~Aperitivo~
Wild
Card, El comienzo
(Varios, edición de George R. R. Martin)
Todavía
hay quienes dicen que el ejército tuvo la culpa de todo lo que ocurrió, pero no
es cierto. Es fácil ser sabio a posteriori, pero
yo estuve allí, y mantendré hasta el día en que me muera que los pasos que
dimos fueron razonables y prudentes.
Lo
que más me desazona es cuando dicen que no hicimos nada para seguir el rastro
del maldito globo con las esporas wild card. Quizá cometimos un error, sí, pero
no fuimos idiotas, nos estábamos cubriendo las espaldas. Todas y cada una de
las instalaciones militares tenían la orden de estar al acecho de una nave
espacial que se hubiera estrellado y que pareciera una concha con lucecitas.
¿Es mi maldita culpa que nadie se la tomara en serio?
Créame,
al menos, en una cosa. Cuando se desató el infierno, hice que Tachyon volara a
toda prisa de regreso a Nueva York en un par de horas. Yo estaba en el asiento
detrás de él. Aquel mequetrefe pelirrojo se pasó llorando la mitad del trayecto
por el país. Yo recé por Jetboy.
~Entrada~
Los Borodin VI. Furia y fortuna
(Christopher Nicole)
—Señor
Dulles —explicó John—, yo no sé mucho sobre Iván Nej, excepto que algún día me
agradaría observarlo a través de la mira de una Magnum. Gregory es su hijo, de
modo que tal vez tenga algunos sentimientos; pero puedo asegurarle esto: a Anna
le importa un comino lo que le suceda a Gregory Nej, y ella jamás hace lo
obvio, ni siquiera lo normal. Mis instintos me dicen que ella se apoderó de
Diana; además, sé que recibió mi nota. Si estas dos cosas son ciertas y ella no
ha respondido y Diana no ha sido incluida en este trato, entonces Anna está
siguiendo un plan propio —se encogió de hombros—. De cualquier manera, debemos
ser pacientes, y cuando llegue el momento, ser tan inflexibles como ella, y
quizá incluso tengamos a Diana de vuelta.
~Plato Fuerte~
El
laberinto de los espíritus
(Carlos Ruiz Zafón)
—[…].
No va a contarme de qué va todo esto, ¿verdad?
—Todavía
no lo sé, Virgilio.
—¿Le
puedo pedir un favor?
—Por
supuesto.
—Cuando
esta historia que se lleva entre manos acabe, si es que acaba y sale usted de
una pieza y todavía conserva este libro, tráigamelo. Me gustaría pasar unas
horas a solas con él.
—¿Y
por qué no iba a salir entera?
—Quién
sabe. Si algo tienen los libros de El Laberinto de
Mataix es que todo aquel que los toca acaba mal.
—¿Otra
leyenda de las suyas?
—No.
Esta es de las de verdad.
~Entremés~
Cazadores
de Sombras. Renacimiento 1. Lady Midnight
(Cassandra Clare)
—Mírame,
Jules. —le pidió, y sus ojos se encontraron.
Le
puso la estela sobre la piel, y por un instante la mantuvo inmóvil allí,
respirando, solo respirando y recordando.
Julian.
Presente en su vida desde que podía recordar, juntos, salpicándose en el
océano, cavando en la arena, él poniendo la mano sobre la de ella y
maravillándose ante la diferencia de forma y longitud de los dedos. Julian
cantando, horriblemente desafinado, mientras conducía, y quitándole del
cabello, con sus largos dedos, una hoja enredada; sus manos sujetándola en la
sala de entrenamiento cuando ella caía, y caía, y caía. Y después de la
ceremonia de parabatai, cuando ella había pegado un puñetazo a
la pared furiosa porque no le salía una maniobra con la espada y él se le había
acercado, la había rodeado con los brazos, con ella aún temblando, y le había
dicho: «Emma, Emma, no te hagas daño. Cuando te duele, yo también lo siento».
~Postre~
Memorias
del Águila y del Jaguar. El bosque de los pigmeos.
(Isabel Allende)
—Tendré
que llevar a mi nieto y su amiga Nadia, que está aquí conmigo —explicó ella.
—¡La
revista no paga sus gastos, Kate! —replicó el editor desde una distancia
sideral.
—¡Entonces
no voy! —chilló ella de vuelta.
Y
así fue como días más tarde llegó a África con los chicos y allí se reunió con
los dos fotógrafos que siempre trabajaban con ella, el inglés Timothy Bruce y
el latinoamericano Joel González. La escritora había prometido no volver a
viajar con su nieto y con Nadia, que le habían hecho pasar bastante susto en
dos viajes anteriores, pero pensó que un paseo turístico por África no
presentaba peligro alguno.
Con mis agradecimientos para Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".
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