Título: La guerra no tiene rostro de mujer (en el idioma original, У войны не женское лицо, romanizado como U voini ne zhenskoe lizo).
Autor: Svetlana Alexiévich.
Sinopsis: Casi un millón de mujeres combatió en las filas del Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial, pero su historia nunca ha sido contada. [...], mujeres que fueron francotiradoras, condujeron tanques o trabajaron en hospitales de campaña. Su historia no es un relato de la guerra ni de los combates, es la historia de hombres y mujeres en guerra. ¿Qué les ocurrió? ¿Cómo las transformó? De qué tenían miedo? ¿Cómo era aprender a matar? [Extracto de la contraportada de mi ejemplar].
¿Qué les puedo decir? No hay muchos libros de no ficción por estos lares. Si son visitantes frecuentes del blog, quizá lo hayan notado. No es que no me gusten, pero en ocasiones, soy de las que tiene bastante realidad en la vida diaria como para acordarse de ella en sus libros, pero bueno, algo hubo con esta autora que llamó mi atención, así que vayamos a ello para que me entiendan un poco.
La Segunda Guerra Mundial fue un conflicto que todo el mundo ha oído nombrar, uno de los más crudos y con graves consecuencias para la población, sobre todo la europea, que fue donde oficialmente inició. De todo eso, se sabe que uno de los países involucrados fue la, ahora inexistente, Unión Soviética (cuya mayoría del territorio es la actual Rusia), pero si se piensa, a nivel general, no se sabía mucho de cómo los rusos habían manejado la guerra; específicamente, a sus soldados activos. Esto era porque, con el gobierno que tenían entonces, no estaban muy abiertos al mundo. Tuvieron que pasar años y la desintegración de la mencionada Unión Soviética para que hubiera gente interesada en estudiar ese periodo en Rusia y claro, que lo diera a conocer sin temer represalias. La autora proviene de esa región del mundo y decidió recopilar el testimonio de muchísimas mujeres que, de una forma u otra, fueron a la guerra a poner su grano de arena, vivieron lo bueno y lo malo de la misma, lograron sobrevivir y debieron adaptarse de nuevo a una vida civil al regresar a casa, ¿pero a qué precio?
Svetlana Alexiévich, ganadora del premio Nobel de Literatura de 2015, no es una novelista, que seguro es lo que algunos imaginan cuando oyen hablar del Nobel. Yo misma, hace unos años, habría creído lo mismo, de no haberme informado un poco más de quiénes se llevaron el premio antes y las razones tras ello. Así, Alexiévich captó mi atención porque, cuando la anunciaron como ganadora, casi enseguida se difundieron los títulos que había escrito, entre ellos el que les traigo en esta ocasión y otro que pensaba leer primero (Voces de Chernóbil), pero que por una razón u otra, nomás lo postergaba (en serio, metí el pobre libro sobre Chernóbil como tres o cuatro veces a maratones de lectura y nomás no salía). Como comenté antes, lo que fuera la Unión Soviética vivió de manera estricta y bueno, en muchas partes del mundo, puede resultarnos incómoda y hasta incorrecta, pero como Alexiévich se encargó de mostrar en su texto, las personas allí sienten que todo tiene cierto sentido, que su modo de pelear y proceder cumplía lo debido, y solo es años después que algunos se preguntan si quizá se pudieron hacer las cosas de otro modo, sobre todo porque ¡oh, sorpresa! (Nótese el sarcasmo), el papel de las mujeres no tuvo los reconocimientos y el agradecimiento que merecían, no como sus contrapartes masculinas.
Hay relatos y testimonios de todo tipo en este libro, de todos los ámbitos en los cuales las mujeres rusas participaron en la guerra, demostrando destreza, fuerza de carácter y en ocasiones, la sensibilidad que muchos les achacaban seguramente como una "debilidad". Como han de suponer, los conflictos pueden sacar lo mejor y lo peor de la gente, así que depende de cada quién si va con la corriente o da un paso al frente para aliviar la desgracia del prójimo. No todas las acciones narradas aquí son buenas o agradables, pero sí son muy humanas y eso es algo que debería recordarse siempre: los soldados, los trabajadores de la salud, los burócratas que mueven los trámites bélicos... todos son humanos, y de eso dependerá cómo avancen las cosas.
Como dato curioso, les diré que mi ejemplar dice ser una edición que cuenta con partes que antes fueron censuradas o la autora no usó por diversas razones y no me extraña. Hay tanta gente poderosa en la Historia que seguramente, todos imaginamos quién o quiénes no querían que Alexiévich publicara los testimonios que recopiló, pero quiero creer que ahora, siendo una persona reconocida y galardonada, puede sacar a la luz lo que le dé la gana... o algo así. Ustedes me entienden, ¿no? Eso espero, porque recomiendo este libro, que es un claro ejemplo de que se puede aprender del pasado, sobre todo para preservar lo bueno y no repetir lo malo.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
(Leído en 2018)
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