sábado, 11 de junio de 2016

Tinta a la Carta LXXXVIII: Comida en cinco tiempos

~Aperitivo~
Flavia de los extraños talentos
(Alan Bradley)
—¡Oh, madre de Dios! Discúlpeme usted, coronel De Luce, pero… ¡Oh, madre de Dios!
Papá y yo tuvimos que apartarla para ver al otro lado. Era un pájaro, una agachadiza chica, y estaba muerta. Yacía de espaldas en el umbral de la puerta, con una desagradable mirada vidriosa y las alas desplegadas como si fuera un pequeño pterodáctilo. La larga aguja negra que era su pico apuntaba directamente al cielo. La brisa matutina agitó algo clavado en él…, un trocito de papel.
No, no era un trocito de papel. Era un sello de correos.
Papá se agachó para verlo mejor y reprimió una exclamación. De repente se llevó las manos, que le temblaban como las hojas de un álamo en otoño, a la garganta y su rostro se tornó del color de la ceniza mojada.

~Entrada~
Inferno
(Dan Brown)
En la oscuridad, Langdon sintió cómo la droga se propagaba por su cuerpo casi instantáneamente, arrastrándole de nuevo a ese profundo pozo del que había emergido. Resistiéndose, se esforzó por mantener los ojos abiertos e intentó incorporarse, pero su cuerpo pesaba como el cemento.
Langdon se dio la vuelta y volvió a encontrarse de cara a la ventana. Como ahora las luces estaban apagadas, su reflejo había desaparecido del cristal y había sido reemplazado por la silueta de una ciudad.
En un mar de torres y cúpulas, una fachada iluminada una torre almenada y con matacán, que se elevaba hasta los noventa metros de altura.
Langdon se incorporó de golpe, lo cual provocó una explosión de dolor en su cabeza. Haciendo caso omiso al suplicio palpitante que sentía, se quedó mirando la torre.
Conocía bien esa estructura medieval.
Era única en el mundo.
Lamentablemente, también se encontraba a seis mil quinientos kilómetros de Massachusetts.

~Plato Fuerte~
El nombre del viento
(Patrick Rothfuss)
Me llamo Kvothe, que se pronuncia «cuouz». Los nombres son importantes porque dicen mucho sobre la persona. He tenido más nombres de los que nadie merece. […]
[…] Una vez mi padre me dijo que significaba «saber». […]
He robado princesas a reyes agónicos. Incendié la ciudad de Trebon. He pasado la noche con Felurian y he despertado vivo y cuerdo. Me expulsaron de la Universidad a una edad a la que a la mayoría todavía no los dejan entrar. He recorrido de noche caminos de los que otros no se atreven a hablar siquiera de día. He hablado con dioses, he amado a mujeres y he escrito canciones que hacen llorar a los bardos.
Quizá hayas oído hablar de mí.

~Entremés~
Los relámpagos de agosto
(Jorge Ibargüengoitia)
La linterna iluminó una fosa recién cavada. No pude más. Ante la desfachatez, el cinismo y la cobardía, no pude más. Con un rápido movimiento de mis músculos bien ejercitados, empujé a mi acompañante al agujero. Y él, que toda su vida fue un abogadillo y tenía un cuerpo fláccido, se precipitó con un chapoteo en el fango asqueroso. La linterna se apagó y probablemente también se perdió. Yo me alejé a tientas, sin hacer caso de Pérez H. que gritaba estúpidamente.
—Lupe, ayúdame… ¿Por qué me empujas?... ¿Qué te traes, desgraciado?..., etc. —con insultos que iban subiendo de tono. Lo hubiera matado de haber tenido con qué.
Éste fue el segundo mandoble que me asestó la Fortuna, porque al día siguiente, la Cámara, en sesión plenaria de emergencia, nombró Presidente Interino a Pérez H.

~Postre~
Vampyr
(Carolina Andújar)
En esos momentos, lo último que necesitaba era estar atrapada entre cuatro paredes sin escapatoria alguna. ¿Y si el diablo aparecía de nuevo? ¿Y si Susana estaba escondida debajo de mi cama en ese mismo instante? Además, ¡necesitaba poder hablar con Carmen o con Marie para tratar de aclarar las cosas que habían pasado! La señorita Krumlauf asió a Carmen de la muñeca y se la llevó, no sin que antes nos dirigiésemos una mirada de mutua compasión. Al salir, nuestra institutriz le puso llave al cerrojo por fuera, dejándome completamente sola… y a merced del enemigo. Ese oscuro día de octubre cambió nuestras vidas para siempre. Ese día cumplí dieciocho años.

Con mis agradecimientos a Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".

No hay comentarios:

Publicar un comentario