jueves, 17 de diciembre de 2015

Describiendo a... (e-LXI)

Título: Inferno (en el idioma original, igual).

Autor: Dan Brown.

Sinopsis: En el corazón de Italia, el catedrático de Simbología de Harvard, Robert Langdon se ve arrastrado a un mundo terrorífico centrado en una de las obras maestras de la Literatura más imperecederas y misteriosas de la Historia: «Infierno» de Dante. Con este telón de fondo, Langdon se enfrenta a un adversario escalofriante y lidia con un acertijo ingenioso en un escenario de arte clásico, pasadizos secretos y ciencia futurista. [...]. (Extracto de la introducción).
Formato: Digital (epub).

¿Qué les puedo decir? En mi club de lectura en Whatsapp, salió sorteada la sugerencia de mi hermana menor postiza (larga historia, nacida en FanfictionNet), y como necesitaba una lectura que comenzara con la letra "I" para uno de mis desafíos de lectura, empecé este libro. Sí, incluso cuando debería volver a Eldest, pero pensarlo me da una flojera... (Bell rueda los ojos). Así las cosas, aunque el único libro pendiente de Brown que tenía era ese con el que comenzó a hacerse famoso (El código Da Vinci), pensé que no me haría daño dejarlo como está un rato más.

El prólogo de esta historia nos muestra los pensamientos de una persona que no sabemos quién es, pero por lo visto, cree realmente en que hará un bien a la humanidad... todo eso antes de que su propia vida se oscurezca. ¿De quién se trata y por qué parece que sus pensamientos son algo siniestros? Bueno, el prólogo no lo dirá, pero eso nos da la suficiente curiosidad como para pasar a la historia en sí.

Robert Langdon, afamado profesor norteamericano, se despierta en una habitación de hospital, herido en la cabeza y sin tener la menor idea de qué le ocurrió o dónde está. Se preocupa, sí, pero no tanto como cuando descubre que ya no está, ni por asomo, cerca de la universidad donde imparte sus cátedras, ¡sino al otro lado del océano! Ha perdido dos días de recuerdos, entre los cuales se encuentra el cómo y el por qué viajó hasta Florencia, Italia. Lo único que sí le queda es la vaga sensación de que, de no resolver el enigma que se le presenta poco después, el mundo entero estará en riesgo.

Le concedo a Brown que haga sus tramas medianamente interesantes y que nos presente sitios que, al menos en mi caso, no conocía o solo escuché nombrar un par de veces en mi vida. Suele gustarme investigar sobre algún lugar peculiar y esta novela despertó mi curiosidad para que, en un futuro, me anime a leer más de monumentos italianos, o como mínimo que busque fotos. Por ese lado, y el misterio que se traen los personajes principales respecto a una curiosa amenaza mundial, hacía que hubiera varios episodios en los que leyera de corrido bastantes páginas.

Ah, pero llegamos al "pero". Sí, hay un par de ellos, de hecho. El primero que se me ocurre (y del que pocas veces me quejo) es de la extensión: debido a que leí en digital esta novela, sentía que no acababa nunca, por más que revisaba el progreso de páginas y hacía un cálculo aproximado de lo que llevaba y de cuánto me faltaba. Supongo que últimamente no tengo paciencia con los textos largos.

El otro "pero", antes de que crean que lo olvidé, es la resolución del enredo monumental en el que Langdon se ve envuelto. Es decir, se trata de un panorama extraño, por no decir algo aterrador, pero la manera en que salen las cosas al final me recordó terriblemente al término deus ex-machina, ¿están familiarizados con él? Si no, dejen se los digo como yo lo entiendo: es cuando las cosas se resuelven debido a la intervención de algo o alguien que, por lo general, es ajeno a todo lo demás. Seguramente no es una explicación muy decente, pero se acerca bastante a lo que siento que pasó con Inferno.

Quizá, aparte de que me entretuve bastante con la novela, lo único que pasaré a agradecerle a Brown es que alimentara mi curiosidad sobre leer la Divina Comedia de Alighieri, aunque quizá no lo haga en un futuro cercano, debido a mi predisposición a hacer a un lado los poemas y todo lo que se le parezca.

Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.

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