sábado, 30 de enero de 2016

Tinta a la Carta LXXXV: Cena en tres tiempos

~Entrada~
La leyenda de Sleepy Hollow
(Washington Irving)
[…] Y una de las historias que corría de boca en boca de todos los moradores de la región hablaba de que cierta noche, el viejo Brouwer, un tipo algo insolente, incrédulo y hasta hereje en lo que concierne a los fantasmas, al volver de Sleepy Hollow y antes de abandonar el valle de malezas, entre las colinas, por las ciénagas... hasta llegar al puente... Allí, de súbito, el jinete se convirtió en un esqueleto reluciente, que se abalanzó sobre el viejo Brouwer para empujarlo con furia y hacerlo caer al torrente mortal, mientras rugían las copas de los árboles como si de ellas, y no del cielo, emanara la tormenta preñada de relámpagos y de truenos.

~Plato Fuerte~
La peste
(Albert Camus)
[…] Aparentemente no había cambiado nada. Los tranvías estaban siempre llenos al comienzo y al final del día y sucios durante todo el resto. Tarrou observaba al viejecito y el viejecito escupía a los gatos. Grand se encerraba todas las noches en su casa con su misterioso trabajo. Cottard andaba dando vueltas y el señor Othon, el juez de instrucción, seguía conduciendo a sus bichos. El viejo asmático trasegaba sus garbanzos y a veces se veía al periodista Rambert con su aire tranquilo y expectante. Por las noches, la misma multitud llenaba las calles y crecían las colas a las puertas de los cines. Además, la epidemia parecía retroceder; durante unos días no se contó más que una decena de muertos. Después, de golpe, subió como una flecha. El día en que el número de muertos alcanzó otra vez a la treintena, Rieux se quedó mirando el parte oficial que el prefecto le alargaba, diciendo: "Tienen miedo." El parte contenía: "Declaren el estado de peste. Cierren la ciudad."

~Postre~
(El otoño de la inocencia). El cuerpo
(Stephen King)
—Bueno, ¿vas a decirnos de una maldita vez de qué se trata o no, Vern? —preguntó Teddy.
—Cierro —dijo Chris.
—¿Qué? —gritó Teddy, olvidándose por completo de Vern—. ¡Mentiroso! ¡Es absolutamente imposible, no puedes hacerlo!
Chris sonrió con aire de superioridad.
—Anda, roba, imbécil.
Teddy tendió la mano hacia el montón de cartas, Chris tendió la mano hacia los Winstons de la repisa que había detrás de él. Yo me incliné para recoger mi revista.
Vern Tessio dijo entonces:
—Bueno, ¿quieren o no quieren ver un cadáver?
Todos quedamos paralizados.

Con mis agradecimientos para Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".

miércoles, 27 de enero de 2016

Describiendo a... (CXXXIV)

Título: Las cuatro estaciones. Otoño / Invierno (en el idioma original, Different Seasons).

Autor: Stephen King.

Sinopsis: «El otoño de la inocencia» es el subtítulo de [...] El cuerpo. En un pueblecito de Maine, cuatro chicos de doce a trece años se enteran por casualidad de que un muchacho de su misma edad está muerto en el bosque. || El anciano doctor McCarron narrará en su club el «cuento de invierno» que lleva el título de El método de la respiración: la historia de una joven soltera embarazada a la él mismo atendió en su gestación y alumbramiento, cuya tenacidad la llevó a luchar contra viento y marea con tal de tener a su hijo más allá de la vida y la muerte... [Extracto de la contraportada de mi ejemplar]

sábado, 23 de enero de 2016

Tinta a la Carta LXXXIV: Merienda en cuatro tiempos

~Aperitivo~
El Orden y el Caos
(Louise Cooper)
—Dame la joya, demonio del Caos.
La cara de Aeoris se estaba nublando con la cólera del que se siente frustrado.
Tarod le miró. Aflojó los dedos, de manera que brilló el anillo con su clara gema, luchando contra el brillo del aura del Señor Blanco. Entonces, sonrió despacio y fríamente, y dijo con suave malevolencia:
—Creo que no lo haré.
—¿Qué significa esto? —tronó la voz de Aeoris.
Tarod rió por lo bajo.
—Te has cegado, Aeoris del Orden. Has reinado durante tanto tiempo que te has olvidado de lo que es una oposición. ¡Creo que ha llegado el momento de que aprendas la lección!

