantil que ha marcado su vida. A sus cuarenta y un años, necesita saber a toda costa si su madre se fue por voluntad propia o no. Pero en cuanto Kinsey empieza a remover el pasado, el resentimiento muestra su cara más cruel. (Extracto de la introducción).
¿Qué les puedo decir? Los desaparecidos no son novedad en el Alfabeto del Crimen. A estas alturas, si han leído los libros como yo (o por lo menos, las seudo-reseñas que les he lanzado), ya deberían saberlo. Lo que Grafton consigue, por lo menos, es que cada desaparecido que involucra en sus tramas sea, de alguna manera, un personaje de interés, sobre todo si resulta ser el protagonista (o alguien muy cercano al protagonista en turno).
Todo lo anterior es porque, en S de Silencio, se puede leer que nuestra detective Millhone es contratada por una mujer peculiar para rastrear los pasos de su madre, que lleva décadas desaparecida. Ajá, décadas. Cualquiera con sentido común (y experiencia en ficciones que involucren desapariciones) intuye por dónde va la cosa: va a ser un lío ubicar pistas de un caso así y más complicado será si llega a encontrar a quien se busca, sea vivo o muerto. Kinsey es del mismo parecer, pero algo la hace aceptar el trabajo, pensando que hará lo mínimo posible y luego pasará tanto su informe como su recibo de honorarios, sin pena ni gloria. Pero claro, como también se ha llegado a ver en novelas con una trama parecida, por lo visto la mujer que se busca no era precisamente normal, considerando que tuvo cierta fama dudosa desde antes de esfumarse. Eso puede dificultar el trabajo y peor aún, podría dar respuestas que Kinsey y su cliente podrían no estar preparadas para conocer.
Como ya mencioné, los casos de desapariciones no son extraños para la protagonista principal del Alfabeto del Crimen. El ser detective privada, cada cierto tiempo, le trae al escritorio esa clase de casos. El que sea un poco curiosa (rayando en lo entrometida) es una de las cosas que, por lo visto, metieron a Kinsey en la profesión, así que al investigar la vida de la ausente, si bien no tiene fe en hallar algo nuevo (algo que antaño se perdieran quienes la buscaran primero), igual se preocupa por realizar el trabajo, que para algo le pagan. La desaparecida, como también se dijo, no lo puso fácil por su comportamiento y por cómo la percibían aquellos que la rodeaban, así que no es de extrañar que Kinsey, en ciertos momentos, se sienta un poco frustrada con el caso, pero no por eso lo abandona antes de terminar el contrato (aunque ganas sí le dieron). Y bueno, considerando que las respuestas que encontró fueron algo satisfactorias para todas las partes, al final no cree que le fuera del todo mal.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
(Leído en 2019)
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