jueves, 30 de julio de 2020

Describiendo a... (e-XCIV)

Título: H de Homicidio (en el idioma original, H is for Homicide).

Autor: Sue Grafton.

Sinopsis: [...] El nombre de la víctima era Parnell Perkins y hasta muy poco antes de medianoche había sido gestor de reclamaciones de la compañía de seguros La Fidelidad de California, para la que también trabaja a veces Kinsey. Luego, alguien le pegó un tiro y lo dejó tieso. [...]. Aun así, si dependiera de ella, no se habría metido en los líos en los que una tal Bibianna Díaz, cuyo nombre figura en los archivos de Perkins y que teme por su vida porque nadie se cruza impunemente en el camino del maníaco Raymond Maldonado, parece empeñada en arrastrarla. [...] (Extracto de la introducción).

Formato: epub.

¿Qué les puedo decir? Si bien el Alfabeto del Crimen me entretuvo bastante en su día, no puedo negar que había letras (novelas) que no me parecían tan interesantes como otras. Ese es el caso de H de Homicidio, aunque siendo sincera, no acabo de definir bien por qué no me gustó tanto como otras.

Kinsey se entera que hay un muerto en la compañía de seguros que le alquila la oficina a cambio de unos cuantos trabajos de investigación para las reclamaciones. Precisamente un tipo de reclamaciones, al que Kinsey cree haber visto al menos un par de veces, es el muerto, y si bien es algo misterioso el asunto, no es de la incumbencia de la detective hasta que empiezan a salir detalles de la vida del fulano. Es como en la realidad: cuando alguien muere, salen sus trapos sucios a la luz y a saber de qué se trata. En el caso del difunto de la aseguradora, parece que se estaba involucrando con una fichita de mujer, la cual a su vez tiene tras de sí a un tipo no muy agradable que dirige algo ilegal... en lo que sí, termina metida Kinsey, mitad por trabajo y mitad por su vena entrometida (sí, esa que seguramente la instó a ser investigadora privada en primer lugar).

Quizá lo que este libro tuvo en mi contra (y es un decir), es que algunos personajes me desagradaron mucho, como si fueran personas reales, pues tenía unas ganas tremendas de zarandearlos para que dejaran de hacer tonterías. Una de las involucradas en la trama en turno, de hecho, era de esas tipas que hacen desmán y medio sin inmutarse, y sin admitir que X o Y persona son malas para su bienestar (o no les importa, una de dos). Eso puede causar gracia en algunas escenas, lo reconozco, pero en otras tenía que recordarme que adoraba el aparato en turno donde estuviera leyendo (casi siempre el celular), para no lanzarlo lejos cuando me desesperaba. Eso es sentir la historia y lo demás, tonterías.

Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.

(Leído en 2018)

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