~En la entrada anterior…~
A Bell no
se le ocurrió mejor forma de reunir fondos para las fiestas decembrinas que
haciendo una subasta, justo el día del cumpleaños de una personalidad que sus
chicas conocen muy bien. Sí, Nea Poulain andaba de nuevo en Agua Imaginaria,
recién mudada al pueblo, y después de ciertas dificultades en el nuevo negocio
de la Alcaldesa, decidió ir a la dichosa subasta de la OSECI.
Bell la recibió con los brazos abiertos y un regalo de cumpleaños, pero aquí la
incógnita fue si May sobrevivirá a la ira de la dueña del Arsenal, ya que no
obtuvo lo que deseaba… ¿Y qué deseaba comprar Nea, por cierto?
Vamos a
averiguarlo.
~18 de diciembre. En el salón de baile de la residencia de
la OSECI…~
La
estancia rápidamente se llenó de personas, que mientras comenzaba el evento, se
dedicaban a charlar unas con otras, sobre todo intentando adivinar qué
venderían las locas… Perdón, las entusiastas jóvenes de la OSECI. De pronto,
las luces fueron bajando de intensidad suavemente, y unos cuantos se percataron
que Luna era la que estaba junto a los interruptores, girando una perilla
especial para crear tal efecto.
—Buenas
tardes, damas y caballeros —anunció una voz desde la tarima, donde un solitario
reflector alumbraba a Bell, ataviada con su túnica morada de la OSECI y calzada
con unas largas botas negras —Sean bienvenidos a nuestra subasta, en la cual
hemos procurado tener artículos para todos los gustos. Y no todos son
tangibles.
Bell dejó
escapar una risita, mientras los presentes se miraban unos a otros. ¿Qué se le
había ocurrido a la joven mujer de anteojos?
—Así
pues, sin más demoras, los dejo con nuestro subastador, el queridísimo Dann,
¡recíbanlo con un fuerte aplauso, que él decide si les vende las cosas o no!
Todo el
mundo aplaudió a rabiar cuando el dueño del Palacio
se colocó tras el atril, a lo que él respondió agitando una mano en alto, con
una mueca de incredulidad.
Seguro
muchos querían quedar bien con él por si se subastaba un objeto que desearan.
—Bien,
bien, vamos a comenzar —Dann ordenó las notas colocadas en el atril, leyó la
primera y arqueó una ceja —Ten amigas para esto… —masculló, lo suficientemente
cerca del micrófono para que lo oyeran, a lo que él carraspeó y anunció —Antes,
les avisamos que la moneda neutra para las pujas será el dólar americano y no
por gusto, sino porque Bell aquí presente hace las conversiones más fácil así
—Dann rodó los ojos con hartazgo, cosa que no pasó desapercibida para nadie
—Así que… Les tenemos esto para que se ayuden.
Al otro
lado de la tarima, otro reflector iluminó una enorme pizarra donde, con una
caligrafía bastante clara, se podía leer una tabla titulada “Tipos de
cambio”.
—Los
valores son al día de hoy, pero claro, cuando paguen pueden ser muy distintos
—avisó Dann, frunciendo el ceño —Cómo odio al dólar… —volvió a mascullar
demasiado cerca del micrófono, pero esta vez se ganó miradas de comprensión
—Ahora sí, les presento nuestro primer artículo, un objeto de colección para
verdaderos aficionados, así que por favor, si no tienen idea de qué es, no
digan nada —algunos hicieron muecas con semejante presentación, pero no
hicieron comentarios —Una réplica exacta de la Varita de Saúco finamente
tallada en madera real…
—¡Demonios,
es genial! —soltó una voz femenina desde la parte media del área del público.
—… Su
precio inicial es de cinco dólares, ¿quién da seis?
Algunos
hicieron muecas otra vez, sacando sus teléfonos celulares (puestos en modo de
vibrador, como les indicó Joke al ir tomando asiento) para hacer la conversión
de moneda con la función de calculadora. Ese iba a ser un punto en contra,
llevaría su tiempo que la gente hiciera esos cálculos para saber cuánto podían
gastar, pero aún así…
—¡Nada,
yo doy diez! —indicó Luna a grito pelado.
—Ah… ¿Diez
dólares? ¿Segura? —preguntó Dann, frunciendo el ceño.
—Sí, sí,
me falta esa para mi colección…
Algunos
de los habitantes de Agua Imaginaria miraron mal a la Messias, pero ella no se
dio por enterada.
—¿Nadie
da más? —inquirió el dueño del Palacio,
más por obligación que otra cosa, porque no se oía ninguna otra oferta. Acto
seguido, sacó un mazo de madera amarillenta de quién sabe dónde y golpeó una
parte del atril —¡Vendida la réplica de la Varita de Saúco a Luna Weasley por
diez dólares! Al terminar el evento pasas con Bell, para acordar el pago.
Luna
asintió, sonrió a más no poder e hizo un gesto de victoria alzando un puño.
