sábado, 28 de mayo de 2016

Tinta a la Carta LXXXVI: Desayuno en tres tiempos

~Entrada~
La caza del Snark
(Lewis Carroll)
“Con cuidado y dedales se busca, se persigue
con mucha esperanza y más de un tenedor;
se le amenaza con acciones de los ferrocarriles;
se le hechiza al final con sonrisa y jabón.”

(“¡Exactamente así! —dijo el capitán
en súbito paréntesis —.
¡Ese es exactamente el método elegido
por quienes son expertos en cazar al Snark!”)

“¡Mas oh tú, pretendido sobrino, teme el día
en que encuentres un Bujum en lugar de un Snark”
¡Y recuerda entonces con gran delicadeza:
te extinguirás y nadie más te hallará!”

~Plato Fuerte~
Sandy y la guerra de los sueños
(William Joyce)
Luz Nocturna estaba debajo del hombrecito, y los aldeanos observaron cómo se arrodillaba, como si aquel hombre fuera un rey o algo parecido. El hombre parecía muy amable; tenía una sonrisa luminosa. Era una sonrisa de lo más reconfortante que provocaba en todo aquel que la miraba un intenso sentimiento de bienestar. No alegría, sino algo similar a la paz del sueño. Una especie de sensación de no–hay–preocupaciones–en–el–mundo. Ninguno, ni siquiera los Guardianes, podía quitar los ojos del amable tipo. Y aunque no hablaba, oyeron, a través de su corazón, que les susurraba una sola frase: Es hora de soñar. Después, con un gesto de las manitas, la arena empezó a girar a su alrededor. No les hacía daño ni se les metía en los ojos. Más bien parecía el cosquilleo de una sábana suave. A continuación todos, hasta el Oso, se sumieron en un profundo y reparador sueño.

~Postre~
Ever After High. El cuento de Briar Beauty
(Shannon Hale)
—Ay, mamá… —dijo.
La hermosa mujer castaña estaba sentada en la mesa, con la cara metida en un plato de huevos revueltos fríos, durmiendo plácidamente.
Briar pensó que, al menos, los huevos eran más fáciles de limpiar que las gachas. Se quitó el jersey y lo puso sobre los hombros de su madre para que no se quedara fría.
Y, durante una fracción de segundo, a Briar la asaltó una repentina ráfaga de tristeza y el corazón le dio un vuelco. En el día de la gran ceremonia del Día del Destino, que tendría lugar aquel otoño, firmaría El Gran Libro de los Cuentos y quedaría mágicamente destinada a convertirse en la próxima Bella Durmiente. Y eso implicaba que tendría que pasarse durmiendo cien años. Solo de pensar en todas las fiestas que se perdería, en todos los años que no pasaría con su familia, ni con Apple y Blondie… Por no mencionar que cuando despertara, ¡estaría completamente pasada de moda!

Con mis agradecimientos a Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".

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