Título: El oro del cazador (en el idioma original, Pretador's Gold).
Autor: Philip Reeve.
Sinopsis: [...] Tom y Hester quedan a la deriva en un vertedero helado, a punto de morir lentamente de frío tras un fallo en los motores de la Jenny Haniver. Pero se toparán con Anchorage [...]. Solo que ya no hay refugio seguro. Devastada por la peste, hay apenas cincuenta almas en Anchorage, y los habitantes han hecho una elección desesperada: se dirigen a América, el Continente Muerto. (Extracto de la contraportada de mi ejemplar).
Editorial de mi ejemplar: Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. de C. V. (a través de Alfaguara).
¿Qué les puedo decir? Tras leer Máquinas mortales, para mí fue obvio que querría saber qué seguía. Por fortuna, se decidieron a no dejar de publicar la saga en español (porque a veces sucede, no me lo nieguen). Entonces, adelante.
Ha pasado un tiempo desde el final de Máquinas mortales, y resulta que Tom y Hester han ido de un lado a otro en este mundo raro de ciudades móviles. Cuando se ven en una dificultad, se topan precisamente con una de esas ciudades ambulantes que primero, no se maneja como lo hacía Londres o algunas otras que conocen y dos, está curiosamente vacía: una enfermedad fue matando a muchos de sus habitantes y los pocos que quedan apenas pueden arreglárselas. Con todo y eso, Tom y Hester deciden solicitar apoyo para sus problemas mecánicos (con la aeronave que tienen), pero de pronto se ven metidos en un dilema porque los habitantes de la ciudad recién encontrada deciden, de pronto, ir a un territorio que nadie se atreve a explorar... porque se considera prácticamente muerto. ¿Tienen razón en querer ir a esos lares o hay algo más que influye en esa decisión?
Aquí, para empezar, vamos a enterarnos de cómo les está yendo a los protagonistas después del lío de Londres en Máquinas mortales. Luego, constatamos que no han cambiado gran cosa: en general, siguen con sus respectivas personalidades, lo que puede meterlos en más de un problema (Tom puede ser demasiado indulgente con los demás; Hester, no tolera a casi nadie fuera de Tom). Añadimos a eso una ciudad decadente con un sistema de gobierno que debería cambiar porque ya no funciona, un supuesto estudioso que quiere dárselas de muy sabio, una persecución y algo así como ladrones, y díganme si no tienen curiosidad por saber cómo salen Tom y Hester de la situación en la que se metieron... o los metieron, en parte.
Por otro lado, leyendo de la nueva ciudad móvil que se ve en la mayor parte de la historia, comprendemos que su posible sitio de origen quizá no sea el que le dé su sistema actual, pues aquí quienes gobiernas son tratados como algunos de los monarcas de antaño: envestidos con una imagen divina que, si observaran bien los demás, verían que los convirtieron en casi inútiles, en figuras agraciadas pero que pocas veces pueden decidir por sí mismas porque los han educado a que todo se les dará o se les dejará al alcance. Díganme si no eran así algunas monarquías de antaño: los reyes y reinas eran casi dioses (incluso así se decían en ciertas culturas), pero conforme la Historia nos los describía mejor, acababas pensando "por Dios, ¿por qué hiciste que él/ella estuviera en el trono?"
Los nuevos personajes son pintorescos, aunque me quedé con ganas de saber un poco más de algunos, mientras que de otros quería darles un zape, como mínimo, porque ¡qué desesperantes! No es algo que sorprenda, en varias novelas les pasa así a nosotros los lectores, pero en este libro, ayudó a sobrellevar ciertas partes que no sabía, al principio, para qué demonios me las contaban. Conforme avanzaba la trama, se fueron conectando los puntos, pero ahora puedo admitir descaradamente que, de no haber puesto atención en tal o cual escena, no habría entendido lo sucedido unas páginas después. Aunque claro, quizá eso es más por mi ritmo de lectura, que cuando estoy inmersa en una secuencia de eventos de una novela, solo quiero seguir, seguir y seguir, con tal de saber el final. Si alguien más se pone remotamente similar, comparta su dolor conmigo.
Como sabrán varios a estas alturas, si bien la novela de esta seudo-reseña parece tener un final más o menos firme, sabemos que Reeve no escribió una bilogía, así que no es de extrañar que los pocos cabos sueltos en la recta final se queden así, sueltos. Si se resuelven en lo siguiente de la saga o no... sigan las seudo-reseñas venideras, que seguro lo descubrirán conmigo.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
(Leído en 2018)
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