~En la entrada anterior…~
La fiesta de Bell estaba casi lista, pero surgió la
duda, por parte de Doño Dann, de dónde estaba la del cumpleaños. La respuesta
que consiguió el dueño del Palacio
fue que engañaron a la Fundadora de la OSECI a irse unos días a su ciudad,
porque entre otras cosas, debía reponer parte de su reserva especial de
chocolates.
Así las cosas y con un curioso “pique” entre Fic y
Orlando, ¿cómo creen que salió la fiesta?
Vamos a averiguarlo.
~Octubre, en la cocina de la residencia de la OSECI…~
Bell miraba a su alrededor con terrible fastidio,
intentando concentrarse en lo que horneaba aquel día, pero simplemente no
podía. Vio de nuevo su pierna derecha, unos objetos apoyados en la pared más
cercana y siguió resoplando, brincando (literalmente) de un lado a otro.
En unas sillas, sentadas ante una mesita redonda de
color blanco, May y Sole fingían jugar una partida de cartas, aunque en
realidad estaban atentas a cualquier movimiento repentino de la Líder, lo mismo
que vigilaban que nadie se colara a esa habitación en ese momento. Tragaban en
seco cuando la oían farfullar entre dientes, pero se calmaban al no escuchar
nada más.
A todo esto, ¿por qué Bell estaba de tan mal humor y
era cuidadosamente vigilada por la Alcaldesa y su auto–proclamada “Hija
Adoptiva”? ¿Acaso no había tenido una memorable fiesta de cumpleaños ese año?
Si tan solo supieran…
~26 de junio, en la estación de transportes de Agua
Imaginaria…~
El pintoresco pueblo de Agua Imaginaria contaba con
una pista de aterrizaje para avionetas, un estacionamiento suficientemente
grande como para albergar cinco autobuses a la vez y además, un andén al cual
llegaba un tren a esos parajes. La Estación de Transportes Enero 11 (1) era bastante completa, aunque cada vez era menos común
que la gente usara el tren.
—Anunciamos la llegada del tren de las cuatro.
La frase salida del altavoz alertó a Fic que debía ir
al andén, cosa que no le llevó ni dos minutos. Al detenerse los vagones color
azul oscuro, los que venían a bordo descendieron con gran alboroto, pero el
joven de ojos verdes de inmediato miró a dos figuras que venían una junto a la
otra. Arqueando una ceja, se acercó a ambas, presintiendo que las cosas se iban
a poner todavía más extrañas de lo que acostumbraban ser en aquel lugar.
~En la sala principal de la residencia de la OSECI…~
—¡A ver, silencio! No oigo ni mis pensamientos.
May vociferó aquello un par de veces para poder
contestar la llamada entrante a su celular, de color verde y plateado. Había
reconocido el número y se preguntó si algo iba mal.
—¿Qué pasa, Fic? —preguntó la Alcaldesa casi de
inmediato.
La gente a su alrededor, poco a poco, dejó lo que
hacía para fijarse en la Encargada de los Chocos, que fruncía el ceño y torcía
la boca a cada cosa que escuchaba.
—No hay problema, un sitio más en la mesa no nos hará
daño. ¿El lugar para…? —May comenzó a reír con nerviosismo, mirando una a una
al resto de las SECI’s —¡Pero claro que lo conseguimos, Fic! ¿Cómo crees que
olvidaríamos algo así? Anda, no hables mientras conduces, ¡hasta luego! —la
Alcaldesa miró un largo instante su celular, para luego girarse y encontrarse
con todo el mundo mirándola —Eh… Bell trae a una amiga… Y quiere saber si
encontramos dónde guardar sus chocos fuera del alcance de Joke.
—¿Una amiga? ¿La de su ciudad? —quiso saber Writer.
—Sí, esa misma. Rubí, se llama…
—Etto… ¿Ya no voy a poderme los chocos de Bell–sempai?
