sábado, 3 de marzo de 2012

Tinta a la Carta XIV: Merienda en cuatro tiempos

~Aperitivo~
En la calle donde vives
(Mary Higgins Clark)
—¿Y cómo lo explicaría?
—Yo creo que quien mató a Martha Lawrence sabía lo que sucedió en mil ochocientos noventa y uno y que cometió el crimen emulando el asesinato de hace cien años.
—Espero que no esté dando crédito a esa tonta teoría de la reencarnación…
—No, claro que no, pero sí pienso que el asesino de Martha sabe mucho acerca de la muerte de Madeline Shapley.

~Entrada~
La borra del café
(Mario Benedetti)
Algún fin de semana me quedaba allí, leyendo entre los árboles, en particular junto a una araucaria que era mi favorita. El aire salitroso que subía de la costa, mezclado con la fragancia de los pinos viejos, me proporcionaba una extraña sensación de bienestar. Aprovechaba para respirar a pleno pulmón. En ciertas ocasiones dejaba el libro a un lado y me quedaba inmóvil, tan sólo escuchando a los pájaros y las bocinas que dialogaban allá en la Rambla.

~Plato Fuerte~
Ghostgirl, Loca por amor
(Tonya Hurley)
—Charlotte —leyó Markov —Tu pareja será…
—¿Sí? —canturreó expectante, al tiempo que aplaudía de excitación.
—Damen Dylan.
Charlotte no cabía en sí de asombro. En otro tiempo se habría desmayado ante semejante notición. Pero ¿ahora? ¿Qué sentido podía tener todo aquello? Eric malinterpretó la expresión de asombro en su rostro y sintió que le sobrevenía una emoción desconocida: los celos.

~Postre~
La Niebla
(Stephen King)
Eso fue cuando empezó a oscurecer… pero no: no lo digo bien. Lo que pensé en aquel momento no fue que estuviera oscureciendo, sino que se habían apagado las luces del súper. Un rápido reflejo me hizo elevar la vista hacia los fluorescentes, y no fui el único en eso. Y al principio, hasta que recordé el corte de fluido, tuve la impresión de que a eso se debía el cambio de luz. Pero entonces caí en la cuenta de que los tubos habían estado apagados todo el tiempo, sin que por eso notásemos oscuridad en el local. Y luego lo comprendí, aun antes de que empezaran a gritar y a señalar los que se hallaban junto al ventanal.
Llegaba la niebla.


Con mis agradecimientos a Nea Poulain por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta"

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