~Entrada~
Relatos de gatos
(Autores varios)
De vez en cuando viene a visitarnos, caminando por el tejado del vecino,
la gata tricolor que se crio en el espacio debajo de mi casa. Es una gata
bonita, aunque creo que tiene malas pulgas. Mike
es muy miedosa y se mete en casa en cuanto ve a un gato callejero, pero Tama no
se inmuta. Mi esposa lo vio jugando con los gatos de la calle, le dio un
golpecito en la cabeza y le advirtió: «No vayas a convertirte en un pequeño
gamberro», pero el gato seguramente no entendió el porqué de aquel golpe en la
cabeza.
La historia de los gatos de mi casa acaba de comenzar. Me gustaría
registrar su vida detalladamente.
~Plato Fuerte~
Una chica a la antigua
(Louisa May Alcott)
—Me asustaría si todas las chicas visten tan bien como tú y saben tanto
—repuso Polly.
—No te fijes en esto, tontita. Yo me ocuparé de ti y te arreglaré para
que no parezcas rara.
—¿Soy rara? —inquirió Polly.
—Lo eres, querida, y estás mucho más bonita que el año pasado, aunque te
han educado de manera diferente a nosotros y por eso tus modales y costumbres
no son como los nuestros.
—¿Diferentes en qué sentido? —preguntó Polly.
—Bueno, en primer lugar, te vistes como una niña.
—Es que soy una niña. ¿Por qué no habría de vestirme así?
Y Polly se miró su sencillo vestido de lana azul, las botas fuertes y el
cabello corto con aire intrigado.
~Postre~
Ana la de Tejas Verdes
(Lucy Maud Montgomery)
—Somos ricas —dijo Ana firmemente—. Tenemos
dieciséis años, somos felices como reinas y, más o menos, todas tenemos sueños.
Mirad el mar, todo de plata y sombras y ensueños de cosas no vistas. No
podríamos gozar más de su hermosura por el hecho de que tuviéramos millones de
dólares y diamantes. Aunque pudieras, sé que no te cambiarías por ninguna de
esas mujeres. ¿Te gustaría ser esa joven del vestido de encaje blanco y parecer
siempre descontenta como si hubieras nacido de espaldas a las bellezas del
mundo? ¿O la dama de seda rosa, amable y gentil como es, pero tan robusta y
baja que no tiene figura? ¿O la señora Evans, con esa triste mirada en los
ojos? Debe haber sido muy desgraciada alguna vez para tener esa mirada. ¡Sabes
que no lo harías, Jane Andrews!
—Oh, no sé, exactamente —dijo Jane
dudando—. Pienso que los diamantes serían un gran consuelo para cualquier
persona.
—Bueno, yo por mi parte no quiero ser más que yo misma, aunque nunca
tenga el consuelo de los diamantes —declaró Ana—. Me siento perfectamente feliz
siendo Ana la de «Tejas Verdes» con mi collarcito de perlas. Sé que Matthew me
lo regaló con más cariño del que nunca ha conocido la señora vestida de rosa.
Con mis agradecimientos para Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".
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