~En la entrada anterior…~
La
subasta comenzó, haciéndose Dann cargo de ella. Los artículos a la venta eran
de lo más variados y aunque hubo un par de peleas bastante notorias (una por
cierto vestido y otra por algo que el dueño del Palacio ahora estaba obligado a escribir), parecía que el último
evento de la OSECI marchaba viento en popa.
Hasta que
salió a la venta cierto artículo que Nea Poulain haría lo imposible por
obtener, pero… ¿podría pagar el precio?
Vamos a
averiguarlo.
~18 de diciembre, en el salón principal de la
residencia de la OSECI…~
Allí
estaba, codiciado por varios de los presentes, tanto habitantes de Agua
Imaginaria como algunos invitados que Bell había llamado para hacer de la
subasta, algo digno de recordarse. Sin embargo, la oferta por el ejemplar
autografiado de Juego de Tronos
podría irse al diablo si Nea asustaba a todos con esa expresión fiera y el
látigo bien sujeto en la diestra.
Bien,
pensó Bell al encogerse de hombros, en realidad daba igual.
—Cuarenta
—comenzó la puja, siendo pronunciada la cifra por una Nea que intentaba
contener su molestia.
Con que
May no podía decirle quién había comprado el último Juego en su propia tienda, ¿eh? Eso era cosa de Bell, seguro…
—Bien, la
señorita Nea Poulain acaba de ofrecer cuarenta dólares, ¿quién da más? —preguntó
Dann, por mero compromiso (o eso quería pensar).
Por
favor, ¿quién sería capaz de arriesgar su integridad física para poner a prueba
la paciencia de la dueña del Arsenal?
—Cuarenta
y cinco.
Corrección,
¿quién era el suicida que se atrevía a pujar por el libro? Eso era lo que Nea
quería saber. Ese ejemplar de Juego
debía ser suyo, ¡suyo! Con esa portada nueva, tan genial…
—¿Alguien
da…?
—Cincuenta
—pronunció la joven de mechones de pelo verde interrumpiendo a Dann. Su voz era
suave, casi peligrosa, y causó escalofríos en la gente cercana a ella.
—¡Tenemos
cincuenta dólares! ¿Alguna otra oferta?
Dann
tragó saliva. ¿A qué estaba jugando ese…? Miró de reojo cierta cara y cierta
sonrisita de satisfacción y sintió que no quería saber la respuesta.
—Sesenta.
En serio,
¿quién quería ser latigueado con tantas ganas? Nea no lograba verlo, solo
oírlo.
—Setenta
—pronunció, lamentando en el alma que no podría comprar otros libros en una
larga, larguísima temporada.
—Noventa.
¡Ajá, ya
tenía ubicado de dónde venía la voz! Pero tenía que estar su dueño sentado
donde las luces estaban más tenues…
—No–ven–ta–y–cin–co
—dijo Nea lentamente, amenazante, queriendo saber si aquel pobre incauto se
atrevería a ofrecer tanto o más de lo que Bell recién había pagado por el
relato de Dann.
Por
cierto, el dueño del Palacio había
dejado de intervenir en la puja, leyendo distraídamente las tarjetas que le
prepararon, y fue cuando notó algo en la que describía el libro de Martin,
escrito con grandes letras moradas (¿cuándo no?).
—Eh…
¡vendido en noventa y cinco dólares! —gritó, dando un mazazo.
Los
asistentes al evento parpadearon, confundidos, ¿qué había sido eso?
Mientras
tanto, Nea parpadeaba con aire confundido, pero finalmente sonrió de forma
encantadora, bajó sus armas (para alivio de quienes la rodeaban) y se sentó,
lamentándose para sus adentros por la sequía de literatura nueva que le
costaría ese ejemplar.
—Ahora,
continuemos con la subasta, damas y caballeros, y será de nuevo algo intangible
que… ¿Para qué tengo que anunciar a esta loca?
El dueño
del Palacio se veía tan genuinamente
confundido que todos comenzaron a preguntarse qué seguía. Sin embargo, tuvieron
que esperar a que él acabara de leer sus notas, aunque por la sonrisita de
Bell, quizá no debían averiguarlo.
