lunes, 25 de abril de 2011

La OSECI presenta... ¡Viva Aguascalientes'n! (I)

Agua Imaginaria tenía sectores contradictorios: por un lado, los jardines rebosaban de flores, anunciando la primavera, aunque en ciertas partes, los árboles habían cubierto los suelos con una alfombra entre dorada y marrón.

Ese panorama era digno de una postal, pero en la residencia de la OSECI, parecía importarles un reverendo cacahuate.

~En la biblioteca…~

Bell ordenaba papeles, como casi siempre, cuando revisó de manera distraída el calendario. Algo en la fecha la hizo dar un segundo vistazo, con lo cual abrió los ojos exageradamente.

Era veinticuatro de abril.

—¡Oh, no, me asesinará! —exclamó por todo lo alto.

~En la cocina…~

—¿Ahora qué le pasa a Bell? —se preguntó Pad.

La Aprendiz usaba un bonito delantal azul sobre su túnica morada reglamentaria. Sus manos, enfundadas en guantes, sostenían un refractario larguísimo con un platillo que olía increíblemente bien.

—Etto… espero que no sea nada malo —indicó Joke, mordisqueando algo que le colocaba manchas oscuras en las comisuras de los labios.

—¡Joke! —gritó la Alcaldesa desde el pasillo más próximo —¿Estás comiendo chocos a deshoras otra vez?

—Etto… ¡No, claro que no! —la Invitada Especial se limpió la boca a toda carrera y escondió el botín antes que su gemela la descubriera.

~En la sala…~

La pantalla de plasma estaba encendida, mostrando… ¿Crepúsculo?

—No creí que me obligarían a ver esto —Luna hizo una mueca, mirando a la pareja de tórtolos sentada en el sofá que quedaba justo frente al aparato.

—¿Por qué? Es estupenda —aseguró una joven con un lazo rojo y roto tatuado en un tobillo.

—Ah, mi amor, qué gustos los tuyos —declaraba un hombre con ojos de joven y aspecto de anciano, tomado de la mano de la del tatuaje.

—¿Qué hacen aquí, por cierto? —quiso saber Carmen, que atándose una cinta de lunares a la cabeza, tampoco estaba muy satisfecha con la elección de película.

—Visitamos a Bell, ¿qué más? Aparte, le pedí de favor que me beteara algo, así que…

Se oyó en ese instante la exclamación de la Fundadora y Líder Suprema.

—Espero que quieran matarla a ella —masculló el hombre presente.

Tres pares de ojos lo fulminaron con la mirada.

—Perdón —dejó escapar, sintiendo escalofríos.

~En la habitación cuya puerta ostenta un letrero que dice Sublíder…~

—¡Yeah, yeah, yeah! —Veerie tocaba su guitarra a todo volumen, intentando imitar los acordes de un disco de My Chemical Romance que tenía en su reproductor —¡Sí, así!

Eso fue lo que le impidió escuchar el grito de Bell… y por eso se espantó con todo lo que ocurrió después.

~En el jardín de la residencia, bajo un limonero…~

Writer había decidido disfrutar del bello día que hacía para poner las minutas de la OSECI al corriente rodeada de naturaleza. Un par de ardillas juguetonas la entretuvieron unos minutos, entre que planeaba las actividades del mes venidero y se decidía a crear alguna cosa propia.

Sin embargo, la voz de Bell, con sus correspondientes palabras, la hicieron arquear una ceja, para acto seguido quedarse espantada.

—Diantres, creo que algo me había comentado Bell del día de hoy…

Sin embargo, la Sacerdotisa Escribana no sabía la que le esperaba.

~En la sala de baile…~

Mery se entrenaba a fondo para presentar un baile regional ante el pueblo (con el cual pensaba recaudar fondos para la OSECI) cuando la exclamación de Bell se coló entre las notas de la canción que seguía.

—¿Ahora qué? —se preguntó en voz baja y fastidiada la Diosa Menor de la Danza —Así una no puede concentrarse.

Sin embargo, pronto se le quitarían las ganas de concentrarse.

~De nuevo en la biblioteca…~

Bell ha respirado profundo, intentando tranquilizarse en el mismo lapso que mandó un mensaje de texto por celular, recogió los documentos que se le habían caído y estaba armando un plan más o menos decente en su cabeza. El único problema son las encantadoras chicas que tiene por camaradas. ¡No podía dejarlas solas ni un día! A saber los líos que armarían.

De pronto, una idea surgió en su mente cual chispazo. Y era de esas ideas que generan una llamarada de actividad que no sería cien por ciento positiva.

¿Pero a quién le importaba? A Bell, ciertamente, no.

~Horas después, en el salón principal de la residencia…~

Bell había mandado llamar sus chicas, quienes esperaban que no se tratara de algo malo. Las que habían oído su grito temían que algo grave amenazara su estilo de vida, pero Veerie, demostrando que la ignorancia era felicidad, sonreía a más no poder cuando hizo la pregunta.

Sí, no hizo una pregunta. Hizo LA pregunta.

—¿Qué se te ofrece, Bell?

Ante la sonrisa radiante y pícara de su líder, el resto de las SECI’s tuvieron ganas de sacar ciertos instrumentos y pronunciar ciertas maldiciones contra la Sublíder Hippie.

