Título: Bestias de la noche (en el idioma original, Beast Made of Night).
Autor: Tochi Onyebuchi.
Sinopsis: [...] Taj es el más talentoso de los aki, jóvenes devoradores de pecados al servicio de los magos [...]. Pero la forma de vida de Taj tiene un precio terrible. Cuando mata a una bestia de pecado, un tatuaje con la forma de esa bestia aparece en su piel mientras que la culpa de esa falta se materializa en su mente. La mayoría de los aki no tardan en caer en la locura, sin embargo Taj tiene 17 años, es arrogante y está desesperado por ayudar a dar sustento a su familia. Cuando a Taj se le ordena devorar un pecado de un miembro de la realeza, se ve arrastrado a una oscura conspiración. [...] (Extracto de la contraportada de mi ejemplar).
¿Qué les puedo decir? Ahora mismo, no podría decir exactamente qué me decidió por esta novela. La premisa en la sinopsis era curiosa, para empezar, pero estoy casi segura que no quise el libro en cuanto salió. Solo sé que cuando por fin lo leí, pese al lío mental que ocasionó a veces (de lo cual hablaré en unos cuantos párrafos), me hizo preguntarme cómo no lo leí antes. En fin, pasemos a lo bueno, que para eso vinieron, ¿no?
Taj es un joven de la ciudad de Kos, con un trabajo peculiar: el de aki, que ayuda a deshacerse de los pecados de otros al "devorarlos". Es un proceso extraño reservado a unos cuantos y que, por las marcas que deja en la piel de quienes lo ejecutan, hace que se les vea mal, por decir lo menos. Taj, por alguna clase de suerte, ha vivido bastantes años de este oficio, más que otros en su situación, lo cual para él está bien, porque ayuda al sostén de su casa con lo que le pagan. El problema empieza para él cuando va a realizar un trabajo que parece rutinario con una excepción: el pecado del que se va a encargar es de un miembro de la realeza de Kos, y parece que eso lo pone en la mira de varias personas, algunas menos peligrosas que otras. Porque bueno, el pecado "devorado" no solo marca la piel, sino que se mete con la mente del aki, como si fuera su propia falta, así que ¿por ahí irá el interés de otros en Taj, tras ese trabajo? ¿Y qué es lo que realmente se está gestando en Kos?
Cuando te metes de cabeza en una fantasía, puede que tengas ciertas ideas de lo que podría pasar, sobre todo si es un género que lees con frecuencia y sientes que ya no hay nada que pueda sorprenderte. En este caso, si bien algunas cosas las sentí caer en los clichés, no fue tan malo, porque Onyebuchi se encargó de armar un mundo que tuviera cierta facilidad en atraer a las personas.
En esta novela se presenta un dilema que quizá muchos han enfrentado (¿te librarías de tus pecados si pudieras?), pero que al final no sabes si eso es mejor o peor que quedarse con el dilema sin resolver. Es decir, en este caso no se sigue a quien se liberó de su falta, sino a uno de quienes hacen eso posible, así como las consecuencias que este mundo plantea para esas personas, los aki. ¿Vale la pena que se dediquen a eso? Taj te dice sus razones, y son válidas, así que sufres un poquito por él (yo lo hice). Pero creo que ni Taj sabía en lo que se metía cuando aceptó ese trabajo con la realeza, ¿cómo iba a saberlo?
Y creo que allí volvemos a lo que decía de las fantasías: el protagonista se enfrenta a algo más grande que él, en lo que se involucró sin realmente desearlo, sin saber (o sin querer darse cuenta) de cuáles personas son confiables y cuáles no. Le pasa a varios protagonistas de esta clase de novelas, y es trabajo de sus autores el llevarlos por una historia que nos atraiga para no acabar pensando "¿tanto para esto?" (lo he llegado a pensar en las páginas finales de algunas obras). Creo que aquí pudo lograrse, aunque en cierto momento, se tejían un detalle tras otro que a primera vista, no parecían tener ningún sentido y hacía que me regresara unas pocas líneas (o un par de páginas) para asegurarme de no haberme saltado algo. Eso podría ser visto como un defecto por algunos: que la trama se complique en ciertos puntos lo suficiente como para que tu mente se inunde de signos de interrogación por un largo momento, para después ver cómo avanzó todo y preguntarte qué demonios pasó. Vaya que lo sé, lo he vivido, pero no con este libro... no demasiado, al menos. Quizá fue la emoción de la trama conforme avanzaba, que fue de esas que te hace devorar el último tramo porque necesitas saber qué sigue, para luego pensar "ojalá no se hubiera terminado ya". Sí, contradictorio, pero no me es algo ajeno, ya debería haber aprendido (alerta de spoiler: no lo he hecho y dudo que lo haga).
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
(Leído en 2018)
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