domingo, 6 de enero de 2013

La OSECI presenta... En Navidad, ¿cuál incauto da más? (III)


~En la entrada anterior…~

La subasta comenzó, haciéndose Dann cargo de ella. Los artículos a la venta eran de lo más variados y aunque hubo un par de peleas bastante notorias (una por cierto vestido y otra por algo que el dueño del Palacio ahora estaba obligado a escribir), parecía que el último evento de la OSECI marchaba viento en popa.

Hasta que salió a la venta cierto artículo que Nea Poulain haría lo imposible por obtener, pero… ¿podría pagar el precio?

Vamos a averiguarlo.

~18 de diciembre, en el salón principal de la residencia de la OSECI…~

Allí estaba, codiciado por varios de los presentes, tanto habitantes de Agua Imaginaria como algunos invitados que Bell había llamado para hacer de la subasta, algo digno de recordarse. Sin embargo, la oferta por el ejemplar autografiado de Juego de Tronos podría irse al diablo si Nea asustaba a todos con esa expresión fiera y el látigo bien sujeto en la diestra.

Bien, pensó Bell al encogerse de hombros, en realidad daba igual.

—Cuarenta —comenzó la puja, siendo pronunciada la cifra por una Nea que intentaba contener su molestia.

Con que May no podía decirle quién había comprado el último Juego en su propia tienda, ¿eh? Eso era cosa de Bell, seguro…

—Bien, la señorita Nea Poulain acaba de ofrecer cuarenta dólares, ¿quién da más? —preguntó Dann, por mero compromiso (o eso quería pensar).

Por favor, ¿quién sería capaz de arriesgar su integridad física para poner a prueba la paciencia de la dueña del Arsenal?

—Cuarenta y cinco.

Corrección, ¿quién era el suicida que se atrevía a pujar por el libro? Eso era lo que Nea quería saber. Ese ejemplar de Juego debía ser suyo, ¡suyo! Con esa portada nueva, tan genial…

—¿Alguien da…?

—Cincuenta —pronunció la joven de mechones de pelo verde interrumpiendo a Dann. Su voz era suave, casi peligrosa, y causó escalofríos en la gente cercana a ella.

—¡Tenemos cincuenta dólares! ¿Alguna otra oferta?

Dann tragó saliva. ¿A qué estaba jugando ese…? Miró de reojo cierta cara y cierta sonrisita de satisfacción y sintió que no quería saber la respuesta.

—Sesenta.

En serio, ¿quién quería ser latigueado con tantas ganas? Nea no lograba verlo, solo oírlo.

—Setenta —pronunció, lamentando en el alma que no podría comprar otros libros en una larga, larguísima temporada.

—Noventa.

¡Ajá, ya tenía ubicado de dónde venía la voz! Pero tenía que estar su dueño sentado donde las luces estaban más tenues…

—No–ven–ta–y–cin–co —dijo Nea lentamente, amenazante, queriendo saber si aquel pobre incauto se atrevería a ofrecer tanto o más de lo que Bell recién había pagado por el relato de Dann.

Por cierto, el dueño del Palacio había dejado de intervenir en la puja, leyendo distraídamente las tarjetas que le prepararon, y fue cuando notó algo en la que describía el libro de Martin, escrito con grandes letras moradas (¿cuándo no?).

—Eh… ¡vendido en noventa y cinco dólares! —gritó, dando un mazazo.

Los asistentes al evento parpadearon, confundidos, ¿qué había sido eso?

Mientras tanto, Nea parpadeaba con aire confundido, pero finalmente sonrió de forma encantadora, bajó sus armas (para alivio de quienes la rodeaban) y se sentó, lamentándose para sus adentros por la sequía de literatura nueva que le costaría ese ejemplar.

—Ahora, continuemos con la subasta, damas y caballeros, y será de nuevo algo intangible que… ¿Para qué tengo que anunciar a esta loca?

El dueño del Palacio se veía tan genuinamente confundido que todos comenzaron a preguntarse qué seguía. Sin embargo, tuvieron que esperar a que él acabara de leer sus notas, aunque por la sonrisita de Bell, quizá no debían averiguarlo.