—Pues verán, acabo de recordar que prometí estar en Aguascalientes hoy.

Las demás se miraron entre sí, confusas. Sabían que esa ciudad (o el municipio o el estado, podía ser cualquiera de los tres) era de donde provenía la joven mujer de lentes. ¿Eso en qué les podría perjudicar?

—Es cumpleaños de una amiga mía, la encantadora Rubí —Bell sonrió ampliamente, como quien recuerda cosas gratas —Y los últimos tres o cuatro años hemos ido a celebrar a la feria. Y este año, como andaba por acá, casi se me olvida. Así que vayan a empacar, que en dos horas nos vamos.

El único sonido que se escuchó, tras un instante de tenso silencio, fue un ¿¡Qué!?

—Oh, sí, señoritas, se irán conmigo. No pienso dejar al pobre pueblo a su merced e incluso dejaré que inviten a quien quieran, pero eso sí: aunque las pienso pasear por la feria, no quiero desmanes, ¿entendido?

—¿La feria? —intervino entonces Veerie, recuperándose de la impresión por el anuncio antes dado —¿La Feria Nacional de San Marcos? ¿ESA feria?

—Sí, ¿cuál otra?

Veerie alzó los puños, poniéndose a dar brincos de gusto, los cuales fueron secundados al poco rato por Mery. Las otras chicas no sabían de qué hablaban, pero dedujeron que no sería tan malo tomarle la palabra a Bell.

Ajá, como si la suerte de Bell fuera buena siempre.

~Esa misma noche, en Aguascalientes, Aguascalientes… Aguascalientes…~

La cuidad capital de aquella porción geográfica de México, en el corazón de la república, se había llenado de algarabía en cuestión de días. Los turistas no paraban de llegar, mientras varios de los naturales se marchaban a otra parte. Pero todo hidrocálido que se precie acude cuando menos una vez a los terrenos donde se instala la fiesta más importante del lugar: la Feria Nacional de San Marcos.

Decir que las SECI’s estaban embobadas era poco. Se habían quedado maravilladas con la cantidad de cosas que se podían hacer allí (Bell se las había ido recitando en el trayecto desde Agua Imaginaria). Mery quería ir a ver los bailes de salón, con todo y que se dedicaran a los adultos mayores; Joke insistía en ir a los juegos mecánicos, para probar algunos de los más rápidos; Pad quería darse una vuelta por la Expo Ganadera, ya que adoraba a los animales; May por poco se pierde entre el tumulto al seguir una tambora en compañía de Carmen, quien como siempre, nada más le echaba el ojo a los galanes; Luna y Writer curioseaban en los puestos de recuerdos y baratijas, queriendo llevarse algo alusivo y Bell… Bueno, ella tenía su propio asunto.

—¿Dónde estará esa mujer? —mascullaba, consultando su reloj de pulsera.

—Hola, guapa, ¿quieres tomarte una chela conmigo? —invitó un tipo a todas luces pervertido.

—Piérdete, espero a alguien.

Normalmente Bell no contestaba así. Frente a los extraños, era la persona más silenciosa y tímida que podía imaginarse. Pero como estaba de mal humor por el gentío y el retraso de cierta personita, pues lo que quería decir se le salió.

—¡Ni que estuvieras tan buena! —farfulló el tipo, largándose por donde había venido.

—Así nunca tendrás novio, Bell —musitó una voz femenina tras la nombrada.

—¡Ru–Re! —exclamó la Fundadora y Líder Suprema, girándose y abrazando a la recién llegada.

Eso alertó a las demás chicas y se dedicaron a observar.

Era guapa, no podían negarlo. Con el lacio cabello castaño rojizo y los ojos de un tono marrón brillante, alegre… y sí, al igual que los de Bell, se veía pícaros.

¡A buena hora le habían aceptado la invitación de su líder!

—Ella es Rubí, una amiga mía desde hace… pues mucho tiempo. Ru–Re, ellas son mis chicas de la OSECI, esa cosa que te comenté por mail…

Las SECI’s, incrédulas, le daban la mano a la recién llegada, que según sabían, era la cumpleañera. ¿Acaso Bell había llamado a su propia organización cosa?

—Bien señoritas, ¡es hora de divertirse! —indicó la Fundadora y Líder Suprema.

Y la fueron siguiendo a un apartado en el perímetro ferial que dejó boquiabiertas a todas. Especialmente a Carmen, claro está.

Era la zona de antros.

~Continuará…~

1 comentario:

  1. Esto sí que me encantó, la Sublíder Hippie feliz en la ignorancia :D precisamente eso es lo que me caracteriza en mi familia hahahaha. Siempre me andan preguntando "¿Dónde está x cosa/persona?" y yo "No sé" entonces se enojan y me dicen "Tú nunca sabes nada"... ahh la historia de mi vida xD Y que las SECI's quieren matarme como mi familia D:

    Pfff, nunca falta el ardido que dice "Ni que estuvieras tan buena". Me pegaré a Carmen, con eso de que anda tras los galanes :D

    Somos la cosa :O hahahahaha... bueno ya estamos en la zona de antros *-* Empieza a gustarme mwahahaha (?)

    Creo que la noche me hace un poco mal, mejor dejo de desvariar :P ¡ah! me faltó algo como esto: contii pliizz!! hahaha
    Saludos, Bell :D

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