—Nuestro
siguiente artículo no es algo que se pueda tocar en sí, pero en fin, yo no
organicé esto… —Dann revisa su siguiente nota, sin soltar el mazo, antes de
respirar profundamente y seguir —Se inicia la puja con doce dólares para un mes
de clases de baile gratis dadas por Mery O’Flahertie. Y si ya han visto sus shows,
saben que es una gran… ¿Quién diablos escribió esto? —espetó por lo bajo, pero
claro, seguía cerca del micrófono, así que todos escucharon.
—¡Deja de
quejarte y haz tu trabajo! —indicó Bell con los dientes apretados, con lo cual
pudieron verla sentada cerca de la pizarra con los tipos de cambio, libreta y
bolígrafo en mano.
Dann miró
la expresión amenazadora de la Líder y tragó saliva. ¿Ahora qué habría hecho (o
no hecho) para molestarla? Decidió no averiguarlo en ese momento.
—Bien,
bien, ¿quién ofrece trece dólares por las clases de Mery? Serán geniales, y
podrán pedirle los ritmos que quieran —agregó apresuradamente, revisando la
nota al respecto.
Eso
pareció motivar a la gente, porque de inmediato comenzaron a surgir las
ofertas, dejando anonadada a la Diosa de las Artes Escénicas. ¿Tanto querían
aprender a bailar?
—¿Nadie
da más? —quiso saber Dann tras cinco minutos de pujas casi ininterrumpidas —¡Vendidas
las clases gratis a Seba y Baru, por cincuenta dólares!
Los
nombrados se pusieron de pie por un momento, saludando a la gente cual maratonistas
triunfadores, antes de volver a sentarse y dejar que siguiera el evento.
—A
continuación, tenemos un vestuario confeccionado precisamente por Mery, con
ayuda de Veerie Lesath Lioncourt, ¡una réplica del vestido de sinsajo que usa Katniss Everdeen en cierta escena del libro En Llamas!
Varias
chicas soltaron gritos entusiastas, que a más de un varón le pareció de fanáticas
histéricas de un grupo musical de adolescentes. Sin embargo, no trataron de callarlas,
no fueran a acabar con algo más que una mirada fulminante sobre su persona.
—¿Qué
tiene de grandioso ese vestido? —musitó Stiven.
Y él fue
el vivo ejemplo para no criticar los gustos de los demás cuando un chasquido
bastante conocido antecedió al repentino lamento de dolor del marido de Janni.
Sí, nunca
insultes los gustos de una chica. Menos los de una con un Arsenal.
~Una hora después…~
Tras la
pelea monumental que varias protagonizaron para quedarse con el vestido de
Katniss (modelado por Carmen en la tarima) y que finalmente terminó en manos de
una May que no sabía dónde meterse debido a las miradas de envidia que recibía…
En fin,
después de esa pelea, fueron sacadas a la venta varias cosas más, algunas
incluso parecidas a las clases de baile de Mery. Cuando todo el mundo estaba
comentando lo bien que se la estaban pasando, Dann anunció un receso, señalando
una larga mesa rectangular en un lado de la habitación, donde había bocadillos
y bebidas.
—Reiniciaremos
en unos diez minutos, estén atentos —indicó Bell, con una sonrisa tensa.
—¿Ahora
qué le hiciste? —quiso saber Peti dos segundos después que su marido se
colocara a su lado, queriendo probar un bocadillo.
—¿Yo?
Nada, ‘posa mía. A todo esto, ¿por qué yo terminé siendo el subastador?
—Dann, ¿no
me digas que otra vez te pescó May borracho?
—Eh… No,
que yo recuerde no he vuelto a beber alcohol desde entonces. ¿Por qué?
—May dijo
que hicieron un trato, ¿no te acuerdas? —intervino Sole, arqueando una ceja,
preocupándose un poco por Dann.
El joven
señor del Palacio se puso a pensar.
Habló con May a principios del mes, sí. Ella estaba por inaugurar Wonderful
Queen, fue a platicarle que necesitaba a sus chicos para ese día, él aceptó
prestárselos, regatearon y…
—Esa May,
ya recordé —soltó, dándose una palmada en la frente —Le presté a los muchachos
para la inauguración de su tienda a cambio de que me consiguiera unos regalos
de Navidad, pero dijo que era un regalo por cada favor, así que… Aquí estoy.
—¿Qué
regalos de Navidad podrían costarte tanto? —se interesó Peti.
Pero
Dann, haciendo gala de una sordera repentina, giró la cabeza y miró su reloj,
dándose cuenta que ya era hora de reiniciar la subasta, por lo que corrió a la
tarima.
—Ese hijo
mío cae tan fácil… Logré sacarle a May que eran los nuestros —presumió Sole en
un susurro, conteniendo la risa.
Peti
asintió, ella sin poder imitar a su seudo-suegra, riendo a carcajadas.
—¿Qué
demonios…?
Dann
estaba al micrófono, pero como llevaba haciendo toda la velada, dijo algo que
no quería que todos oyeran, aunque esta vez logró contener la lengua y se
giró hacia Bell, quien arqueó una ceja con gesto impasible.
