~En la entrada anterior…~
El cumpleaños de Bell no
terminó con saldo blanco, pues por un accidente vial, la Líder está en coma.
Nea, en su propio cumpleaños, fue a verla, y el novio de Bell le entregó lo que
habría sido una felicitación en la fiesta de este año. Así, frustrada y medio
enfadada porque han pasado meses sin que pesquen al causante del accidente, Nea
decide que es el momento de acudir a la policía y no solamente a pedir
informes.
¿Cómo creen que irá este
asunto? Vamos a averiguarlo.
~En la comisaría de Agua Imaginaria…~
Aunque llevaba ya un tiempo
viviendo en el pueblo, Nea jamás había entrado a la comisaría. Era un edificio
bastante simple, de dos plantas, que por fuera habría pasado por una casa más
de la plaza de no ser por el enorme letrero sobre la puerta principal, cuya
caligrafía era recta y color azul. Respirando hondo, la de mechones verdes
entró.
La habitación que vio era
cuadrada, no muy grande, con bancos junto a las paredes laterales donde algunas
personas esperaban turno para hablar con la persona tras el mostrador, que
luciendo un uniforme azul de policía, en ese momento escuchaba con aparente
interés lo que un hombre decía sobre un robo a su… ¿invernadero?
—Señor, por última vez, si
tenemos noticias del caso, iremos a su casa a decírselas —indicó la persona
tras el mostrador, una joven de cabello oscuro y lentes que contenía a duras
penas una mueca de fastidio. Despachó al hombre que renegaba por las pérdidas
en su propiedad y volteó la cabeza hacia la derecha, gritando —¡Siguiente!
Una muchacha que cargaba con
una bolsa estampada con una popular gatita que vestía ropas negras se acercó y
describió rápidamente algo sobre alborotos cerca de su casa a altas horas de la
noche. Resignada a que tendría que esperar, Nea miró por todas partes dónde se
asignaban los turnos o algo, viendo al poco rato un aparato rojo de donde
salían papelitos con números. Tomó uno, vio que le tocaba el trece (tragó
saliva) y fue a sentarse a un banco.
Estar allí esperando se le
hacía horrible, como si no hubiera sido suficiente el pasarse meses sin que se
supiera algún progreso de la investigación. Quizá, en una gran ciudad, no se
armaría tanto escándalo por un accidente de auto, pero aquello era Agua
Imaginaria, el lugar no era grande y prácticamente se podía conocer a todo el
mundo en un mes, sino es que menos. Así que no le cabía en la cabeza que todo
aquello siguiera tan poco claro…
—¡Eh, siguiente! ¿Quién sacó
el trece?
Nea dio un respingo, Ese era
su número. Se puso de pie, acomodando discretamente la daga que cargaba al
cinto, cubierta por su abrigo verde musgo, y se acercó al mostrador.
—Hola, ¿qué te hace estar
aquí, atendiendo a la gente? —fue lo que dijo ante el mostrador.
—Bueno, a la encargada se le
ocurrió darse de baja por maternidad precisamente ahora —la policía se encogió
de hombros, dando a entender, aunque no hiciera falta, la ironía de la frase
—¿En qué puedo servirte, Nea?
—Quiero informes sobre la
investigación del accidente de la calle Reliquias.
Cuando la del mostrador
arqueó una ceja, Nea supo que no tenía ni idea de qué le hablaba.
—Fue hace casi seis meses.
La calle Reliquias es la que toma casi todo el mundo desde Enero 11 hasta la plaza.
—¡Ah, ya, la del bache! —la
del mostrador asintió repetidas veces, buscando entre sus papeles —Perdón,
todavía no me aprendo los nombres de las calles, debo salir más seguido. De esa
me acuerdo porque la cerraron un buen rato mientras estaban las obras de
remodelación.
“Cosa que debió hacer May
antes de ese día”, pensó Nea para sus adentros.