~Entrada~
El amor huele a café
(Nieves García Bautista)
El Confidente de Melissa podría ser una cafetería más, algo especial por su comida extranjera y su aroma a café recién molido, intenso y oscuro, que es amargo y dulce, que excita y relaja a la vez.
Este es un lugar acogedor con muebles de escasas pretensiones, quizá insignificantes para las miradas más exquisitas, pero ricos en las historias y confidencias que se han ido posando sobre ellos y de las que son testigos silenciosos.
A este sitio le da nombre un confidente de nogal, viejo y desgastado, pero aún extraordinario por el delicado y laborioso tallado que unos dedos adolescentes labraron en la madera. En un rincón, el confidente gobierna callado y señorial, y, a pesar del la buenaventura a cambio de la voluntad. Hay quienes la creen, otros no. Pero todos se sienten intimidados por sus intensos ojos, que arden como dos brasas del color de la esmeralda.

~Plato Fuerte~
El sustituto
(Brenna Yovanoff)
En la cuna, el niño llora de esa forma angustiosa y tensa. Su rostro reluce entre los barrotes. El hombre entra por la ventana —huesudo, con abrigo negro— y coge al niño. Escapa sigilosamente, dejándose resbalar sobre el alféizar, cierra la ventana, vuelve a colocar la mosquitera. Ya se ha ido. En la cuna hay otra cosa.
En esta historia, Emma tiene cuatro años. Se levanta de la cama y avanza dando pequeños pasos por el suelo con su pijama de cuerpo entero. Cuando alarga la mano entre los barrotes, lo que hay en la cuna se le acerca. Intenta morderla y ella saca la mano, pero no retrocede. Se pasan toda la noche mirándose en la oscuridad. Por la mañana, esa cosa sigue acurrucada sobre el estampado de corderitos y patitos de las sábanas, mirándola. No es su hermano.
Soy yo.

~Postre~
Forrest Gump
(Winston Groom)
—Señor Gump —dijo el juez—, ¿se da cuenta de que ha golpeado al secretario del Senado en la cabeza con su medalla?
Yo no respondí, pero comprendí que esta vez me había metido un lío muy gordo.
—Señor Gump —prosiguió el juez—, ignoro por qué un hombre de su valía, que ha demostrado ser un patriota, se halla mezclado con esa pandilla de sinvergüenzas, de modo que ordeno que sea trasladado a una institución psiquiátrica, donde será sometido a observación durante treinta días, a fin de averiguar qué le ha impulsado a cometer esta estupidez.
Los guardias me condujeron de nuevo a la celda y al cabo de un rato me trasladaron en un coche celular al hospital psiquiátrico de St. Elizabeth.
Al fin, tal como había dicho mi madre, habían conseguido encerrarme.

Con mis agradecimientos para Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".

miércoles, 20 de enero de 2016

Describiendo a... (CXXXIII)

Título: Archivo de cuentos chinos.

Autor: Anónimo. [Adaptación, prólogo y notas: Demián Trueba Lozano y José Luis Trueba Lara].

Sinopsis: La literatura de la sabiduría china está formada por una colección de vidas ejemplares, de escenas en las que actúan los grandes maestros para revelar situaciones ideales en las que despliega con toda su fuerza el arte de vivir y morir, heredado al mundo por la rica y fascinante cultura de Oriente. [...] (Extracto de la contraportada de mi ejemplar).

sábado, 16 de enero de 2016

Tinta a la Carta LXXXIII: Comida en cinco tiempos

~Aperitivo~
Los Reyes Malditos VII. De cómo un Rey perdió Francia
(Maurice Druon)
Fui a alojarme a la abadía de Maupertuis. Jamás había cabalgado tanto durante la misma jornada, ni discutido tan intensamente. Aunque agotado por la fatiga, me di tiempo para rezar, y lo hice con todo mi corazón. Ordené que me despertasen con las primeras luces del alba. El sol comenzaba a ascender en el firmamento cuando me presenté ante la tienda del rey Juan. Al alba, había dicho el monarca. No se podía pedir más exactitud que la mía. Tuve una sensación ingrata. El ejército entero de Francia estaba en armas, en orden de batalla, a pie, con la excepción de los trescientos designados para cargar sobre el enemigo, y todos esperaban la señal de combate.

~Entrada~
Virus letal. El comienzo
(James Dashner)
Cuando llegó desde arriba el primer disparo, continuaba en estado de trance. Percibió un movimiento borroso y de uno de los tubos brotó un destello oscuro y fugaz. Sus ojos siguieron la trayectoria. Al notar un sonido nauseabundo, volvió la cabeza justo cuando un dardo de doce centímetros se clavaba en el hombro de Darnell. La delgada varilla de metal se había enterrado en el músculo y de la herida goteaba sangre. El chico emitió un extraño resoplido y se desplomó.
En ese mismo instante, Mark salió de su aturdimiento.