—Es la idea, Joke, ¿pero dónde los guardamos?
—¡Yo me encargo! —se ofreció Luna, ansiosa por dejar
la habitación.
—Bien, entonces a trabajar, que no tardan en llegar.
Por regresar cada quien a sus asuntos a toda carrera,
nadie se fijó en que la alfombra de la sala quedaba levantada en cierto punto.
Como esperando que algún despistado metiera el pie
allí y tropezara.
~En las calles de Agua Imaginaria…~
—¿Qué, algún famoso vino y no me enteré?
Bell observaba con cierta curiosidad los adornos que
estaban colocados por todas partes, sin comprender realmente qué estaba
sucediendo.
Iban en el pequeño auto color azul oscuro de Fic,
quien dirigió una elocuente mirada a su otra pasajera por el retrovisor.
—No, cariño, es otra cosa —se decidió a contestar Fic,
encogiendo los hombros.
—¿En serio? ¿Qué es? No me digas que Mery y Carmen
organizaron otro evento de esos…
—Amiga mía, ¿estás o te haces?
Rubí, la mejor amiga de Bell en su ciudad natal, la
miró arqueando una ceja. La adoraba, era evidente, pero en ocasiones podía
desesperarla esa… personalidad suya.
—No tengo idea de qué hablas —soltó Bell, encogiéndose
de hombros.
Los otros dos se miraron con cierta incredulidad antes
de rodar los ojos. Al segundo siguiente, parpadearon con cierto miedo.
Debía ser verdad eso de que mientras más convives con
alguien, más imitarás sus gestos.
~En la sala principal de la residencia de la OSECI…~
—¿Y esto? No veo nada…
Bell abrió la puerta principal de la residencia con
sus llaves, hallándose con un lugar en penumbras debido a las cortinas
corridas. A paso lento, se fue adentrando hasta llegar a la sala principal,
donde miró a ambos lados con una mueca de inmenso disgusto en la cara.
—¡Son inicios del verano, por Merlín y toda su magia!
¿A quién diantres se le ocurrió…?
—¡Sorpresa!
Bell se sobresaltó, dio un traspié y…
Mientras las cortinas se abrían para dejar ver al
montón de gente que había gritado y sonreía con ganas, deseosos de presentar
sus felicitaciones, Fic y Rubí se habían precipitado a detener a todos,
moviendo las manos de un lado a otro.
—¡Cuidado, la van a aplastar! —gritaba Fic.
—¿Qué ustedes nunca revisan todo dos veces? —se quejó
Rubí.
Los demás no comprendieron hasta que oyeron a alguien
vociferar.
—¿Quién rayos está encima de mí?
—Lo siento —soltó la voz de Luna.
La Messias, con la túnica revuelta y el pelo
cubriéndole los ojos, había caído de sentón cuando alguien (sospechaba que Joke
o Carmen, que habían estado atrás de ella segundos antes) la empujó al felicitar
a la Líder. Lo malo es que aterrizó encima de la susodicha Líder, quien por la
impresión, había tropezado con una parte levantada de la alfombra.
Basta con decir que no pudo levantarse sin hacer
muecas de dolor.
—Chicas, las quiero, pero la próxima vez, ¿no podrían
dejar de caerme encima?
Bell miró de mal humor a Luna, quien colorada de
vergüenza, no sabía dónde meterse.
—Bueno, bueno, ¡a la mesa! —invitó May, tratando de
romper la tensión.
Todo el mundo obedeció, siendo Bell la última, ya que
sentía que la rodilla derecha no dejaba de punzarle. Cuando finalmente quiso
pararse, por poco y se vuelve a caer, de no ser porque Orlando la sostuvo a
tiempo.
—Gracias, cariño —dijo la Fundadora, sonriendo con
desgano —Fic, ¿me ayudas?
El nombrado, ni tardo ni perezoso, acudió a su
llamado, lanzándole una mirada de advertencia a Orlando, quien simplemente
sonrió y se encogió de hombros.
