Autor: Katherine Neville.
Sinopsis: Verity Banks es un genio informático y la ejecutiva más cotizada del todopoderoso Banco del Mundo, pero, cuando su jefe descarte su propuesta de mejorar la seguridad informática de la compañía, no dudará en tramar un plan perfecto que demuestre hasta qué punto está equivocado y que, de paso, le reporte una buena suma de dinero. Sin embargo, la pequeña travesura de Verity adquirirá nuevas dimensiones cuando entre en escena Zoltan Tor, mentor, mago de las finanzas y vividor, y le proponga un tentador reto: robar mil millones de dólares, invertirlos para ganar treinta millones en tres meses y devolverlos sin que nadie se dé cuenta. [...] (Extracto de la portada de mi ejemplar).
Editorial de mi ejemplar: Random House Mondadori (a través de DeBolsillo).
¿Qué les puedo decir? No me llamaba mucho la atención este singular libro las primeras veces que lo veía, pese a tratar un tema (el manejo del dinero) que comprendo medianamente (Bell es contadora de profesión, por si lo olvidaban). Sin embargo, debido a que, entre otras cosas, necesitaba algunas novelas cuyos títulos comenzaran con la letra "R", decidí comprarlo a ver qué tal estaba. Ahora sí, pasemos al meollo del asunto.
La historia comienza con una escena ambientada a principios de mil ochocientos; siendo más exacta, cuando Napoleón y el duque de Wellington protagonizan la famosa batalla de Waterloo. Un joven judío, pasando por dificultades sumamente curiosas, usa información que nadie más conoce para hacerse de una buena suma de dinero.
Dicho principio no parece muy conectado que digamos con la historia central, que empieza con la protagonista, Verity Banks, narrando lo que se le ocurre al acudir a una noche de ópera en San Francisco. Previo al espectáculo, tuvo un encuentro con su jefe, a quien había propuesto reforzar la seguridad de donde trabaja, el importantísimo Banco del Mundo, pero su déspota jefe no solo echa para atrás la propuesta, sino que frustra su oportunidad de conseguir un empleo estupendo en la Reserva Federal de los Estados Unidos. Así las cosas, no es de sorprenderse que Verity quiera hacerles ver que tiene razón en lo de la seguridad, ¿cómo? Nada más sencillo que robarles en sus propias narices.
Sin embargo, aquí entra en juego Zoltan Tor, quien unos años antes, le enseñó a Verity un montón de cosas, pero al precio de sacarla de quicio y hacerla marcharse de Nueva York. Ahora, después de enterarse de lo que ella pretende, Tor la embauca para aceptar una apuesta: ver quién puede robar mil millones de dólares, para invertirlos en aras de obtener al menos otros treinta y luego regresar el capital sin que nadie se dé cuenta... dentro de un tiempo límite. Así, inicia una curiosa carrera contrarreloj, de la cual no se sabe quién saldrá victorioso.
Es bastante entretenido ver las formas en que Verity y Tor, cada uno por su lado, intentan robar el dinero. En serio, dejando de lado cierta jerga financiera (que si se pone atención, es medianamente comprensible), plantea con cierto escalofrío que semejante fechoría podría ser posible, si se tienen los recursos a la mano y una mente privilegiada como las de esos dos. Y cómplices, no hay que olvidar a los cómplices, que aunque no muy relevantes, dan su toque a esta odisea. Más cuando el asunto parece salirse de las manos de los apostantes para conducirlos a algo mucho más complejo.
Pero así como tiene su lado bueno (a cualquiera le gustaría poder robar dinero, ganar un poco con él y luego devolverlo sin que nadie lo note), esta novela tiene su lado malo. La pequeña historia del judío que aparece al principio tiene una cierta continuidad, aunque no se sabe por qué hasta que el apellido del susodicho es mencionado de vez en cuando en la trama principal. Y no acabas de entender por qué te presentaron la historia del judío, o al menos yo no acabé de comprender ese punto. Si a eso sumamos cómo se dieron los acontecimientos que dieron lugar al final, se siente un tanto precipitado, cuando el curso de acción daba para un poco más de trama, aunque el libro se terminara alargando. Aparte, el cómo acabaron esos dos (Verity y Tor) me parece tan... (Bell rueda los ojos y se muerde la lengua para no soltar un spoiler). Basta con decir que parece una invitación a preguntarle a Neville en qué estaba pensando.