A unas calles de allí, en la
Alcaldía, la Encargada de los Chocos estornudó sonoramente, al tiempo que
sentía un intenso escalofrío.
Pero estábamos en la
comisaría. La policía por fin dio con una carpeta, la cual abrió para ver el
contenido. Arrugó la frente.
—Oye, ¿hace cuánto dijimos
que fue eso? —quiso saber.
—Hace casi seis meses, ¿por
qué?
—Aquí dice que el último
informe del caso se redactó en agosto.
—¿Eso qué significa?
La policía, por toda
respuesta, cerró la carpeta de golpe, se la colocó bajo el brazo y salió de
detrás del mostrador, mostrando que como parte del uniforme, no llevaba
pantalón, sino una falda combinada con… ¿Esos eran unos tenis azules con
flores?
—Que alguien aquí está
haciendo un mal trabajo —soltó, haciéndole una seña a un uniformado que iba
pasando para que se encargara del mostrador —Pero no te preocupes, me dejo de
llamar Hope Valentine (1) si no descubro qué sucede.
Algo le dijo a Nea que Hope,
con leer el informe, estaba más que indignada y con justa razón, habiendo
quedado Bell como quedó.
~En las afueras de Agua Imaginaria…~
Casi
nadie se molestaba en visitar la parte externa del pueblo, donde estaban los
escasos campos que algunos habitantes usaban para sembrar lo que, a fin de
cuentas, terminaba siendo la mayor parte de la comida que se consumía allí. Por
eso no era de extrañar que nadie hubiera notado que una choza bastante
desmejorada y vacía desde hacía años, últimamente mostrara signos de albergar a
alguien.
—¿Qué
hago, qué hago, qué hago…?
La
persona allí daba un montón de vueltas. Rara vez dormía, por lo cual las ojeras
bajo sus ojos eran entendibles; además, la ropa la llevaba arrugada, como si se
hubiera acostado con ella no una, sino varias veces. Se revolvía tanto el pelo
en sus paseos que este permanecía desordenado aunque no pasara la mano por él.
Finalmente, consultó la hora y vio que se le hacía tarde. Asomó la cabeza por
una ventana que daba a la parte trasera y después de comprobar algo, salió del
lugar, cerrando la puerta con llave, para luego acomodarse sobre la cabeza la
capucha de una chamarra oscura y dirigirse al pueblo.
Si no
fuera por su trabajo y su conciencia, se habría largado desde hacía mucho,
cuando supo las consecuencias de aquel incidente.
–––
(1) Con “Hope
Valentine”, se hace alusión al seudónimo que, normalmente, usa Vale Hope (compañera de su servidora en Cueva del Escritor) en casi todas las
redes sociales.
~Continuará…~
Bueno, pues siguiente entrega
ante ustedes, y si se lo preguntan, ha salido más corta que en otras ocasiones
por la temática y porque así no pierdo el hilo fácilmente de lo que sigue, que
si nada me lo impide, saldrá en una semana. Este año quiero hacerle honor al
extraño tema del especial (sí, eso de “Nea–Navidad–AñoNuevo–Reyes”). Además, que
sean partes breves ayuda a terminar a tiempo cada una, ¿no les parece? Que
todavía me acuerdo lo que fue escribir el primero de estos especiales (Incauto Cuento de Navidad, Nea adoró ser
Scrooge) y me da escalofríos (pero a Bell a veces le encanta complicarse la
vida solita, ya la conocen…).
Por lo tanto, ¿qué va a
hacer la jefa de la policía para descubrir lo que ocurre? ¿Nea deberá usar su
persuasivo Arsenal en algún incauto que no coopere? ¿Alguien en la comisaría
está encubriendo algo? ¿Y quién es la persona que vive a las afueras? (Esta
última es la obviedad en turno, ¿no creen?). Todas esas respuestas y quizá más
preguntas todavía vendrán en la siguiente parte, ¡no se la pierdan!
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