~Aperitivo~
El
Iniciado
(Louise Cooper)
[…] Pensó
que, retorciendo sigilosamente las manos detrás de la espalda, podría
desatarse; el que le había maniatado lo había hecho descuidadamente, y las
cuerdas se estaban aflojando… Los últimos rezagados estaban entrando ahora en
el Palacio de Justicia y, en la confusión reinante, nadie le prestaba atención.
Un esfuerzo más… y su mano izquierda quedó libre. Las puertas se estaban
cerrando; sólo tenía un momento para…
Con una
rapidez y una agilidad que pilló a sus capturadores por sorpresa, el muchacho
corrió hacia la puerta. Oyó que alguien le gritaba; una mano quiso detenerle,
pero la esquivó y, a trompicones llegó a la escalinata. Su propio impulso le
hizo caer y, al levantarse, el Warp rugió sobre su cabeza.
Las
siluetas de las casas, las embarcaciones y el muelle se confundieron en un caos
inverosímil de colores y ruido. Le pareció que el suelo se hundía bajo sus
pies, y que el cielo caía sobre él, escupiendo lenguas negras y brillantes.
Entonces, con un ruido ensordecedor, el mundo estalló en la imagen de una
estrella de siete puntas que resplandeció en su mente antes de…
Nada.
~Entrada~
Días de
Sangre y Resplandor
(Laini Taylor)
Y
entonces, entre una llamarada de la hoguera del campamento y la siguiente,
llegaron ellos. Pesadillas. Salvadores. Llegaron desde arriba, y el primer pensamiento confuso de los
tratantes fue que los refuerzos habían llegado, pero no se trataba de
serafines. Alas y gritos, cuernos afilados, cornamentas, colas como látigos y
encorvados hombros de oso. Cerdas, garras.
Espadas y
colmillos.
Ningún
ángel sobrevivió.
Los
esclavos liberados se fundieron con el paisaje, arrastrando las espadas y
hachas —y sí, los látigos— de sus captores. En el futuro, resultaría más
difícil someterlos.
Todo
quedó en calma. Allí también se dejó un mensaje garabateado con la sangre de la
masacre —las mismas palabras que se encontrarían en numerosos escenarios
parecidos en los días venideros—.
«NOS
HEMOS ALZADO», decía. «AHORA LES TOCA A USTEDES MORIR».
~Plato Fuerte~
El
Incinerador
(Tami Hoag)
Consciente
de que la víctima merecería más de un minuto y medio de atención en las
noticias de las seis, Kate no pudo menos que preguntarse cuántas prostitutas
muertas habrían hecho falta para que Ted Sabin reaccionara de aquel modo. Sin
embargo, contuvo la lengua, asintió con la cabeza e intentó hacer caso omiso
del miedo que le atenazaba el estómago.
No era
más que otra testigo, se dijo. Un caso como cualquier otro. Vuelta a la
normalidad, los entresijos cotidianos de su trabajo.
«Y una
mierda.»
La hija
de un multimillonario, un caso repleto de connotaciones políticas, un asesino
en serie, un agente de Quantico. Alguien de la Unidad de Apoyo a la
Investigación, concretamente. Esperaba que ese alguien no hubiera estado allí
cinco años atrás…, si bien sabía que esa era una esperanza bastante vana.
De
repente, Las Vegas ya no le parecía una opción tan terrible.
~Postre~
La
princesa prometida
(William Goldman)
—Soy tu
príncipe y no soy tan malvado… ¿cómo es posible que prefieras morir antes que
casarte conmigo?
—Porque
el matrimonio supone que se ha de amar, y el amor no es un pasatiempo en el que
yo destaque. Lo intenté una vez y acabó mal, y he jurado que jamás amaría a
otro.
—¿Amor?
—dijo el príncipe Humperdinck —¿Quién ha hablado de amor? Yo no, te lo aseguro.
Verás, el trono de Florin debe contar siempre con heredero. Y ése soy yo.
Cuando muera mi padre, no habrá heredero, sólo un rey. Ése soy yo otra vez.
Cuando eso ocurra, me casaré y tendré descendencia hasta que nazca un varón. O
sea que te quedan dos alternativas, casarte conmigo y convertirte en la mujer
más rica y más poderosa en miles de kilómetros a la redonda, y regalar pavos
para Navidad y darme un hijo varón, o bien, puedes morir de terribles dolores
en un futuro muy cercano. Decídete.
—Nunca os
amaré.
—Aunque
me dieras tu amor, no lo querría.
—Entonces,
no faltaba más, casémonos.
Con mis agradecimientos para Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".
No hay comentarios:
Publicar un comentario