Autor: Daniel Glattauer.
Sinopsis: [...] Leo Leike recibe mensajes por error de una desconocida llamada Emmi. Como es educado, le contesta y como él la atrae, ella escribe de nuevo. Así, poco a poco, se entabla un diálogo en el que no hay marcha atrás. Perece solo una cuestión de tiempo que se conozcan en persona, pero la idea los altera tan profundamente que prefieren posponer el encuentro. [...] (Extracto de la contraportada de mi ejemplar).
Editorial de mi ejemplar: Santillana Ediciones Generales, SA de CV, a través de Punto de Lectura.
¿Qué les puedo decir? Este libro sabía, remotamente, que existía. Me sonaba un poco porque, sin saberlo, había leído algo del autor antes (ajá, se me antojaron dos libros del mismo autor sin darme cuenta de inmediato, ¿a nadie más le pasa?), donde se le nombraba. Luego, busqué un poco de qué trataba y cuando se me cruzó una edición no muy cara, en base a lo que leí antes (que lo encuentran en La huella de un beso), le di una oportunidad.
Si han leído una novela epistolar; es decir, con un texto compuesto exclusivamente por cartas, quizá no les parezca tan raro el formato de esto, más porque se ha llevado a la era moderna: aquí todo se dice a través de correos electrónicos. La cosa inicia por un error: un tal Leo Leike se topa con un correo donde alguien llamada Emmi le habla de un tema del cual no tiene ni idea. Por cortesía, le responde para hacerle saber su error y ella, tras disculparse, promete que no volverá a ocurrir. Pero como seguramente habrán adivinado, sí vuelve a ocurrir, por lo que empiezan a platicar, a hacerse amigos... y entre un correo y otro, se conocen y parece que hay algo entre ellos, pero ¿avanzará acaso, si su relación solo son palabras? ¿Se están conociendo realmente? ¿Se atreverán a verse cara a cara algún día?
En estos tiempos, seguramente han habido muchas historias basadas en esa idea, ¿no? La de atender a alguien que hace contacto contigo porque se equivocó en algún dato. Creo que es más creíble ahora, pues al escribir correos electrónicos la información sale en el acto, así que no te enteras de un error enseguida... o quizá sí, pero ya cuando la persona incorrecta leyó lo que enviaste. Además, en la vida real, no todos habríamos tenido la buena voluntad de Leo de hacerle saber a la otra parte que se equivocó, ¿verdad? Solo nos habríamos quedado pensando algo como "ya se dará cuenta que estaba mal", borrábamos el correo y seguíamos con lo nuestro. Y por su parte Emmi, la persona que se equivocó de dirección, cuando le señalaron el error y consiguió enviar lo que quería correctamente, no fue como la mayoría, que habría dejado en el olvido a ese extraño con el que se topó sin querer. Es por eso que esta historia puede pasar, por la pequeña pero trascendente decisión de que "sí, esta persona es una extraña para mí, pero se ve agradable, veamos si podemos ser amigos". No es recomendable hacer eso en la realidad (con la de delincuentes y trolls digitales que andan por ahí), pero la ficción nos permite explorar esa posibilidad, ¿no?
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
(Leído en 2018)
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