jueves, 5 de julio de 2018

Describiendo a... (e-LXXXIII)

Título: Hijo de nadie (en el idioma original, Son of No One).

Autor: Sherrilyn Kenyon.

Sinopsis: Josette, sola y sin ingresos, se ve obligada a aceptar el trabajo de cámara en un programa sobre fenómenos paranormales. Buscando en una casa presencias de ultratumba, tropieza con una alfombra, choca contra un espejo, lo atraviesa y cae en un bosque encantado, donde un atractivo desconocido la rescata del agresivo ataque de unas terroríficas criaturas sobrenaturales. (De la introducción).

Formato: epub.

¿Qué les puedo decir? A partir de aquí, la serie de Kenyon parece que no tiene ni pies ni cabeza. Lo juro por mis reinos imaginarios (?), aunque en realidad, no es eso exactamente, sino que nos muestra de sopetón elementos de una mitología que, al menos al enlazarla con la de los Cazadores Oscuros (la griega, principalmente), parece no tener el menor sentido, además de la presentación de personajes que no nos suenan de nada. Pero a estas alturas, ¿quién soy yo para criticar lo que Kenyon hace con su saga aunque la siga leyendo? En fin, aquí voy.

Comenzamos viendo la perspectiva de alguien a quien encierran en una especie de dimensión oscura, debido a lo que en ese momento, parece una traición de las graves. Ese alguien no sabe cuánto tiempo ha pasado cuando, de buenas a primeras, recibe una visitante: se trata de una mujer del siglo XXI, que no tiene idea de las cosas sobrenaturales, pese a estar emparentada con una familia "de locos" (así la llaman varios) y que ella misma parezca atraer la mala suerte últimamente. Nuestros personajes se conocen y se empiezan a hacer amigos (y algo más, ya saben cómo se las gasta Kenyon), pero el estar encerrados pronto se convierte en el menor de sus problemas.

Si soy sincera, debido a la desconexión que siento con estos protagonistas (aunque Josette te saca unas cuantas risas y ella trata a sus mascotas casi igual que yo), no le tengo a este libro tanto cariño como a los otros. Es verdad que hacen cameo algunos de nuestros favoritos (como los gemelos todopoderosos y guapísimos Ash y Styxx), pero fuera de eso, Kenyon se arriesgó bastante al mostrarnos un poco más de su versión de cierta mitología celta (se leyó algo en el libro de Talon, no seudo-reseñado aquí, lo siento). Además, parece que por enésima vez, se va conjurando algo más allá de nuestra comprensión (Kenyon no me engaña, ella debe saber qué onda), así que hay que estar atenta a cualquier cosa que nos resulte sospechosa, porque puede ser de utilidad después.

Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.

(Leído en 2017)

No hay comentarios:

Publicar un comentario