Autor: Amy Tan.
Sinopsis: Cuatro mujeres chinas se reúnen regularmente en San Francisco para jugar al mah-jong, disfrutar de la comida china y contarse historias relacionadas con su pasado. A la muerte de su madre, June Woo debe ocupar su lugar en esos nostálgicos reencuentros. A partir de allí, June no solo redescubrirá la figura de su difunta madre, sino que las diversas vivencias de esas valientes mujeres que se enfrentan al desinterés que sus hijas demuestran por su cultura de origen. (De la contraportada de mi ejemplar).
Editorial de mi ejemplar: Random House Mondadori (a través de DeBolsillo).
¿Qué les puedo decir? No sé por qué quise leer este libro. Tengo una vaga impresión de haber leído (o escuchado, ya no estoy segura) una buena crítica a la historia y a su autora. Después de eso, lo veía y se me antojaba, pero no lo compraba. Y en la pasada Feria del Libro Aguascalientes (hay dos entradas en el presente blog sobre el evento) me hice de un ejemplar en oferta (tenía que estar en oferta para que me decidiera a comprarlo, ¿qué cosas, no?).
Pasando a la historia en sí, los capítulos no están numerados. El texto se divide en cuatro partes y cada una tiene unos cuatro capítulos, narrados en primera persona por las distintas mujeres que componen la historia: las cuatro hijas de chinos nacidas en Norteamérica y tres de las cuatro mujeres chinas que se sientan a jugar mah-jong en lo que llaman Club de la Buena Estrella. Lo bueno de mi ejemplar es que cuenta con índice, porque a veces, aunque me regresara a la página de inicio de cada "capítulo", olvidaba quién narraba qué.
Como dice la sinopsis, una de las mujeres del club ha muerto. Su hija asiste a una de las reuniones para ocupar su lugar en la partida de mah-jong (juego que, lamento decirlo, no sé cómo es; las únicas referencias que tengo son de los mangas y no creo que sean totalmente fieles a la realidad). En esa partida, las amigas de la fallecida Suyuan Woo le dicen a su hija que Suyuan anduvo buscando a dos hijas que perdió al huir de su pueblo durante un bombardeo de la Segunda Guerra Mundial... y que finalmente las halló, aunque no logró saberlo. Y le piden a June Woo, la hija de la fallecida, que vaya a China y les hable de su madre.
Se diría que de eso trata la historia, pero no, al menos no toda. Como mencioné, cada capítulo está descrito desde el punto de vista de una mujer distinta: las madres chinas hablan de su infancia, de sucesos que las hicieron ser como son ahora y las hijas hablan de lo que es crecer en Estados Unidos con madres chinas enseñándoles cosas chinas. Es de esas historias sencillas y a la vez muy buenas, que le hace pensar a una qué tanto se está perdiendo de lo que nuestros padres quieren enseñarnos; más si tienen un pueblo y una cultura tan impresionante a cuestas.
Como es un libro pequeño, no cuesta mucho terminarlo. Lo que cuesta es, repito, acordarse de quién está narrando qué y claro, quién es hija de quién. Los apellidos ayudan, pero vamos, estando todo el texto en primera persona, a veces se pierde una, lo reconozco. Pero los distintos finales entre madres e hijas (incluso el de June) dan un poco de esperanza sobre el hecho de estar más atentos con la cultura que dejamos atrás.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
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