—Como sea… Para reemplazarme por unos momentos como subastador, denle un fuerte aplauso a Tanit… ¡Vamos, aplaudan! Que tiene peor genio que yo…

—¿Qué dices? —una chica de cabello bicolor y mirada penetrante caminó entonces hacia el atril, quitándole el micrófono y el mazo a Dann —Anda, párate aquí —le dijo, mandándolo de un leve empujón al centro de la tarima —¡Hola! —saludó ella, dejando a más de uno alucinado, ¿de dónde habría sacado Bell a esa chica? —Vengo a ofertar algo que seguramente muchos quieren, porque… ¿A quién no le gustaría tener un buen sirviente?

—¿De qué diablos hablas? —el susodicho comenzó a espantarse, más cuando una luz ligeramente azul lo iluminó.

Por toda respuesta, Tanit sonrió y sacó una tarjeta del bolsillo de su pantalón de mezclilla, al tiempo que agitaba sus coloridos cabellos.

—Damas y caballeros, ¡tenemos veinte dólares como precio inicial por los servicios personales de Dann durante un mes entero!

Las ovaciones no se hicieron esperar, pero para la idea, obviamente. Dann, por su parte, comenzaba a entrar en pánico. ¿Por qué le pasaba eso a él?

—Los servicios son ilimitados, podrán pedirle lo que quieran, pero nada que ponga en peligro su vida —siguió describiendo Tanit, conteniendo la risa —Además, se aceptan ofertas conjuntas, para evitar disputas.

—¿Cómo que conjuntas? —soltó el dueño del Palacio, oficialmente espantado.

Al instante, el lugar quedó en silencio, antes que se formaran pequeños grupos de féminas que cuchicheaban sin descanso. Bell, con toda la tranquilidad del mundo, sujetó con fuerza su libreta y su bolígrafo, miró los grupitos recién formados y se dirigió al que más le convino.

Oh, sí, la subasta estaba a punto de ponerse interesante.

—¡Ofrecemos treinta dólares! —indicó Luu, agitando una mano con entusiasmo, siendo acompañada por Tato y Frikiloka.

—Muy bien, tenemos treinta por aquí —Tanit señaló al trío de chicas —¿Quién da más?

—¡Acá, nosotras! ¡Treinta y cinco! —gritó Luna, apoyada por las Diosas Menores.

—¡Treinta y cinco, damas y caballeros! ¿Otra oferta?

—¡Por acá! ¡Damos cincuenta! —alzó la voz Janni, que junto con Baru, Catta y Joke, sonreía con ganas, quizá imaginando lo que podrían divertirse con la servidumbre de Dann.

—En serio, ¿por qué a mí? —musitó el dueño del Palacio en tono lastimero.

—Pobre, ¿no deberíamos ofertar? —inquirió Seba a Stiven, que lucía un lindo cardenal en la mejilla derecha.

—Sí, como no. ¿Vas a quitarle su diversión a tu mujer? Por no hablar de la mía…

Seba miró de reojo a Baru y con un escalofrío, le dio la razón al pobre Stiven.

—¡Por acá, cariño! ¡Damos cien por Dann!

Si no hubieran estado allí para oírla, nadie creería que esa frase salió de la boca de Nea.

—¿Otra vez? ¿Por qué demonios pagan tanto por…?

—¡Pues por eso, maldita sea! —rugió Bell de improviso, mirando hacia la tarima con una ceja arqueada y alzando la mano donde sostenía el bolígrafo —Doscientos y fin del tema.

Las demás que pujaban se quedaron tan asombradas por la repentina ira de la Líder que se miraron unas a otras, preguntándose si debían seguir dando ofertas o no. Finalmente, las de la OSECI hicieron señas de que era mejor no meterse con ella. Sobre todo porque Sole, Cam, May y Nea se veían igual o más molestas.

—Etto… Peti–chan, ¿no vas a decir nada? —inquirió Joke, nerviosa.

—Pues no. Si Bell está enojada por lo que yo me sé, que Dann lo pague. Además, ¿ya viste quiénes más lo compraron? Ni loca me meto con ellas.

Joke, viendo al grupo de chicas que daba saltitos en ese momento, asintió.

—Pues bien, damas y caballeros, ¡vendidos los servicios de un mes de Dann al grupo de Bell! Enhorabuena, chicas, solo recuerden que deben devolver al chico entero, ¿de acuerdo?

De nuevo, Dann masculló algo que sonaba muy parecido a un lamento.

