Título: Memorias de Idhún III. Panteón.
Autor: Laura Gallego García.
Sinopsis: Los ecos de la guerra parecen apaciguarse, aunque tal vez, solo sea la calma antes de la tormenta. Los Oráculos hablan de nuevo, y sus voces anuncian la próxima llegada de algo que puede cambiar para siempre el destino de dos mundos. (Extracto de la contraportada de mi ejemplar).
Editorial de mi ejemplar: Ediciones SM.
¿Qué les puedo decir? Pues bien, finalmente aparece lo que tengo que decir sobre la tercera parte de esta titánica trilogía. Sí, titánica, porque los tres libros (en especial este y Tríada) se me hicieron enormes y en cierta forma, complicados. Pero en fin, han valido la pena.
En Panteón, vemos que, aparentemente, Ashran el Nigromante ha sido vencido. Pero eso ha traído otros problemas más graves. Aquello que lo ayudaba a ser gobernante supremo de Idhún ha quedado en libertad, escondiéndose en otra persona, y sigue haciendo planes que no a toda la gente libre le gustan. Mientras, los héroes que vencieron a Ashran tienen que lidiar con las consecuencias, enfrentándose a cosas que sobrepasan con creces lo que ellos pueden hacer... aún siendo criaturas tan fantásticas como un dragón, un unicornio y un shek.
A ver, ya había mencionado que con Gallego García, no podía darse nada por sentado, ¿verdad? Pues en Panteón lo sigue demostrando. No de manera tan drástica como en La Resistencia o en Tríada, pero aún así, seguía dejándome con la boca abierta en ciertos casos.
Hay, por ejemplo, más desastres naturales que batallas. Aunque "naturales" no es el calificativo exacto para esos desastres. Tienen relación con aquello que le daba tanto poder a Ashran y por otro lado, averiguamos algunas cosillas de su pasado, de esos dioses que tanto adoran los idhunitas como los creadores de su mundo... Y un montón de cosas que ahora no vienen al caso (o quizá sí, pero que si se las revelo, les quito la emoción de leer todo eso).
Por otro lado, los personajes que conocimos en los anteriores libros evolucionan (a veces de forma no muy buena) debido a los acontecimientos o simplemente, a tener que forjar alianzas raras. Alsan estaba cayéndome bien, luego se portó como idiota y al final me entristeció (Bell traga saliva). Shail sigue siendo un buen tipo, me agrada, y me alegra que Zaisei lo quiera (Bell rueda los ojos, anda desvariando, así que prosigue). Algunos otros personajes secundarios, como Kimara, salen esporádicamente, y también pueden ser amados y odiados en cuestión de minutos. Increíblemente, Rando me cayó bien (no pregunten, Bell tiene gustos raros). Y me quedé con ganas de conocer más a Erik y a Eva (Bell aquí se muerde la lengua para no soltar un mega-spoiler, so pena de sufrir la ira de Nea).
Aunque siendo sincera, una de las cosas que más llama mi atención es esa relación rara que tienen don K (Kirtash), míster J (Jack) y V-chan (Victoria). En serio, ¿de dónde saca Gallego García esas ideas tan...? No sé, ¿tan revolucionarias? Y aunque el concepto de familia de esos tres es algo fuera de lo ordinario, tiene su lógica. En serio. Aunque don K y míster J tengan el instinto tan irracional de intentar matarse (no es culpa suya, pero en fin...), llegan a convivir más o menos en paz (quién fuera V-chan para ver eso de cerca). Pero no diré más, porque les echaría a perder la sorpresa.
Aquí también hay que prestar atención a cada cambio de escenario, a cada cosita a la que los personajes le den importancia... Porque la tiene. Oh, vaya que sí. Al menos la mayoría del tiempo. Más cuando tienen todos que enfrentarse a algo que es mucho más grande, complejo e incomprensible que víboras con alas, lagartijas súper desarrolladas o caballos con palitos luminosos en la frente (válgame, Bell delira de nuevo, ¿qué son esas descripciones de los sheks, los dragones y los unicornios?). Al final, te queda la sensación de que la gran Sheziss tenía razón en Tríada al decir algo como "pelea por ti mismo, no por lo que te digan tus dioses". Que me corrijan si eso no es la esencia de las palabras de la shek. Míster J tuvo suerte en aprender cosas de ella.
Por último, pero no menos importante: Irial, Yohavir, Neilam, Aldun, Wina y Karevan... ¡Son idiotas! (Bell frunce el ceño). No me importa lo que sean, ni cuánto miedo den, se los tenía que decir (Bell suelta una risita). Ya, ese fue otro desvarío mío, ignórenlo si quieren. Aunque no sé, quizá haya otros que piensen lo mismo cuando lean el libro. Más por cómo dejaron a Ankira (una niña que servía en uno de los Oráculos como Oyente, me dio ternura y lástima).
He terminado con Idhún, pero no duden que será de esos libros que leeré de nuevo, de vez en cuando, y quizá solamente unos fragmentos, para volver a sonreír, desesperarme o simplemente para viajar a donde tres soles alumbran los días y tres lunas acompañan a las estrellas nocturnas. Y reitero mi agradecimiento a Nea por "embaucarme" con su opinión. Nea, guapa, sin ti, no habría querido conocer Idhún. Gracias.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
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