~Entrada~
A de Adulterio
(Sue Grafton)
—Quiero que descubras quién lo mató. No descansaré hasta que lo sepa.
Lo dijo de un modo que mis manos se agarrotaron. En sus ojos había un destello que me recordaba al de los ojos de los gansos, maligno e irracional. Fue sólo un segundo y desapareció al instante.
—No querrás desquitarte, ¿verdad? —pregunté.
Desvió la mirada.
—No. Pensaba mucho en ello en la cárcel, pero ahora que estoy fuera ya no me parece tan importante. Lo único que quiero ahora es recuperar a mi hijo. Y tumbarme en la playa, y beber Perrier, y ponerme mi propia ropa. Y comer en restaurantes, y cuando no, prepararme yo misma lo que me apetezca. Y dormir hasta tarde, y darme baños de sales… —Se interrumpió para reírse de sí misma y tomó una profunda bocanada de aire—. Pues eso. No quiero poner en peligro la libertad de que disfruto ahora.
~Plato Fuerte~
La cara oscura de la luna
(Sherrilyn Kenyon)
—Otra vez la dichosa pregunta. ¿Qué es un escudero?
Sus palabras lo dejaron descompuesto.
Bajó la mirada hasta las heridas de bala que tenía en el pecho, que habían dejado de sangrar. Tenía más balazos por los brazos y por el cuello, y las manchas de sangre de la camiseta revelaban los lugares donde lo habían alcanzado. Sin embargo, no parecían molestarle en lo más mínimo.
Le rozó una de las heridas que tenía en el brazo. La bala le había arrancado parte del músculo. Allí no había maquillaje ni efectos especiales, era muy real.
—¿Qué eres?
En la mejilla de Ravyn apareció un tic nervioso.
—Resumiendo, tu única esperanza —respondió con brusquedad.
~Postre~
Winter
(Marissa Meyer)
—Oh, ¿entonces vamos a escondernos bajo tierra y a formar un ejército? —Scarlet resopló y agitó las manos en el aire—. ¿Por qué me molesto en hablar contigo? No estás ayudando. Eres la I mayúscula en Inútil.
—Hablo en serio. Hay asesinos, animales y depredadores que ansían ser libres. Tú lo sabes, amiga Scarlet. Tú ya liberaste a uno.
Winter se levantó, apoyó una mano en la pared para equilibrarse y caminó alrededor de la pequeña mesa.
Scarlet puso los ojos en blanco, pero fue Iko quien habló.
—Las barracas —dijo ella—. Las barracas donde Levana tiene a sus soldados se encuentran en los tubos de lava.
Thorne miraba alternadamente a Iko y a Winter.
—¿Sus soldados? ¿Te refieres a sus soldados lobos mutantes? ¿Estás loca?
—Puede que lo esté —respondió, soltando una risita y poniendo una mano sobre la mejilla de Thorne—. Todos me lo dicen.
Con mis agradecimientos para Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".
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