miércoles, 21 de junio de 2017

Describiendo a... (CCXIII)

Título: Los Dominios del Ónix Negro. La Unión.

Autor: Adriana González Márquez.

Sinopsis: Tras haber perdido la segunda piedra a manos de Arématis, los paladines se dan cuenta de que Lylibeth ha sido herida y está en proceso de perder el alma, por lo que debe establecerse una conexión entre ella y Vanessa, aumentando a cuatro el número de paladines conectados entre sí. Gracias a esto, los jóvenes han incrementado sus poderes [...]. Ahora, Vanessa y los demás paladines deberán hallar las dos piedras restantes para hacer frente al malvado Arématis [...]. (Extracto de la solapa interior de la portada de mi ejemplar).

Editorial de mi ejemplar: Random House Mondadori (ahora Penguin Random House), a través de Montena.

¿Qué les puedo decir? El final de una serie de libros se considera el cierre de todo, cuando los últimos misterios se resuelven y los protagonistas llegan al final de su aventura, termine o no en final feliz. Así la cosa, ¿creerían que no iba a tener a la mano la última parte? Eso es no conocerme a estas alturas, damas y caballeros, la verdad. Así pues, pasemos a lo que interesa, y avisados quedan que probablemente salgan detalles que podrían considerarse spoilers.

Vanessa sabe que el tiempo se le acaba. Arématis, enemigo de la paz y el bien en los Dominios, tiene ahora más poder, así que necesitan hallar las dos piezas que faltan del ónix en el cual está encerrado un conocimiento y un poder sin precedentes. Antes de eso, Vanessa ha tenido que ayudar a otra persona de forma poco convencional, lo que podría granjearle la desconfianza de aquellos que deberían protegerla y a su vez, ella misma se empieza a cuestionar los procesos del mundo y qué tanto puede realmente como Elegida.

Los conflictos crecen, cambian y torturan la mente de una chica que está dejando de ser adolescente, aunque en ciertos casos, no puede dejar de mostrar que no acaba de madurar porque bien mirado ¿le han dado la oportunidad? La metieron de lleno a salvar no solo el mundo que conoce, sino unos parajes que hasta hacía poco, ni sabía que eran reales. El amor de su vida (sí, tal cual, ya saben cómo se las gastan las series juveniles) y los buenos amigos que han hecho son aquellos a quienes desea salvar con toda el alma, lo mismo que su familia, pero parece que todo se tuerce de tal manera, que debe tomar medidas drásticas. Las cuestiones a resolver son una, si Vanessa sabe cuáles son esas medidas y dos, si a la hora de la verdad podrá ejecutarlas.

Conciudadana de mi alma (sí, Bell se refiere a la autora), déjame aclararte una cosa: en un final de trilogía, si sacas algo nuevo, ¡haz el favor de resolverlo en ese mismo final! Disculpa, pero no puedes sacar algo como la interrogante de la protagonista respecto a la necesidad del personaje X y ¡no contestar la maldita interrogante! Ajá, que se note mi frustración, por favor. Nunca me han gustado las sagas que concluyen sin responder hasta la última duda y aquí pasó. ¿Recuerdan la seudo-reseña de Utopía? Pues algo así pasó aquí: me preguntaba algo, que quizá para muchos no importaba pero para mí realmente era algo interesante a resolver, ¡y nunca lo dijeron! ¡Jamás! No me importa que el personaje X fuera un poco odioso, ¡quería saber la respuesta a esa pregunta!

Eso me lleva a decir que la mayor parte de los personajes no me desagradaron. Ojo, fíjense cómo lo digo. Para decir "me gustaron" no tengo palabras. Lo anterior es porque, a pesar de que pude tragarme a la protagonista, a su amor, a su familia y a sus amigos, eso no significa que la adore. No olviden que por ella salieron en mi TL por primera vez las siglas PAI (explicadas en anteriores seudo-reseñas) y eso es difícil de olvidar. Vamos, creo que con este elenco pasó que me gustaron más algunos de los secundarios que los principales y eso, en mi curiosa escala, no es muy bueno en la mayoría de los casos.

Por todo lo anterior, debo decirles que estos libros me entretuvieron, me hicieron reír (aunque fuera por los clichés que no dejaban de aparecer), me hicieron perderle un poco de fe a la humanidad (esas portadas, conciudadana, ¡esas portadas!) y me dieron esperanza en el talento nacional, pero no acabaron de satisfacerme. Aunque esto último puede que sea cosa mía, porque últimamente no me entusiasmo demasiado con las lecturas. Con esta trilogía sentí algo del ansia de antaño de leer hasta que me canse, pero no tanto como esperaba. No sé si alguien me entienda.

Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.

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