~Un par de horas después, en el comedor de la residencia de la OSECI~

La subasta logró terminar sin más heridos (si no contamos a Stiven, que volvió a soltar un comentario impertinente al venderse la trilogía completa de El Señor del Tiempo en edición de tapa dura y Sucy Weasley, que lo oyó, le dio un golpe con una sig antes de comprar la trilogía en veinticuatro dólares), por lo que Bell los invitó a disfrutar de una sencilla cena para celebrar el cumpleaños de Nea. Esta vez el pastel no tenía ninguna decoración especial, solo era de chocolate con algo de crema batida encima, pero a Nea le encantó.

Entre un platillo y otro, se fue entregando a los compradores sus respectivas adquisiciones, no sin antes acordar con la Fundadora detalles sobre el pago. Así, cuando Nea recibió su flamante ejemplar de Juego de Tronos y buscó la dedicatoria, se sorprendió con lo que halló.

Para Nea Poulain, que celebra el día en que ha nacido, cuando como dicen los Stark, Se Acerca el Invierno.

—¡Bell! ¿Me hiciste pagar por algo que estaba dedicado a mí?

—Pues no. Las chicas y yo tuvimos que prometer un montón de favores para conseguir eso, no pensaba cobrártelo, solo le pedí a Fic que te hiciera pujar para hacerles ver que sí lo querías. ¡No me creían! Todo porque ya lo leíste…

—Lo dicho, tus chicas están locas.

—A propósito, ¿qué haremos con Dann?

—¿Lo dices por ese mes de servicio que compramos? Déjame pensar…

—No me imagino qué se te ocurrirá. Mientras, les daré sus compras a los demás y claro, puedo preguntarles a Sole, a Cam y a May si tienen alguna idea.

—Muy bien.

Bell siguió rondando por allí anotando formas de pago y entregando documentos, ignorando deliberadamente las muecas de contrariedad de Dann, a quien Peti intentaba animar.

Lo que le esperaba al dueño del Palacio no era nada sencillo.

&&&

Bueno, después de dificultades técnicas (Bell no tenía inspiración ni tiempo, vamos), así como un par de acontecimientos raros (una peleíta de nada en Twitter, en realidad), terminamos así el especial de Navidad, que en realidad celebraba a Nea y claro, traje unos cuantos invitados especiales que espero les guste su mención y quieran salir más seguido. No acaba de convencerme cómo salió esto, de verdad, así que espero que no me odien por semejante conclusión y que Dann no se preocupe, no lo mataremos (Bell ríe un poco antes de encerrarse en el refugio anti-bombas).

Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.

4 comentarios:

  1. Sólo diré una cosa: al menos espero que los que me compraron no me hagan nada malo :( me odias, Bell, no sé cómo es que pienso regalarte aquello por los cien dólares que diste en la segunda parte :((((

    Anyway...

    ¡Me gustó, as always! Me encantan las OSECI-Aventuras, sabes eso. ¡Esperando la próxima!, hasta lueguis;
    Daniel

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  2. Amo la dedicatoria. Aiiins. Con el lema de los Stark (o sea de Robb I El Hermoso y de Jon estupido y sensual Nieve).

    Te quiero mucho Bell.

    Por sobre todo... ME GUSTA DAR MIEDO. Me amo a mi misma y quiero el nombre de la otra persona que pujó (????) juro que no le voy a hacer demasiado daño *sonrisa arrebatadora*

    Nea.

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  3. :O No esperaba aparecer en tu blog(?) Me sorprendió y me gustó, tengo que leer más de las OSECI-aventuras estas de las que tanto escribís n.n

    Lástima que no me llevé nada de la subasta (?)

    Un besito!
    Tato.

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  4. ¡Hola, Bell!

    Amo las OSECI-Aventuras. Y sí, fue una peleita de nada (?. Ya veremos que hacer con Dann, pero de que le quitamos ese complejo de "soy un mal escritor" se lo quitamos (?.

    Como sea me encantó, como siempre. Extraño a mucha gente de socializando U_U. Pero bueh... sólo poco mantenemos contacto.

    *Ve a Tato y se lanza sobre ella* Me encanta verte, querida xD.

    Ya me voy.

    Saludos mágicos

    May

    Pd: Me da flojera entrar en mi cuenta (?

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