~Plato Fuerte~
Rayuela
(Julio Cortázar)
Empezaron a caminar de vuelta, con cuidado porque el jardín estaba muy oscuro y no se acordaban de la disposición de los canteros. Cuando pisaron la rayuela, ya cerca de la entrada, Traveler se rio en voz baja y levantando un pie empezó a saltar de casilla en casilla. En la oscuridad el dibujo de tiza fosforecía débilmente.
—Una de estas noches —dijo Oliveira —te voy a contar de allá. No me gusta, pero a lo mejor es la única manera de ir matando al perro, por así decirlo.
Traveler saltó fuera de la rayuela, y en ese momento las luces del segundo piso se encendieron de golpe. Oliveira, que iba a agregar algo más, vio salir de la sombra la cara de Traveler, y en el instante que duró la luz antes de volver a apagarse le sorprendió una mueca, un rictus (del latín rictus, abertura de boca: contracción de los labios, semejante a la sonrisa).

~Entremés~
Eragon
(Christopher Paolini)
—Necesitas un nombre. Hoy me han dado unos cuantos muy interesantes; a lo mejor te gusta alguno —repasó mentalmente la lista que le había recitado Brom hasta que se detuvo en dos de ellos que lo impresionaron por heroicos, nobles y que sonaban bien —¿Qué te parece Vanilor, o su sucesor, Eridor? Los dos fueron grandes dragones.
No —contestó el dragón. Parecía divertirse con los esfuerzos que hacía el muchacho —Eragon.
—Ése es mi nombre; no puedes tener el mismo —dijo, frotándose la barbilla —Bueno, si los que te he dicho no te gustan, hay otros —continuó recitando la lista, pero el dragón rechazaba todos los que le proponía. Parecía reírse de algo que Eragon no comprendía, pero el chico no le hizo caso y siguió dando nombres —También estaba Ingothold, el que mató a…
De pronto, se le ocurrió una idea y se calló.
¡Ya sé dónde está el problema! ¡Te he estado diciendo hombres masculinos, y eres hembra!
Sí.
La dragona plegó las alas, satisfecha.

~Postre~
Juliet
(Anne Fortier)
Fue entonces cuando mis ojos repararon de pronto en un nombre escrito en el centro del texto del maestro.
Giulietta Tolomei.
Escudriñé histérica la página a la luz de la lámpara de noche. Pero no, no me había equivocado: tras algunas divagaciones iniciales sobre la dificultad de pintar la rosa perfecta, el prolijo maestro Ambrogio había escrito páginas y páginas sobre una joven que casualmente se llamaba igual que yo. ¿Coincidencia?
Me recosté en la cama y empecé a leer el diario desde el principio, consultando de vez en cuando los textos sueltos en busca de referencias cruzadas. Así dio comienzo mi viaje a la Siena de 1340, y mi acercamiento a aquella mujer que había llevado mi nombre.

Con mis agradecimientos para Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".

miércoles, 13 de enero de 2016

Describiendo a... (CXXXII)

Título: El asesinato del profesor de matemáticas.

Autor: Jordi Sierra i Fabra.

Sinopsis: Un profesor propone a sus alumnos un juego como examen para aprobar las matemáticas. El viernes por la tarde, el profesor muere, pero, antes de fallecer, comenta a sus alumnos que el sobre que hay en su bolsillo les indicará cómo buscar a su asesino. No deben fallarle... (De la contraportada de mi ejemplar).

sábado, 9 de enero de 2016

Tinta a la Carta LXXXII: Almuerzo en cuatro tiempos

~Aperitivo~
Archivo de cuentos chinos
(Anónimo)
Yangzi viajó al estado de Song, y allí paró en una posada. Tenía el posadero dos mujeres: una hermosa y otra fea. A la fea la tenía en gran estima, y siempre despreciaba a la bella. Preguntó Yangzi cuál era la razón, y un muchacho de la posada le dijo:
—La hermosa se sabe hermosa, pero a nosotros ya no nos lo parece; la fea se sabe fea, y a nosotros ha dejado de parecérnoslo.
—Discípulos míos —dijo Yangzi—, tengan esto en la memoria: quien obra sabiamente y no piensa que es sabio, ¿a dónde irá que no se le tenga afición?

