Autor: Sue Grafton.
Sinopsis: La detective Kinsey Millhone se enfrenta a un complicado y peligroso entramado de casos. Mientras una mujer de turbio pasado se suicida en circunstancias extrañas, un chico consentido acuciado por las deudas de juego cree poder burlar al sistema, y la vida de una joven encantadora está a punto de partirse en mil pedazos. Pero, además, Kinsey se topa con una red de ladronas profesionales que trabajan para la mafia; con un marido infiel, rico y despiadado; con un policía corrupto tan afianzado en su cargo que se ha vuelto inmune a las denuncias; con un gángster siniestro, brutal y sin conciencia; y con un viudo solitario que llora la muerte de su amante, desesperado por obtener respuestas que podrían ser mucho peores que el dolor de su pérdida. [...] (Extracto de la introducción).
¿Qué les puedo decir? Empezaré por indicar que, entre los libros del Alfabeto del Crimen, este es uno de esos que tiene un revoltijo de asuntos que, por un largo rato, no se les ve relacionados entre sí. A algunos puede gustarles el inmiscuirse en un montón de aventuras al mismo tiempo, pero a otros quizá los confunde y al final, no sabe por dónde empezar a desenmarañar todo. Y bueno, lamento decirlo, pero a la fecha de la publicación de la presente, sigo preguntándome qué le dio a Grafton por escribir este libro como lo hizo, pensando en ciertos momentos que "se fumó de la buena", como suele bromearse de vez en cuando por estos lares. En fin, a lo que seguramente vinieron a leer.
Nos adentramos primero a lo que hace un tipo que no nos suena de nada (y no se preocupen, no tendría por qué, no ahora), que se mete en problemas por deberle dinero a gente peligrosa y acaba mal por ello. Quien lleve un tiempo conmigo leyendo esta serie sabe que no te sueltan esta información solo porque sí, pero de momento lo dejas de lado porque pasa a narrarnos, como casi siempre, la protagonista Kinsey Millhone, que si recuerdan de U de Ultimátum, estaba por celebrar otro cumpleaños. Nos cuenta precisamente que, el día que cumplió años, acabó recibiendo un puñetazo en plena cara que la dejó bastante maltrecha, y de ahí nos empieza a contar que, en retrospectiva, la herida se la hicieron por lo de casi siempre (sea por su trabajo de detective o no): por meter la nariz en asuntos ajenos. Y que todo comenzó con una fulana que no conocía de nada, a la que sorprendió con las manos en la masa en un centro comercial: ajá, la pescó robando mercancía.
Algunas de las más truculentas historias, sean sangrientas o no, suelen empezar con hechos a primera vista sencillos, hasta inofensivos, a ojos de los protagonistas. A Kinsey le pasó así, porque no pensó que esa mujer ladrona fuera a llevarla de la mano a una maraña de situaciones que involucraban algo más grande y que sí, al final fue lo que le granjeó el puñetazo en su cumpleaños. A nadie le hace gracia acabar mal cuando celebra el día que nació, pero por cómo se dieron las cosas, Kinsey sabe que pudo acabar peor, así que con su sentido práctico en marcha, decide tomarse las cosas como vienen, por más que le habrían gustado que ciertas personas pagaran por algunas de las circunstancias que la metieron en esos líos.
No es que sea mala dejándolos así, la verdad, pero en caso de que no lo sepan a estas alturas, les informo: detesto hacer spoilers. Si cuento tal o cual cosa de la trama de V de Venganza, así como hago en otras seudo-reseñas, es para que se interesen en el libro, si es que es del tipo que les gusta, y ya después, podrán decirme si hice bien en engancharlos. Por eso, aunque la misma Kinsey es quien nos enfoca desde el principio en el hecho de recibir un puñetazo en el rostro, preferiría que cada quien, si quiere, vaya y lea cómo llegó a eso, porque lo admito, en ciertos capítulos, no acabas de creértelo.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
(Leído en 2019)
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