~Entrada~
La leyenda de Sleepy Hollow
(Washington Irving)
[…] Y una de las historias que corría de
boca en boca de todos los moradores de la región hablaba de que cierta noche,
el viejo Brouwer, un tipo algo insolente, incrédulo y hasta hereje en lo que
concierne a los fantasmas, al volver de Sleepy Hollow y antes de abandonar el
valle de malezas, entre las colinas, por las ciénagas... hasta llegar al
puente... Allí, de súbito, el jinete se convirtió en un esqueleto reluciente,
que se abalanzó sobre el viejo Brouwer para empujarlo con furia y hacerlo caer
al torrente mortal, mientras rugían las copas de los árboles como si de ellas,
y no del cielo, emanara la tormenta preñada de relámpagos y de truenos.
~Plato Fuerte~
La peste
(Albert Camus)
[…] Aparentemente no había cambiado nada.
Los tranvías estaban siempre llenos al comienzo y al final del día y sucios
durante todo el resto. Tarrou observaba al viejecito y el viejecito escupía a
los gatos. Grand se encerraba todas las noches en su casa con su misterioso
trabajo. Cottard andaba dando vueltas y el señor Othon, el juez de instrucción,
seguía conduciendo a sus bichos. El viejo asmático trasegaba sus garbanzos y a
veces se veía al periodista Rambert con su aire tranquilo y expectante. Por las
noches, la misma multitud llenaba las calles y crecían las colas a las puertas
de los cines. Además, la epidemia parecía retroceder; durante unos días no se
contó más que una decena de muertos. Después, de golpe, subió como una flecha.
El día en que el número de muertos alcanzó otra vez a la treintena, Rieux se
quedó mirando el parte oficial que el prefecto le alargaba, diciendo:
"Tienen miedo." El parte contenía: "Declaren el estado de peste.
Cierren la ciudad."
~Postre~
(El otoño de la inocencia). El cuerpo
(Stephen King)
—Bueno, ¿vas a decirnos de una maldita vez
de qué se trata o no, Vern? —preguntó Teddy.
—Cierro —dijo Chris.
—¿Qué? —gritó Teddy, olvidándose por
completo de Vern—. ¡Mentiroso! ¡Es absolutamente imposible, no puedes hacerlo!
Chris sonrió con aire de superioridad.
—Anda, roba, imbécil.
Teddy tendió la mano hacia el montón de
cartas, Chris tendió la mano hacia los Winstons de la repisa que había detrás
de él. Yo me incliné para recoger mi revista.
Vern Tessio dijo entonces:
—Bueno, ¿quieren o no quieren ver un
cadáver?
Todos quedamos paralizados.
Con mis agradecimientos para Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".
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