~Entrada~
Ojos llenos de sombra
(Raquel Castro)
[…] Corrí las tres cuadras que había entre su casa y la mía y entré llorando al departamento. Mi mamá estaba despidiendo a algunas de sus clientas, que iban muy contentas con sus bolsitas de productos Mary Kay. Me tuve que morder la lengua en lo que se acababan de ir para no armar una escenita. En cuanto mi mamá cerró la puerta hice mi tango.
—¿Por qué lo dejaste, mamá? ¿Por qué dejaste que me pusiera Atari? Mario y Luis todavía se salvan, pero ¿Atari?
—¿Crees que me pidió permiso? Yo estaba recién parida y muy deprimida. Él se ofreció a ir solo al registro. ¡Te ibas a llamar Lucía! Y de repente llega de vuelta, todo raro, y empieza a hablar de lo importantes que han sido los videojuegos en su vida, que si de eso vivimos, que a lo mejor era una señal eso de que los monigotes del Super Mario se llamaran igual que los gemelos… ¡Entonces me enseñó el acta! Esa fue la gota que derramó el vaso: por eso le pedí el divorcio.

~Plato Fuerte~
Prometidos
(Caragh M. O’Brien)
—Vale, tregua —aceptó Leon —Tengo algo para ti —añadió cambiando el peso del cuerpo, pero arreglándoselas para mantenerla en su regazo. Entonces se sacó del bolsillo una tira de lana roja trenzada.
—¿Qué es eso?
—Estira la mano —dijo él. Sin dejar de abrazarla, le abrochó la tira en la muñeca izquierda —Le pedí a Milady Roxanne que me enseñara a hacer estas puntadas, ¿las ves?
Leon tocó una hebra dorada que recorría la mayor parte de la pulsera. Gaia frunció el ceño y sostuvo el brazo en alto para ver a la luz del fuego los diminutos caracteres.
—Dice «Naranja» —leyó, turbada —¿Cuándo has hecho esto?
Era lo más bonito que había visto en su vida, resistente y delicado al mismo tiempo; un trabajo tan perfecto que podría haber sido obra del padre de Gaia. Era increíble que Leon lo hubiera hecho para ella.

~Postre~
Muerte de Tinta
(Cornelia Funke)
¿Había alguien más escribiendo esa historia?
¿En algún lugar de las colinas que él había descrito tan gráficamente se sentaba un escritorzuelo que lo había arrojado en manos de ese gigante? ¿O tal vez el malhechor estaba en otro mundo, como él mismo antaño, cuando trasladó Corazón de Tinta al papel?
“¡Bah! ¿En qué te convertiría eso, Fenoglio?”, pensó irritado y con una profunda sensación de inseguridad a la vez, como siempre que reflexionaba sobre esa cuestión. No, él no pendía de hilos como esa marioneta tonta con la que Baptista actuaba a veces en los mercados (aunque se parecía un poco a él). No, qué va. Nada de hilos para Fenoglio, ya fueran de palabras o del destino. Le gustaba disponer de su propia vida y se prevenía de cualquier intromisión… aunque reconocía que le encantaba ser titiritero. Lo dicho: su historia simplemente se le había ido un poco de las manos. Nadie la escribía. ¡Se escribía ella sola! ¡Y ahora había ideado esa tontería del gigante!

Con mis agradecimientos para Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".

miércoles, 6 de enero de 2016

Describiendo a... (CXXXI)

Título: Ojos llenos de sombra.

Autor: Raquel Castro.

Sinopsis: [...] Atari estudia música y es tecladista en un grupo de dark, pero ahora debe escoger entre irse becada a Rusia o seguir con la vida de siempre. Mientras elige, pone en la balanza sus intereses, sus recuerdos, sus amores y sus andanzas en la escena gótica. Quizá el destino no la encuentre lista, pero la hallará de buen humor y oyendo una canción oscura. (Extracto de la contraportada de mi ejemplar).

