Título: El desierto de hielo.
Autor: Maite Carranza.
Sinopsis: La profecía se ha cumplido y los clanes de brujas Omar esperan que Anaíd, la elegida del cabello de fuego que posee el cetro de poder, acabe con las sanguinarias brujas Odish. Pero Anaíd tiene quince años, está enamorada y es más vulnerable que nunca a los peligros que la acechan y que la obligan a huir en compañía de su madre. [...] (Extracto de la solapa de la contraportada de la cubierta de mi ejemplar).
Editorial de mi ejemplar: Edebé.
¿Qué les puedo decir? Esta es la segunda entrega de la trilogía conocida como La guerra de las brujas, que es un poco diferente a su predecesora, El clan de la loba. ¿Quieren saber por qué? Bueno, vamos a ello.
Anaíd está digiriendo lo recién revelado acerca de su destino. Quiere celebrar su fiesta de cumpleaños, descubrir por qué se siente rara cerca de Roc, un chico que conoce desde la infancia, pero las cosas se complican cuando Selene, madre de Anaíd, detecta una presencia maligna cerca de Urt, su pueblo, y se disponen a viajar lejos, de forma prácticamente continua, rompiendo comunicación con casi todo el mundo. Es durante ese viaje que Selene considera que Anaíd puede saber los acontecimientos extraños y terribles que precedieron a su nacimiento y así, nos sumergimos a eventos de quince años atrás.
Cuando Selene era más joven, estudiaba Periodismo y lo que más quería era ser libre para actuar como quisiera, sin intervención de Deméter, su estricta madre Omar. En una fiesta conoce a un extranjero, Gunnar, cayendo enamorada casi al instante, pero resulta que él es el novio de la mejor amiga de Selene, una chica dulce y amable llamada Meritxell, con quien ocurre una desgracia que obliga a Selene a emprender la huida... en compañía de Gunnar. Viajan ambos prácticamente al fin del mundo durante el crudo invierno, pero Selene ignora lo que el destino le depara en esas latitudes.
En esta entrega, se deja de lado a Anaíd, solo un poco, para conocer a la Selene de antes, la que tuvo "algo" en su pasado que la hizo alejarse de las Omar por una temporada antes de darse a conocer la historia de que ella era la elegida de las profecías. Con ese vistazo al pasado, se comprende a Selene un poco más, y surge la pregunta de si Anaíd podrá aprender de los aciertos y fracasos de su madre para la tarea que le espera.
Y ese final de tres renglones (o algo así) no se hace, señora Carranza, no se hace (Bell menea la cabeza con desaliento). Es precisamente esa última escena la que intriga lo suficiente como para agarrar inmediatamente después La maldición de Odi. Sirve que se termina de leer la trilogía y se sabe cómo acaba todo.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
Anaíd está digiriendo lo recién revelado acerca de su destino. Quiere celebrar su fiesta de cumpleaños, descubrir por qué se siente rara cerca de Roc, un chico que conoce desde la infancia, pero las cosas se complican cuando Selene, madre de Anaíd, detecta una presencia maligna cerca de Urt, su pueblo, y se disponen a viajar lejos, de forma prácticamente continua, rompiendo comunicación con casi todo el mundo. Es durante ese viaje que Selene considera que Anaíd puede saber los acontecimientos extraños y terribles que precedieron a su nacimiento y así, nos sumergimos a eventos de quince años atrás.
Cuando Selene era más joven, estudiaba Periodismo y lo que más quería era ser libre para actuar como quisiera, sin intervención de Deméter, su estricta madre Omar. En una fiesta conoce a un extranjero, Gunnar, cayendo enamorada casi al instante, pero resulta que él es el novio de la mejor amiga de Selene, una chica dulce y amable llamada Meritxell, con quien ocurre una desgracia que obliga a Selene a emprender la huida... en compañía de Gunnar. Viajan ambos prácticamente al fin del mundo durante el crudo invierno, pero Selene ignora lo que el destino le depara en esas latitudes.
En esta entrega, se deja de lado a Anaíd, solo un poco, para conocer a la Selene de antes, la que tuvo "algo" en su pasado que la hizo alejarse de las Omar por una temporada antes de darse a conocer la historia de que ella era la elegida de las profecías. Con ese vistazo al pasado, se comprende a Selene un poco más, y surge la pregunta de si Anaíd podrá aprender de los aciertos y fracasos de su madre para la tarea que le espera.
Y ese final de tres renglones (o algo así) no se hace, señora Carranza, no se hace (Bell menea la cabeza con desaliento). Es precisamente esa última escena la que intriga lo suficiente como para agarrar inmediatamente después La maldición de Odi. Sirve que se termina de leer la trilogía y se sabe cómo acaba todo.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
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