—Tú quieres morir, ¿cierto? —soltó alguien a espaldas
de Orlando, que al voltearse, descubrió a la amiga de Bell, Rubí, con una ceja
arqueada —Si aceptas un consejo…
—No, gracias.
—Igual te lo daré, aunque seas un mocoso maleducado
—indicó la joven mujer de cabello rojizo, viéndolo con fastidio —No deberías
meterte con Fic. En primera, Bell no te lo perdonará si se entera. Y en
segunda… No, con esa tienes. La segunda espero que nunca la sepas.
Y Rubí se fue al comedor, dejando al antiguo Amante
algo desconcertado.
~En la cocina…~
Pad iba desesperadamente de un lugar a otro, mirando
por todas partes
—¿Dónde está el pastel? —la oyeron preguntar con
desesperación Mery y Writer cuando entraron por la comida.
—¿Cómo que no está el pastel? —se escandalizó la
Sacerdotisa Escribana.
—¡Pues eso mismo! Lo dejé aquí —la Ahijada de la
Alcaldesa señaló parte de la barra de la cocina, junto a la estufa, antes de
seguir dando vueltas por todas partes —y ya no está.
La Diosa Menor de las Artes Escénicas frunció el ceño,
para luego chasquear los dedos al mismo tiempo que Writer lanzaba un gemido de
angustia.
—¡Joke! —soltaron ambas.
Y seguidas por Pad, salieron a toda carrera en
búsqueda de la Invitada Especial.
~En el comedor…~
A Bell la habían sentado en la cabecera de la mesa,
sin dejar que se sirviera nada ella misma, aunque no hubiera podido, porque
Joke no tardó en revisarle la rodilla y declarar que no debía caminar ni nada
que se le pareciera, antes de salir hacia donde guardaban el material de
curación de la residencia, a conseguir vendas y…
—¡No, por favor! ¡Otra vez muletas no! —oyeron que se
quejaba la Líder.
Aunque andaba sonriente, Bell no estaba teniendo su
mejor cumpleaños, al menos por el asunto de la caída. Luna procuraba no
acercarse demasiado a ella, todavía lamentándose de haber echado todo a perder,
sin importarle que Bell dijera que no tenía culpa de nada.
—¿Dónde está Joke? —inquirió Mery tras un largo rato,
llegando al lugar con Pad y Writer.
—Buscando cosas para la rodilla de Bell, ¿por?
Ante lo dicho por May, las tres recién aparecidas se
miraron y a la vez, se esfumaron por donde habían venido, para desconcierto de
todos.
—Eh, May, esto está delicioso —declaró Carmen, sentada
entre sus apuestos amigos, como siempre —¿Ya es hora del pastel, no?
—Ah, sí —la Alcaldesa movió la cabeza arriba y abajo,
antes de parar de golpe.
Mery y Writer eran las encargadas de llevar el pastel
a la mesa. Pero si ellas y Pad andaban tras su gemelosa, quería decir…
—¡Yo la mato! —dejó escapar la Encargada de los Chocos,
antes de salir como vendaval.
—¿Soy yo o algo malo pasó? —dejó escapar Nea, que
hasta el momento había estado charlando con Frikiloka y Luu, abrazando a Dann
por un lado mientras por el otro a él lo rodeaban los brazos de su ‘posa.
Nadie le contestó.
~En la sala de baile…~
—A ver qué hace Ficticio para arreglar esto…
Orlando contemplaba la redonda charola en sus manos
con una sonrisita. Según él, echar a perder la fiesta de su ex–amante era la
ocasión perfecta para hacerse el héroe y reconquistarla.
No es que lo de él y Bell hubiera sido muy serio, pero
a Orlando de verdad le había llegado a gustar la compañía de la Líder, y quería
recuperarla. Sin embargo, sus intentos de acercamiento se vinieron abajo el día
que Fictus Rodrigus Ficticio decidió, de buenas a primeras, mudarse a Agua
Imaginaria. A todo esto, ¿cómo había dado con el pueblo ese insignificante…?
