sábado, 23 de marzo de 2019

Tinta a la Carta CIV: Merienda en cuatro tiempos

~Aperitivo~ 
El curioso caso de Benjamin Button 
(Francis Scott Fitzgerald) 
—Oye —dijo a Roscoe un día—, te he repetido una y mil veces que quiero ir al colegio. 
—Pues ve —contestó Roscoe lacónicamente. El tema le desagradaba y deseaba evitar una discusión. 
—No puedo ir solo —adujo Benjamin con impotencia—. Tendrás que apuntarme y llevarme. 
—Yo no tengo tiempo —declaró Roscoe sin contemplaciones. Entornó los ojos y miró, inquieto, a su padre—. De hecho —añadió—, mejor será que no alargues mucho más este asunto. Mejor será que acabes de una vez. Mejor será… Mejor será… —Se interrumpió y enrojeció mientras buscaba las palabras adecuadas—. Mejor será que des media vuelta y empieces a ir otra vez en sentido contrario. Para ser una broma, esto ya ha ido demasiado lejos. Ya no tiene gracia. ¡Haz el favor de… de comportarte! 

~Entrada~ 
El fin de la eternidad 
(Isaac Asimov) 
¿Bien? ¿Tener permiso oficial para aprender todo lo que pudiera sobre los días anteriores a la Eternidad? ¿Estar personalmente asociado al mayor Eterno de todos? Incluso el hecho desagradable del estatus de un técnico parecía soportable en semejantes condiciones. 
Sin embargo, su precaución no le falló del todo. Dijo: 
—Si es necesario para el bien de la Eternidad, señor… 
—¿Para el bien de la Eternidad? —exclamó el enano computador con repentina excitación. Arrojó la colilla del cigarrillo con tal energía que se estrelló contra la pared opuesta y rebotó en una nube de chispas—. Te necesito para la existencia de la Eternidad. 

~Plato Fuerte~ 
Engaños 
(A. G. Howard) 
—¿Qué más? —pregunto para cambiar de tema. 
Deja caer la mano a mi rodilla. 
—¿Eh? 
—Has dicho «en primer lugar». Eso significa que hay más. 
Las arrugas de preocupación vuelven a aparecer en su frente. 
—Cierto. Es hora de que me digas la verdad. Toda la verdad. 
Se me hace un nudo en la garganta. 
—Son muchos años qué cubrir. ¿Por dónde debería empezar? 
—Vayamos pasito a pasito. La historia de tu madre. Cómo se involucró Jeb. ¿Sabe lo que eres? Y esa criatura alada que me llevó a través del portal del País de las Maravillas, ¿qué parte representa? 
—Guau, papá. ¿Eso es pasito a pasito? 
—Sí. 
—Serán pasos de brontosaurio —bromeo. 

~Postre~ 
Sangre dorada 
(Stephen Woodworth) 
—Usted debe ser Natalie Lindstrom, si no me equivoco. 
—Sí. Disculpe la actitud de mi hija. 
Natalie miró de soslayo hacia las escaleras torciendo el gesto. 
—Ah, no se preocupe. Es una niña muy linda. Mire, quería hacerle una propuesta laboral… 
«Ya estamos», pensó Natalie. 
—Lo siento, pero me pesca en un momento malísimo, y no creo que me interese comprarle nada de todos modos. 
El caballero rió entre dientes. 
—No he venido a venderle nada. Permítame que me presente… —introdujo una mano en el bolsillo interior de la chaqueta y extrajo una tarjeta—. Soy el doctor Abel Wilcox, de la Universidad de Stanford. Me gustaría contratar sus servicios como médium.  

Con mis agradecimientos para Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".

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