—Como sea…
Para reemplazarme por unos momentos como subastador, denle un fuerte aplauso a
Tanit… ¡Vamos, aplaudan! Que tiene peor genio que yo…
—¿Qué
dices? —una chica de cabello bicolor y mirada penetrante caminó entonces hacia
el atril, quitándole el micrófono y el mazo a Dann —Anda, párate aquí —le dijo,
mandándolo de un leve empujón al centro de la tarima —¡Hola! —saludó ella,
dejando a más de uno alucinado, ¿de dónde habría sacado Bell a esa chica?
—Vengo a ofertar algo que seguramente muchos quieren, porque… ¿A quién no le
gustaría tener un buen sirviente?
—¿De qué
diablos hablas? —el susodicho comenzó a espantarse, más cuando una luz
ligeramente azul lo iluminó.
Por toda
respuesta, Tanit sonrió y sacó una tarjeta del bolsillo de su pantalón de
mezclilla, al tiempo que agitaba sus coloridos cabellos.
—Damas y
caballeros, ¡tenemos veinte dólares como precio inicial por los servicios
personales de Dann durante un mes entero!
Las
ovaciones no se hicieron esperar, pero para la idea, obviamente. Dann, por su
parte, comenzaba a entrar en pánico. ¿Por qué le pasaba eso a él?
—Los
servicios son ilimitados, podrán pedirle lo que quieran, pero nada que ponga en
peligro su vida —siguió describiendo Tanit, conteniendo la risa —Además, se
aceptan ofertas conjuntas, para evitar disputas.
—¿Cómo
que conjuntas? —soltó el dueño del Palacio,
oficialmente espantado.
Al
instante, el lugar quedó en silencio, antes que se formaran pequeños grupos de
féminas que cuchicheaban sin descanso. Bell, con toda la tranquilidad del mundo,
sujetó con fuerza su libreta y su bolígrafo, miró los grupitos recién formados
y se dirigió al que más le convino.
Oh, sí,
la subasta estaba a punto de ponerse interesante.
—¡Ofrecemos
treinta dólares! —indicó Luu, agitando una mano con entusiasmo, siendo
acompañada por Tato y Frikiloka.
—Muy
bien, tenemos treinta por aquí —Tanit señaló al trío de chicas —¿Quién da más?
—¡Acá,
nosotras! ¡Treinta y cinco! —gritó Luna, apoyada por las Diosas Menores.
—¡Treinta
y cinco, damas y caballeros! ¿Otra oferta?
—¡Por
acá! ¡Damos cincuenta! —alzó la voz Janni, que junto con Baru, Catta y Joke,
sonreía con ganas, quizá imaginando lo que podrían divertirse con la
servidumbre de Dann.
—En
serio, ¿por qué a mí? —musitó el dueño del Palacio
en tono lastimero.
—Pobre,
¿no deberíamos ofertar? —inquirió Seba a Stiven, que lucía un lindo cardenal en
la mejilla derecha.
—Sí, como
no. ¿Vas a quitarle su diversión a tu mujer? Por no hablar de la mía…
Seba miró
de reojo a Baru y con un escalofrío, le dio la razón al pobre Stiven.
—¡Por
acá, cariño! ¡Damos cien por Dann!
Si no
hubieran estado allí para oírla, nadie creería que esa frase salió de la boca
de Nea.
—¿Otra
vez? ¿Por qué demonios pagan tanto por…?
—¡Pues
por eso, maldita sea! —rugió Bell de improviso, mirando hacia la tarima con una
ceja arqueada y alzando la mano donde sostenía el bolígrafo —Doscientos y fin
del tema.
Las demás
que pujaban se quedaron tan asombradas por la repentina ira de la Líder que se
miraron unas a otras, preguntándose si debían seguir dando ofertas o no.
Finalmente, las de la OSECI hicieron señas de que era mejor no meterse con
ella. Sobre todo porque Sole, Cam, May y Nea se veían igual o más molestas.
—Etto…
Peti–chan, ¿no vas a decir nada? —inquirió Joke, nerviosa.
—Pues no.
Si Bell está enojada por lo que yo me sé, que Dann lo pague. Además, ¿ya viste
quiénes más lo compraron? Ni loca me meto con ellas.
Joke,
viendo al grupo de chicas que daba saltitos en ese momento, asintió.
—Pues
bien, damas y caballeros, ¡vendidos los servicios de un mes de Dann al grupo de
Bell! Enhorabuena, chicas, solo recuerden que deben devolver al chico entero,
¿de acuerdo?
De nuevo,
Dann masculló algo que sonaba muy parecido a un lamento.
