Título: Ojos violeta (en el idioma original, Through Violet Eyes).
Autor: Stephen Woodworth.
Sinopsis: Extraños y valiosos, los violetas son humanos nacidos con habilidades psíquicas especiales: ayudan a la policía a resolver crímenes actuando como médiums con los muertos. Llevan una existencia infeliz y dolorosa a merced de una sociedad violenta que los controla, venera y margina, y que necesita sus servicios desesperadamente. Ahora además están en peligro. Se han convertido en el blanco de un brutal asesino en serie que ha aprendido a esconder su identidad a sus víctimas. Ante él, sus ojos violeta están indefensos. [...] (Extracto de la introducción).
Formato: Digital (epub).
¿Qué les puedo decir? A estas alturas, saben que mi perdición con las descargas de lecturas en electrónico son dos: portada y sinopsis. Si una me engancha, casi siempre la otra también y viceversa. En este caso en particular, la portada no invita a muchas cosas, es algo misteriosa y solo intriga el ojo violeta, pero en cuanto leí la sinopsis, supe que era un concepto medianamente original, así que me interesó saber más al respecto.
Dan Atwater es un agente del FBI que acude a presenciar un juicio por asesinato que parece transcurrir normalmente... hasta que llaman a una mujer de cabeza afeitada y peculiares ojos de iris violeta, de nombre Natalie Lindstrom. Esa mujer y sus similares son algo inusual en el mundo, pues permiten la comunicación con los muertos para que, entre otras cosas, atestigüen en sus propios procesos de justicia. Cuando acaba el testimonio de Natalie, Atwater le informa el por qué de su visita: hay un asesino en serie suelto, que se ha concentrado en matar gente de ojos violetas, y le pide su ayuda.
Ustedes se preguntarán: si las víctimas de homicidio pueden señalar a su asesino a través de un violeta, al menos en la realidad planteada por Woodworth, ¿cuál es el problema? Sencillo: los muertos que invocan estas personas especiales no siempre están dispuestos a cooperar de buena gana, Es más, siguen siendo tan humanos como cuando vivían, así que entre otras cosas, en los procedimientos judiciales hay una advertencia clara para el jurado: "tomarse el testimonio del fallecido como el de cualquier persona"; es decir, con cierta reserva, ya que puede ser tan poco fiable como el de un vivo. Con ese precedente, Natalie va con cautela buscando pistas del asesino de gente violeta porque no puede asegurar que sus contactos muertos den información valiosa y, por otro lado, su temporal compañero Atwater parece cargar con sus propios problemas, los cuales incluyen el tener toda la precaución posible con alguien como ella.
Como novela policíaca, no creo que esté tan mal. Digo, hay un criminal qué perseguir y unos motivos qué conocer, además de un agente de la ley con un pasado y una compañera renuente. Lo que sucede al final, cuando finalmente se sabe quién es el culpable y sus razones, también están razonablemente bien, pues no se sospechan enseguida, lo cual en esta clase de historias se agradece bastante. Tal vez todas las resoluciones de conflictos no sean de tu agrado (Woodworth, te odio por ya-sabes-qué), pero parecen las más adecuadas para lo que sigue... Parecen, porque algunas, como a veces pasa, las siento demasiado apresuradas o un poco forzadas. Si deciden darle una oportunidad a la serie de Woodworth, creo que sabrán de qué hablo.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
Dan Atwater es un agente del FBI que acude a presenciar un juicio por asesinato que parece transcurrir normalmente... hasta que llaman a una mujer de cabeza afeitada y peculiares ojos de iris violeta, de nombre Natalie Lindstrom. Esa mujer y sus similares son algo inusual en el mundo, pues permiten la comunicación con los muertos para que, entre otras cosas, atestigüen en sus propios procesos de justicia. Cuando acaba el testimonio de Natalie, Atwater le informa el por qué de su visita: hay un asesino en serie suelto, que se ha concentrado en matar gente de ojos violetas, y le pide su ayuda.
Ustedes se preguntarán: si las víctimas de homicidio pueden señalar a su asesino a través de un violeta, al menos en la realidad planteada por Woodworth, ¿cuál es el problema? Sencillo: los muertos que invocan estas personas especiales no siempre están dispuestos a cooperar de buena gana, Es más, siguen siendo tan humanos como cuando vivían, así que entre otras cosas, en los procedimientos judiciales hay una advertencia clara para el jurado: "tomarse el testimonio del fallecido como el de cualquier persona"; es decir, con cierta reserva, ya que puede ser tan poco fiable como el de un vivo. Con ese precedente, Natalie va con cautela buscando pistas del asesino de gente violeta porque no puede asegurar que sus contactos muertos den información valiosa y, por otro lado, su temporal compañero Atwater parece cargar con sus propios problemas, los cuales incluyen el tener toda la precaución posible con alguien como ella.
Como novela policíaca, no creo que esté tan mal. Digo, hay un criminal qué perseguir y unos motivos qué conocer, además de un agente de la ley con un pasado y una compañera renuente. Lo que sucede al final, cuando finalmente se sabe quién es el culpable y sus razones, también están razonablemente bien, pues no se sospechan enseguida, lo cual en esta clase de historias se agradece bastante. Tal vez todas las resoluciones de conflictos no sean de tu agrado (Woodworth, te odio por ya-sabes-qué), pero parecen las más adecuadas para lo que sigue... Parecen, porque algunas, como a veces pasa, las siento demasiado apresuradas o un poco forzadas. Si deciden darle una oportunidad a la serie de Woodworth, creo que sabrán de qué hablo.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
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