sábado, 30 de julio de 2022

Tinta a la Carta CX: Cena en tres tiempos

 ~Entrada~
B de Bestias
(Sue Grafton)

—Como quiera, Beverly. No quiero desanimarla, pero creo sinceramente que este trabajo podría hacerlo usted misma. Incluso le detallaría con gusto algunos métodos de actuación.

Me sonrió en aquel punto, aunque con un rictus de dureza, y acabé por comprender que estaba acostumbrada a salirse con la suya. […]

—Elaine y yo no nos llevamos bien —dijo con voz fluida—. En mi opinión, ya he dedicado demasiado tiempo a este asunto, pero prometí al señor Wender que la encontraría para que pudiera procederse al reparto de la herencia. Los otros herederos le presionan y él me presiona a mí. Le puedo dar un anticipo, si usted quiere.

Se puso a rebuscar nuevamente en el bolso y esta vez sacó un talonario de cheques. Desenroscó la capucha de la pluma de madera y se quedó mirándome.

—¿Bastará con setecientos cincuenta dólares? —dijo.

Abrí el cajón de la mesa.

—Voy a redactar un contrato.

 

~Plato Fuerte~

El cazador de sueños

(Sherrilyn Kenyon)

—Tendrás que pagar caro ese deseo.

—No esperaba menos. Dime qué quieres.

—Un alma. Un alma humana.

Eso era sencillo. Eliminar una vida humana sería pan comido. Las vidas humanas eran finitas y muy pocos mortales se molestaban en apreciar la belleza de la existencia humana. Él, en cambio, saborearía ese breve periodo de tiempo como uno de ellos.

—Trato hecho.

Hades volvió a chasquear la lengua.

—Pero qué inocente eres, chico. Has aceptado demasiado pronto. No quiero cualquier alma humana.

—¿Cuál quieres?

—Quiero el alma de la mujer por la que has hecho un trato con el diablo. […]

 

~Postre~

Fairest

(Marissa Meyer)

Sin embargo, tal como había aprendido de Channary, uno no siempre tiene que tomar las cosas por la fuerza. A veces es mejor si haces que vengan a ti. Si haces que te deseen.

Entonces una alianza matrimonial, justo como Channary había soñado para sí durante todos esos años. La princesa Winter sería una buena pareja para ese muchacho, pero Winter no tenía sangre real. La alianza sería demasiado superficial.

No, debía ser la reina. Debía ser Levana. Debía ser alguien que un día, algún día, procrearía un heredero al trono.

Apretando los labios, apagó la pantalla.

Supo que tendría que hacerlo. Por el pueblo. Por su futuro. Por Luna.

Por toda la Tierra.


Con mis agradecimientos a Nea Poulain, por la inspiración para el ciclo del entradas "Tinta a la Carta".

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