Título: El Guardián (en el idioma original, The Guardian).
Autor: Sherrilyn Kenyon.
Sinopsis: A Lydia se le ha encomendado la más sagrada y peligrosa de las misiones: descender al averno y localizar a un dios del sueño antes de que este revele secretos que podrían aniquilar a toda su raza. Con lo que la protagonista no contaba era con terminar siendo cautiva del más feroz de los guardianes del Inframundo. A Seth se le está agotando el tiempo. Si no consigue hacerse con la llave del Olimpo y con el corazón de Zeus perderá no solo la vida sino también el alma. A pesar de las muchas torturas a las que ha sometido al dios del sueño que tiene bajo su custodia, no ha logrado arrancarle la información que necesita. [...] (Extracto de la introducción).
Formato: epub.
¿Qué les puedo decir? Este es otro libro de la saga que no parece tener pies ni cabeza dentro del universo de Kenyon. Es en serio. Cualquiera se lo brinca con gusto, pero en serio, no deberían. Al menos yo considero que no deben hacerlo. O quizá me he dejado llevar por lo que me llegan a fascinar las llaves en las portadas (Bell es todo un caso, no la juzguen). ¡A la carga, entonces!
Tras los eventos de El Guardián de los Sueños (el libro de Cratus), hay algo que cierto enemigo mortal de la humanidad ha buscado obtener, para lo cual tiene bajo custodia a un Cazador Onírico. Sin embargo, dicho individuo tiene a alguien que va a su rescate, aunque el tiro le sale por la culata y termina también sin libertad. Pero a todo esto, ¿qué está buscando ese ser horrible? ¿Y cómo es que eso, lo que sea que busque, se mantiene oculto de todo el mundo?
Aquí nos topamos de nuevo con algunas personas que se vieron, muy de pasada, en El Guardián de los Sueños; además, Kenyon nos da más guiños a otra mitología que ha estado tocando en entregas anteriores, pero no, no les diré cual, o ahí acaba la gracia (miran mal a Bell pero a ella le importa un cuerno). Cada vez, Kenyon se anima a relacionar más a las mitologías del mundo, aunque una probada de eso con El diablo puede llorar (donde si recuerdan, Sin es un dios sumerio). La verdad, no me importa el que se nombren otras mitologías aparte de la griega, porque bien mirado, ¿acaso no despierta la curiosidad? Eso hace ver, como a algunos personajes de este libro, que el mundo es más grande de lo que se puede saber.
Por otro lado, los protagonistas. Al principio me desconcierta ella, Lydia, hasta que se da un detalle que, en cierta manera, limita su modo de comunicarse, aunque no dura mucho. Ella parece ser una persona bastante normal y agradable, quitando el hecho de que es tan sobrenatural como la mayoría del elenco de las obras de Kenyon. En cuanto a Seth, el Guardián (sí, el del título), no es como si fuera realmente un ser fiero, sino que como muchos, hay cosas que lo obligaron a ser así, aunque algo de bueno le quedó en el interior, a juzgar por todo lo que llega a hacer aunque ni él mismo sepa por qué.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
(Leído en 2017)
Tras los eventos de El Guardián de los Sueños (el libro de Cratus), hay algo que cierto enemigo mortal de la humanidad ha buscado obtener, para lo cual tiene bajo custodia a un Cazador Onírico. Sin embargo, dicho individuo tiene a alguien que va a su rescate, aunque el tiro le sale por la culata y termina también sin libertad. Pero a todo esto, ¿qué está buscando ese ser horrible? ¿Y cómo es que eso, lo que sea que busque, se mantiene oculto de todo el mundo?
Aquí nos topamos de nuevo con algunas personas que se vieron, muy de pasada, en El Guardián de los Sueños; además, Kenyon nos da más guiños a otra mitología que ha estado tocando en entregas anteriores, pero no, no les diré cual, o ahí acaba la gracia (miran mal a Bell pero a ella le importa un cuerno). Cada vez, Kenyon se anima a relacionar más a las mitologías del mundo, aunque una probada de eso con El diablo puede llorar (donde si recuerdan, Sin es un dios sumerio). La verdad, no me importa el que se nombren otras mitologías aparte de la griega, porque bien mirado, ¿acaso no despierta la curiosidad? Eso hace ver, como a algunos personajes de este libro, que el mundo es más grande de lo que se puede saber.
Por otro lado, los protagonistas. Al principio me desconcierta ella, Lydia, hasta que se da un detalle que, en cierta manera, limita su modo de comunicarse, aunque no dura mucho. Ella parece ser una persona bastante normal y agradable, quitando el hecho de que es tan sobrenatural como la mayoría del elenco de las obras de Kenyon. En cuanto a Seth, el Guardián (sí, el del título), no es como si fuera realmente un ser fiero, sino que como muchos, hay cosas que lo obligaron a ser así, aunque algo de bueno le quedó en el interior, a juzgar por todo lo que llega a hacer aunque ni él mismo sepa por qué.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
(Leído en 2017)
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