Orlando no pudo terminar su pensamiento. El pastel se
desvaneció de entre sus manos.
~En el comedor…~
—¡Bell, bonita, aquí tienes!
Que alguien le dedicara un piropo a la Fundadora de la
OSECI era un poco raro, pero tratándose de Fic, no tanto, menos cuando entraba
al comedor con un apetitoso pastel de chocolate decorado con un rayo amarillo sobre
glaseado blanco. Parecería algo simple, pero Bell estaba encantada y tras
soplar la única vela que tenía, pidiendo un deseo, por fin pareció feliz.
Pese a ello, no paró de quejarse por su rodilla en
toda la velada, ni siquiera cuando aplaudió a rabiar al sencillo espectáculo que
los chicos de Doño Dann (entre ellos un indignadísimo Orlando) le presentaron.
Aunque para ser una fiesta preparada por las SECI’s,
no hubo incendios, ni cosas rotas, ni nada que se le pareciera y eso era algo.
~En el presente, en el comedor…~
Sí, Bell tuvo un buen cumpleaños, pero lo de la
rodilla, por alguna razón, no se le había curado del todo. Joke hacía cuanto
podía por aliviarla, pero hasta la fecha, debía usar un bastón para caminar de
un lado para otro, lo cual le recordaba a cierto doctor de cierta serie
televisiva que ella y el dueño del Palacio
adoraban.
—Muy bien, ¿ya está en la mesa? —quiso saber Bell de
repente, sobresaltando a May y a Sole, que se habían tomado en serio su partida
de cartas.
—Sí, ya, por supuesto —indicó la seudo–madre de Dann,
antes de salir corriendo.
May iba a seguirla, cuando Bell le preguntó.
—¿Se puede saber por qué me están evitando todas?
—¿Evitando? ¡Qué va! —la Alcaldesa rechazó la
posibilidad con un gesto de mano antes de huir… digo, salir de allí.
Bell meneó la cabeza.
—Como si no las conociera… —masculló, antes de fruncir
el ceño —¡Eh! ¿Quién me ayudará a llevar todo a la mesa?
Fic entró en ese momento, sonriendo, para tomar lo que
Bell le indicaba y volver a irse.
~En el comedor…~
Ese día, quien ocupaba la cabecera de la mesa era
Luna, mirando a su alrededor con nerviosismo, como si temiera que fuera a
caerle algo encima.
—Tranquila, mujer, todo está bien —le comentó Writer.
—Me da mala espina, en serio —susurró la Messias.
—Pastel, pastel, pastel… —canturreó Fic por lo bajo,
depositando una charola ante Luna —Pide un deseo, anda.
La aludida miró el postre y sonrió, asintiendo con
ganas y soplando.
Que Bell le cocinara personalmente un pastel de
cumpleaños con el escudo de su amado Barça no tenía precio.
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(1) El nombre de la estación es en honor a la fecha de
la primera entrada de la OSECI en el blog de su servidora, en enero de 2011.
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Bueno… Debía esto desde hace mucho, así que aquí lo
tienen. Es en conmemoración al cumpleaños de Luna, aunque en España a estas
horas ya es día veinticuatro, pero en fin… Tenía otra idea de cómo acabar con
mi propio especial, pero entre mi rodilla, inventarios y demás asuntos,
simplemente la inspiración se me fue y no pude acabar como hubiera querido.
Solo espero que sepan perdonarme por semejante final y que puedan (y quieran)
desearme suerte para la siguiente OSECIaventura.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
¡Eh! Que yo también adoro a House. Como sea. Genial como siempre. Ains ese Orlando y sus malas ideas. Pobre Joke yo queriendo matarla y la chica no hizo nada. Por cierto... extraño a mi gemelosa. U_U.
ResponderEliminarSaludos mágicos
May