Título: Apuntes de un escritor malo.
Autor: Mauricio Bares.
Sinopsis: Hola, mi nombre es Anónimo Hernández, soy un escritor malo. Mis libros favoritos son Cien años de sobriedad y La muerte de Abstemio Cruz. Me preocupa el calentamiento global, que las librerías se hayan convertido en supermercados y que los editores queden reducidos a gerentes de Literatura. [...] Estos Apuntes van dedicados al lector, para que ría a pierna suelta. (Extracto de la contraportada de mi ejemplar).
Editorial de mi ejemplar: Nitro/Press.
¿Qué les puedo decir? En una de las Ferias del Libro Aguascalientes (no recuerdo ahora mismo en cuál), vendían este ejemplar. De hecho, allí lo compré... por primera vez. No lo leía (por mi ya entonces larga lista de pendientes), así que decidí regalarlo (pregúntenle al Doño) y que me lo volvería a comprar cuando tuviera ocasión... la cual fue unos años después, en una Feria del Libro del Zócalo (tampoco recuerdo cuál), donde la suerte hizo que el autor me diera su autógrafo... aunque si me preguntan cómo era el señor, lamento decir que lo he olvidado (Bell quiere ser cual avestruz y esconder la cabeza en un agujero).
Se nos presenta en este libro a un individuo pintoresco que responde al nombre de Anónimo Hernández quien, asegura, es un escritor malo. Pero realmente malo, de ese al que rechazan a cada momento para publicar, que mucho menos es agraciado y que saca de donde puede lo necesario para vivir, porque de escritor de plano no se le da. A través de las páginas de sus Apuntes, nos enteramos de lo que le pasa siendo un escritor malo, intentando que veamos que no es algo taaaaan malo y que, por otro lado, le preocupa algunas de las cosas que hoy en día consideran "buenas" en el mundo editorial.
Para el tamaño que tiene, tardé horrores en leer esto. Cuando lo compré me interesó un montón, claro, pensando que lo de "Apuntes" no era tan literal y disperso. Pero fue exactamente eso, lo cual me desconcentraba en los momentos más inesperados. Apenas sentía que le hallaba sentido a un capítulo (o apartado, sería mejor llamarlo) y ¡zas!, se pasaba a hablar de una cosa completamente diferente. Digamos que esta es una de esas compras en las que me dejé llevar y no sabía en lo que me metía.
Nota aparte, merece la fuente que decidieron usar en esta impresión. Será que estoy (estamos todos, probablemente) acostumbrados a determinadas fuentes en los libros impresos, que la empleada aquí, con la intención de mantener el aire de "apuntes" me sacaba de quicio. Y no porque fuera fea (que de hecho, no lo es), sino porque había algunas letras que por su forma, las confundía y no sabía cómo leerlas correctamente. Es decir, ¿quién quiere eso cuando está leyendo? Nos deben de entretener y cautivar con el texto, ¿no? Aunque es tentador, el uso de una fuente distinta a la usual no siempre es agradable a la vista del lector. En mi caso, no acabó de serlo, al menos.
En conclusión; pude entretenerme, cierto, pero seguido tenía la sensación de estar metida en un sinsentido.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
Nota aparte, merece la fuente que decidieron usar en esta impresión. Será que estoy (estamos todos, probablemente) acostumbrados a determinadas fuentes en los libros impresos, que la empleada aquí, con la intención de mantener el aire de "apuntes" me sacaba de quicio. Y no porque fuera fea (que de hecho, no lo es), sino porque había algunas letras que por su forma, las confundía y no sabía cómo leerlas correctamente. Es decir, ¿quién quiere eso cuando está leyendo? Nos deben de entretener y cautivar con el texto, ¿no? Aunque es tentador, el uso de una fuente distinta a la usual no siempre es agradable a la vista del lector. En mi caso, no acabó de serlo, al menos.
En conclusión; pude entretenerme, cierto, pero seguido tenía la sensación de estar metida en un sinsentido.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
(Leído en 2016)
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