—¿Cómo
que el siguiente artículo es un cuento inédito mío a petición del comprador?
Ante las
palabras de Dann, se desató una ola de gritos. El susodicho pensó que se
trataban de quejas hacia Bell, quien se encogía de hombros, pero al poner atención …
—¡Yo lo
quiero! —comenzó May, agitando los brazos en alto.
—No, ¡lo tendré
yo! —espetó Nea, sujetando su látigo en una mano y su katana en la otra.
—Nada,
¡soy su madre, tengo prioridad! —exclamó Sole por todo lo alto.
—¡Eso no
es justo! —gritaron varias a la vez.
Dann
estaba alucinado, pero se recuperó de la impresión y carraspeó al micrófono.
—Eh… La
puja por ese… Cuento inédito —parecía que le costaba pronunciar y fulminó a
Bell con la mirada, quien le sonreía maliciosamente, como si hubiera hecho la
mejor travesura del siglo —Empieza en… ¿Veinte dólares? Bell, nadie va a pagar
tanto por…
—¡Veinticinco!
—ofreció May al instante.
—Momento,
todavía no empezamos con…
—¡Treinta!
—soltó Nea, chasqueando su látigo.
—Chicas,
esto no…
—¡Cuarenta!
—ofreció de repente Luu, frunciendo el ceño, parándose de un salto en su silla,
entre Frikiloka y Tato.
—Eh,
¡contrólense! Ni que fuera la gran cosa…
—¡Cincuenta!
—rebatió en ese momento… ¿Cuándo había llegado Cam allí?
—Ah, no,
¡sesenta! —ofrece Peti, parándose en su silla igual que Luu.
—¿Quieren
tranquilizarse? Un cuento mío no es…
—¡Ochenta!
—gritó entonces Catta, dando saltitos.
—¿Quieren
calmarse de una buena vez? —pidió Dann a todo volumen, lo que unido a usar el micrófono,
lo convirtió en un auténtico gritón.
—Cien
—ofertó tranquilamente Bell, sonriendo con satisfacción.
La
Fundadora sintió un montón de ojos clavados en ella, pero no le dio
importancia. Hizo unas anotaciones en su libreta y le hizo señas a Dann para
que continuara.
—Eh…
Pues… Vendido mi cuento inédito a Bell por cien dólares, a saber qué se le
ocurrirá que haga. Y ahora… Ahora sigue… ¿Cuál nota sigue de…? ¡Ah, aquí! Sí,
veamos…
El dueño
del Palacio parpadeó varias veces,
incrédulo, antes de aclararse la garganta y mover los labios susurrando algo
que, otra vez, no era para todo el público.
—Nea va a
matarnos.
La
aludida dio un respingo. Apenas se recuperaba de la decepción por no hacer que
Dann escribiera algo a su gusto y salía con eso. ¿Pues cuál artículo seguía?
Supo la
razón de los temores de Dann cuando Pad, tímidamente, se paró en la tarima
mostrando lo siguiente en venta, bien iluminado para que fuera perfectamente
visible.
—Aquí
tenemos un ejemplar de Juego de Tronos,
editado con una portada nueva a juego con el resto de las portadas en español,
y autografiado por su autor. La puja comienza con treinta dólares americanos. ¿Quién
da más?
Ciertas
personas, ubicadas cerca de la poseedora del Arsenal, veían su expresión de
creciente enfado y por instinto supieron que no debían ni siquiera pensar en
dar una cifra.
No si
querían celebrar la Navidad enteros y sin cicatrices, al menos.
~Continuará…~
Pues bien, aquí tenemos lo que sigue de la OSECIaventura. Como les avisamos, no todo lo que se subasta son cosas que se pueden tocar. ¿Quién quiere clases con Mery? Apúntense el año que viene (Bell suelta una risita).
Así las cosas (tan enredadas que ni yo sé de dónde han salido así), ¿creen que Nea conseguirá ese libro? ¿Quiénes más querían el vestido que compró May? ¿Por qué Dann no deja de decir que es mal escritor? (Bell rueda los ojos, esa es una historia para ser contada en otra ocasión). ¿Conseguiremos que la residencia de la OSECI no se vuelva campo de batalla?
Todo eso y más podrá ser contestado en la siguiente parte. Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
¡Llegó el que manda a dejar un comentario! JAJAJAJA
ResponderEliminar¡Me encantó la entrada! O sea, nononono, genialoso :33333 Yo, como subasto, así podría ser yo. Muy plausible mi representación (? jajajaj; pero sobre que subastan un cuento mío ¬¬' ¬¬' ¿Quién querría dar CIEN DÓLARES por algo así, Bell? Pero bueno, al final como te debo uno, eh... quizá te lo regale :P
¡Espero saber cómo continúa, me dejas en ascuas! Sabes que me encantan las OSECI-Aventuras XD
¡Hasta la próxima!
Daniel
Bitch, i'm genialus.
ResponderEliminar"Sí, nunca insultes los gustos de una chica. Menos los de una con un Arsenal."
:D ME ECANTÓ