~Un par de horas después, en el comedor de la
residencia de la OSECI…~
La
subasta logró terminar sin más heridos (si no contamos a Stiven, que volvió a
soltar un comentario impertinente al venderse la trilogía completa de El Señor del Tiempo en edición de tapa
dura y Sucy Weasley, que lo oyó, le dio un golpe con una sig antes de comprar
la trilogía en veinticuatro dólares), por lo que Bell los invitó a disfrutar de
una sencilla cena para celebrar el cumpleaños de Nea. Esta vez el pastel no
tenía ninguna decoración especial, solo era de chocolate con algo de crema batida
encima, pero a Nea le encantó.
Entre un
platillo y otro, se fue entregando a los compradores sus respectivas
adquisiciones, no sin antes acordar con la Fundadora detalles sobre el pago.
Así, cuando Nea recibió su flamante ejemplar de Juego de Tronos y buscó la dedicatoria, se sorprendió con lo que
halló.
Para Nea Poulain, que celebra el
día en que ha nacido, cuando como dicen los Stark, Se Acerca el Invierno.
—¡Bell!
¿Me hiciste pagar por algo que estaba dedicado a mí?
—Pues no.
Las chicas y yo tuvimos que prometer un montón de favores para conseguir eso,
no pensaba cobrártelo, solo le pedí a Fic que te hiciera pujar para hacerles
ver que sí lo querías. ¡No me creían! Todo porque ya lo leíste…
—Lo
dicho, tus chicas están locas.
—A
propósito, ¿qué haremos con Dann?
—¿Lo
dices por ese mes de servicio que compramos? Déjame pensar…
—No me
imagino qué se te ocurrirá. Mientras, les daré sus compras a los demás y claro,
puedo preguntarles a Sole, a Cam y a May si tienen alguna idea.
—Muy
bien.
Bell
siguió rondando por allí anotando formas de pago y entregando documentos,
ignorando deliberadamente las muecas de contrariedad de Dann, a quien Peti
intentaba animar.
Lo que le
esperaba al dueño del Palacio no era
nada sencillo.
&&&
Bueno,
después de dificultades técnicas (Bell no tenía inspiración ni tiempo, vamos),
así como un par de acontecimientos raros (una peleíta de nada en Twitter, en
realidad), terminamos así el especial de Navidad, que en realidad celebraba a
Nea y claro, traje unos cuantos invitados especiales que espero les guste su
mención y quieran salir más seguido. No acaba de convencerme cómo salió esto,
de verdad, así que espero que no me odien por semejante conclusión y que Dann
no se preocupe, no lo mataremos (Bell ríe un poco antes de encerrarse en el
refugio anti-bombas).
Cuídense
mucho y nos leemos a la próxima.
Sólo diré una cosa: al menos espero que los que me compraron no me hagan nada malo :( me odias, Bell, no sé cómo es que pienso regalarte aquello por los cien dólares que diste en la segunda parte :((((
ResponderEliminarAnyway...
¡Me gustó, as always! Me encantan las OSECI-Aventuras, sabes eso. ¡Esperando la próxima!, hasta lueguis;
Daniel
Amo la dedicatoria. Aiiins. Con el lema de los Stark (o sea de Robb I El Hermoso y de Jon estupido y sensual Nieve).
ResponderEliminarTe quiero mucho Bell.
Por sobre todo... ME GUSTA DAR MIEDO. Me amo a mi misma y quiero el nombre de la otra persona que pujó (????) juro que no le voy a hacer demasiado daño *sonrisa arrebatadora*
Nea.
:O No esperaba aparecer en tu blog(?) Me sorprendió y me gustó, tengo que leer más de las OSECI-aventuras estas de las que tanto escribís n.n
ResponderEliminarLástima que no me llevé nada de la subasta (?)
Un besito!
Tato.
¡Hola, Bell!
ResponderEliminarAmo las OSECI-Aventuras. Y sí, fue una peleita de nada (?. Ya veremos que hacer con Dann, pero de que le quitamos ese complejo de "soy un mal escritor" se lo quitamos (?.
Como sea me encantó, como siempre. Extraño a mucha gente de socializando U_U. Pero bueh... sólo poco mantenemos contacto.
*Ve a Tato y se lanza sobre ella* Me encanta verte, querida xD.
Ya me voy.
Saludos mágicos
May
Pd: Me da flojera entrar en mi cuenta (?