Desafíos Ajenos 2016

¡Hola, hola! ¿Cómo están? ¿Acostumbran como en México la rosca de Reyes? Porque en caso de una respuesta afirmativa, deseo que no se hayan empachado con ella (Bell contiene la risa). O que les tocara el "niño", que hay ocasiones en que se toman muy en serio lo de los tamales del día de la Candelaria... al menos en mi adorado país.

sábado, 2 de enero de 2016

Tinta a la Carta LXXXI: Desayuno en tres tiempos

~Entrada~
El asesinato del profesor de matemáticas
(Jordi Sierra i Fabra)
—¿Cómo quiere que nos pongamos a buscar a un asesino resolviendo pruebas matemáticas y problemas de lógica con usted muerto?
—¿Quién ha sido? ¿Quién?
—Jugad… y ganad… No me falléis… Sé que podéis… y… y confío en voso… tros… —exhaló el profesor—. Mirad en… mi… bol… sillo. Demostrad que…
Eso fue todo.
Ladeó la cabeza y de sus labios fluyó el último suspiro.
Luc, Nico y Adela se miraron asombrados, aterrados, paralizados.
—¡Ay, la leche! —dijo Nico.
—¡Esto es una pesadilla, no puede estar pasando! —exclamó Luc con la boca seca.
—¡Señor Romero… por favor! —comenzó a llorar Adela.
Estaba muerto. Del todo. Y loco hasta el final.

~Plato Fuerte~
Sandy
(William Joyce)
Iban cayendo hacia un planeta pequeño, verde y azul, que se llamaba Tierra. Estaba seguro de que chocarían. Oía reír a los piratas de los sueños y se sintió asustado e impotente.
Pero, mientras caía en picado hacia la Tierra, oyó miles de deseos, los deseos de los niños que veían la estrella que se les acercaba como un rayo. Sandy supo que no podía hacer daño a ningún niño, y con todas sus fuerzas guió su estrella lejos de la Tierra y la hizo girar hacia un mar inmenso.
Cuando estaba a punto de estrellarse, oyó un deseo que parecía que venía de muy, muy lejos. Era brillante y claro y hermoso.
—Ojalá te vaya bien —decía, simplemente.
Sandy cerró los ojos y soñó que todo iba bien.

~Postre~
Ever After High. El cuento de Apple White
(Shannon Hale)
—Este año va a tener una importancia regia en tu vida —dijo su madre mientras la ayudaba a subirse al Carruaje Híbrido. […]—. Estoy muy orgullosa de ti. Sé que te prepararás para ser la Blancanieves perfecta.
Las criadas, los sirvientes, los guardas y los enanitos que ocupaban el enorme Carruaje Híbrido asintieron. Apple se sonrojó. Debían de haberse dado cuenta de lo mucho que se estaba aplicando con sus asignaturas, lo duro que había estudiado para la materia de Dirección de Reinos, todo el tiempo que había dedicado a prepararse para ser reina…
—Mira sus ojos, su piel —susurró una de las criadas.
—No creo que sea posible […] pero se está volviendo aún más hermosa que su madre.
—Tan hermosa… —dijo un sirviente—. La Blancanieves perfecta.
—Bueno, salvo por el cabello. Una pena que naciera rubia.
Apple puso una mueca. […] Ser Blancanieves era algo más que ser hermosa y tener el cabello negro.

(Con mis agradecimientos para Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta").

viernes, 1 de enero de 2016

Te reto (X): "Si lo compraste [...]", edición 2016

"¿Otra vez?", pensarán algunos. Pues sí, de nuevo los molesto hoy. Para que no me extrañen, ya saben (?)

Tampoco podía faltar la edición de este año del presente reto, que a decir verdad, es uno que me da vergüenza admitir que pocas veces lo cumplo. Lo intento, y en varias ocasiones sale bien, pero en cuanto caigo en tentación (?)... No sé si alguien me comprenda. Por lo demás, no culpo a nadie si me ignora vilmente a la hora de parlotear aquí, ¿entendido?

Mi habilidad de crear imágenes promocionales
es prácticamente nula. Así las cosas,
esta es meramente decorativa.

Te reto (IX): "Si lo leíste, lo describes", edición 2016.

¡Bienvenidos sean! Espero que este año lo hayan empezado de la mejor manera posible. ¿Qué, andan empachados y/o crudos por la cena? Lo siento, pero ese no es mi problema. O mejor dicho, no es mi asunto que aún sintiéndose mal, vengan a leer mis locuras (Bell contiene la risa).

Ya, dejando de lado mis formas poco amables de hacerles ver sus errores (Bell rueda los ojos), les doy la bienvenida a la edición de este año de mi primer reto de lectura, que dicho sea de paso, parece que es el único que puedo cumplir como se debe. Así las cosas, las reglas aplicables esta vez (se cambian un par de detalles cada año, por lo que no hay que angustiarse demasiado).


Debido a mi nula capacidad en estos menesteres,
este año solo aparece esta imagen
con fines decorativos. Disculpen las molestias.