Título: Sombras en el arcoíris.
Autor: M. B. Brozon.
Sinopsis: Constanza conoce a Jero como nadie, es su mejor amiga y confidente. Ella sabe que su hermano mayor es distinto a otros chicos, lo supo antes de que él se lo contara. [...], [...] Jero se ha enamorado y ha decidido decirles a sus padres lo que siente. Aunque Constanza está muy orgullosa de él y lo acepta como es, pronto sabrá que no todos piensan igual. (Extracto de la contraportada de mi ejemplar).
¿Qué les puedo decir? En la época moderna, es más común hallarse historias de temáticas antes tabú, y más para los niños. Es como si los autores esperaran cualquier señal de que X cosa puede publicarse sin tanta crítica (bueno, no como hace cien, cincuenta años o algo así), crearan algo y lo lanzaran para su disfrute. En lo personal, la autora en turno la conozco (no la leí por primera vez en esta obra), y este libro apareció en mi camino en una de mis visitas a la Feria del Libro del Zócalo; es más, ¡esa vez pude conseguir un autógrafo! De haber sabido, llevaba a CDMX mi libro favorito de Brozon... Pero esa es otra historia y no corresponde ahora, así que sigamos adelante.
Constanza es la hija menor de su familia. Se lleva bien con su hermano mayor, al que llaman Jero, además que el muchacho parece hacerse querer. Constanza lo conoce tan bien que, cuando en casa sus padres charlan con ella acerca de algo que él les contó de su persona, a ella no le sorprende en lo más mínimo, solo deja en claro lo que sus padres también piensan: que Jero es de la familia y que siempre lo van a querer. Lo malo viene no de ellos, sino de fuera: como Jero es percibido como "diferente", no todos lo entienden (o lo quieren entender), por lo que Constanza tiene que lidiar, a su manera, con lo que les caiga encima a ella y a su familia.
Los ojos de los niños, creo, pueden dar una perspectiva muy interesante de ciertas situaciones. Una, de adulta, puede a veces complicarse demasiado con algo que los niños ven y dicen "ah, sí, ¿y luego?", como si tuvieran bien claro lo que sienten y quieren. Aunque algunos no lo crean, los niños pueden ser así y en ocasiones es un don que tengan las cosas tan claras, y que además los padres fomenten lo que resulte de bueno de esa visión del mundo, porque en estos días, es muy fácil que los niños repitan como loros lo que los padres creen de la vida, y sin siquiera entender por qué.
Lograr darle voz a una niña y que suene realista, no muchos pueden conseguirlo. Brozon aquí me convenció, aunque debo admitir que no estoy tan segura de cuántas niñas de la edad de Constanza realmente se comportarían así, estando en la misma situación. Como dicen, "cada cabeza es un mundo", y yo añadiría que "cada hogar es un microuniverso", porque no solo dependería de la naturaleza de la niña en cuestión, sino de su crianza y su educación juegan un papel. Por eso nunca ha pasado de moda que eso de tener cuidado con lo que enseñamos a nuestros niños, porque los tiempos cambiarán, lo mismo que los mencionados temas "tabú" de cada generación, pero los infantes creo que se mantienen igual en este punto: aprenden mucho de lo que ven.
Ya, dejo de divagar, solo para decirles que al final, por lo corta de la historia y el respectico final, me han dejado con una sensación agridulce (ajá, no podía dejar de mencionarlo). No sé otros lectores, pero esa es mi verdad con esta pequeña obra de Brozon.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
(Leído en 2018)
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