¿Es buena novela? Sí. ¿Como para qué es buena? Para pasar el rato y fantasear con ser, por un instante, Verity o Tor, apoderándonos de millones que no son nuestros, aunque tengamos la firme resolución de devolverlos. ¿Leeré en un futuro algo más de Neville? Quizá, pero no en un futuro cercano. ¿Recomiendo la novela? Si quieren oír un montón de cosas que tengan que ver con dinero, sí. Y cuidado, porque la protagonista narra la mayoría del libro.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
Dicho principio no parece muy conectado que digamos con la historia central, que empieza con la protagonista, Verity Banks, narrando lo que se le ocurre al acudir a una noche de ópera en San Francisco. Previo al espectáculo, tuvo un encuentro con su jefe, a quien había propuesto reforzar la seguridad de donde trabaja, el importantísimo Banco del Mundo, pero su déspota jefe no solo echa para atrás la propuesta, sino que frustra su oportunidad de conseguir un empleo estupendo en la Reserva Federal de los Estados Unidos. Así las cosas, no es de sorprenderse que Verity quiera hacerles ver que tiene razón en lo de la seguridad, ¿cómo? Nada más sencillo que robarles en sus propias narices.
Sin embargo, aquí entra en juego Zoltan Tor, quien unos años antes, le enseñó a Verity un montón de cosas, pero al precio de sacarla de quicio y hacerla marcharse de Nueva York. Ahora, después de enterarse de lo que ella pretende, Tor la embauca para aceptar una apuesta: ver quién puede robar mil millones de dólares, para invertirlos en aras de obtener al menos otros treinta y luego regresar el capital sin que nadie se dé cuenta... dentro de un tiempo límite. Así, inicia una curiosa carrera contrarreloj, de la cual no se sabe quién saldrá victorioso.
Es bastante entretenido ver las formas en que Verity y Tor, cada uno por su lado, intentan robar el dinero. En serio, dejando de lado cierta jerga financiera (que si se pone atención, es medianamente comprensible), plantea con cierto escalofrío que semejante fechoría podría ser posible, si se tienen los recursos a la mano y una mente privilegiada como las de esos dos. Y cómplices, no hay que olvidar a los cómplices, que aunque no muy relevantes, dan su toque a esta odisea. Más cuando el asunto parece salirse de las manos de los apostantes para conducirlos a algo mucho más complejo.
Pero así como tiene su lado bueno (a cualquiera le gustaría poder robar dinero, ganar un poco con él y luego devolverlo sin que nadie lo note), esta novela tiene su lado malo. La pequeña historia del judío que aparece al principio tiene una cierta continuidad, aunque no se sabe por qué hasta que el apellido del susodicho es mencionado de vez en cuando en la trama principal. Y no acabas de entender por qué te presentaron la historia del judío, o al menos yo no acabé de comprender ese punto. Si a eso sumamos cómo se dieron los acontecimientos que dieron lugar al final, se siente un tanto precipitado, cuando el curso de acción daba para un poco más de trama, aunque el libro se terminara alargando. Aparte, el cómo acabaron esos dos (Verity y Tor) me parece tan... (Bell rueda los ojos y se muerde la lengua para no soltar un spoiler). Basta con decir que parece una invitación a preguntarle a Neville en qué estaba pensando.
¿Es buena novela? Sí. ¿Como para qué es buena? Para pasar el rato y fantasear con ser, por un instante, Verity o Tor, apoderándonos de millones que no son nuestros, aunque tengamos la firme resolución de devolverlos. ¿Leeré en un futuro algo más de Neville? Quizá, pero no en un futuro cercano. ¿Recomiendo la novela? Si quieren oír un montón de cosas que tengan que ver con dinero, sí. Y cuidado, porque la protagonista narra la mayoría del libro.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
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