Título: Nueva York (en el idioma original, New York).
Autor: Edward Rutherfurd.
Sinopsis: «Los cuatrocientos años de Historia de la ciudad de Nueva York se conforman de miles de historias, escenarios y personajes extraordinarios. Partiendo de la vida de los indios que habitaban sus tierras vírgenes y los primeros colonos holandeses hasta llegar a la dramática construcción del Empire State Building o la creación del edificio Dakota en el que vivía John Lennon. Durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, Nueva York fue territorio británico; tiempo más tarde, los neoyorquinos crearon canales y vías ferroviarias que abrieron las puertas a la América del Oeste. La ciudad ha estado en el centro del huracán en buenos y malos tiempos, como lo fueron el Crack del 29 o el ataque del 11 de septiembre. Grandes personajes han poblado su historia. [...]» (Extracto de la contraportada de mi ejemplar).
Editorial de mi ejemplar: Roca Editorial de Libros, S. L.
¿Qué les puedo decir? Por si a estas alturas no lo sabían, otra de mis debilidades en cuanto a novelas es la temática histórica. Admito que en ocasiones, si está una novela de este tipo sobrecargada de información que no me es familiar, me aburre. Sin embargo, en cuanto vi los libros que Rutherfurd ha escrito sobre algunas de las ciudades más emblemáticas del mundo, me dije "esto tengo que leerlo". Gracias a La Lata, el primero en ser leído es el único de mi colección que tengo en pasta dura... lo que lo convierte en un tabique considerable, de más de 900 páginas y cansado de transportar en el bolso (considerando que Bell lo llevaba de un lado a otro al tener entrevistas de trabajo, ya se harán una idea de cuánto le pesaba).
Nueva York comenzó, como muchos otros asentamientos colonos, en torno al comercio. Los primeros allí fueron los holandeses, de quienes se conoce a Dirk Van Dyck, un hombre que comercia pieles con los indios nativos de tal manera que no resulta tan bárbaro como otros. Además, Dirk tiene buenas razones para actuar así, ya que tuvo una hija fuera del matrimonio con una de ellos. También llega a relacionarse con un hombre de apellido Master, venido de Inglaterra, quien sin saberlo, se convertirá en parte esencial del futuro de sus descendientes, lo mismo que uno de sus esclavos, de nombre Quash.
A través de los ojos de los colonizadores como Van Dyck y Master, se nos presenta el crecimiento de la ciudad de Nueva York a lo que es hoy en día. En esta novela se explora el cómo se vivió en ella en sus inicios, luego en la Guerra de Independencia, enseguida en conflictos como la Guerra de Secesión y, ya más entrados en el siglo XX, en asuntos quizá no tan bélicos como la contribución a expandirse al Oeste; además de otros acontecimientos preocupantes, como las caídas de la Bolsa y una de las tragedias que la sacudió con más fuerza: el ataque del 11 de septiembre a las Torres Gemelas.
Si alguien cree que es aburrida por ser una novela extensa y además histórica, se equivoca rotundamente. Sí, puede que a algunas personas no les sean familiares la mayoría de los sucesos narrados, pero hay otros que sí, y solo por esos vale la pena darle la oportunidad. A través de los personajes creados por Rutherfurd para ejemplificar a varios habitantes, Nueva York toma forma, haciéndonos ver que hay muchos tipos de personas en la Gran Manzana: los que llevan generaciones allí, tanto descendientes de colonos como de indígenas; los inmigrantes europeos de distintas estirpes (irlandeses, alemanes, italianos), los llegados de Latinoamérica representados por los puertorriqueños, los judíos... Todos luchan por hacerse de un sitio en esa gran metrópoli, de alcanzar el famoso sueño americano, y varios de ellos lo logran, de una u otra forma. Si se llega a querer a algunos más que a otros no es de extrañar, porque se nos presentan como personas que pudieron haber existido, teniendo vidas que no les son desconocidas a los habitantes reales de esa ciudad, por lo que no resulta difícil imaginarlo.
Mi ejemplar, de tapa dura, cuenta además con planos de la isla de Manhattan y de la ciudad de Nueva York, tanto de cómo era en sus inicios hasta cómo es más o menos ahora. Broadway, Central Park, el World Trade Center... Todo está allí, así como algunas de las viviendas de los personajes de Rutherfurd, tanto los ficticios como aquellos que realmente existieron y se mencionaron en la novela, como parte de la Historia. Eso ayuda a ubicarse espacialmente, más porque ciertos sitios se hicieron famosos por lo que allí sucedió.
En resumen, denle la oportunidad a Rutherfurd y a sus novelas históricas. Yo con Nueva York quedé encantada (sí, aún con lo larga que es), ya quisiera que hicieran una novela así de mi ciudad (y si existe, ¡que alguien me diga dónde la consigo!). Como tengo algunas más del autor en pendientes, no duden que leerán pronto de ellas en el blog... aunque lo dejo al capricho de La Lata.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
Nueva York comenzó, como muchos otros asentamientos colonos, en torno al comercio. Los primeros allí fueron los holandeses, de quienes se conoce a Dirk Van Dyck, un hombre que comercia pieles con los indios nativos de tal manera que no resulta tan bárbaro como otros. Además, Dirk tiene buenas razones para actuar así, ya que tuvo una hija fuera del matrimonio con una de ellos. También llega a relacionarse con un hombre de apellido Master, venido de Inglaterra, quien sin saberlo, se convertirá en parte esencial del futuro de sus descendientes, lo mismo que uno de sus esclavos, de nombre Quash.
A través de los ojos de los colonizadores como Van Dyck y Master, se nos presenta el crecimiento de la ciudad de Nueva York a lo que es hoy en día. En esta novela se explora el cómo se vivió en ella en sus inicios, luego en la Guerra de Independencia, enseguida en conflictos como la Guerra de Secesión y, ya más entrados en el siglo XX, en asuntos quizá no tan bélicos como la contribución a expandirse al Oeste; además de otros acontecimientos preocupantes, como las caídas de la Bolsa y una de las tragedias que la sacudió con más fuerza: el ataque del 11 de septiembre a las Torres Gemelas.
Si alguien cree que es aburrida por ser una novela extensa y además histórica, se equivoca rotundamente. Sí, puede que a algunas personas no les sean familiares la mayoría de los sucesos narrados, pero hay otros que sí, y solo por esos vale la pena darle la oportunidad. A través de los personajes creados por Rutherfurd para ejemplificar a varios habitantes, Nueva York toma forma, haciéndonos ver que hay muchos tipos de personas en la Gran Manzana: los que llevan generaciones allí, tanto descendientes de colonos como de indígenas; los inmigrantes europeos de distintas estirpes (irlandeses, alemanes, italianos), los llegados de Latinoamérica representados por los puertorriqueños, los judíos... Todos luchan por hacerse de un sitio en esa gran metrópoli, de alcanzar el famoso sueño americano, y varios de ellos lo logran, de una u otra forma. Si se llega a querer a algunos más que a otros no es de extrañar, porque se nos presentan como personas que pudieron haber existido, teniendo vidas que no les son desconocidas a los habitantes reales de esa ciudad, por lo que no resulta difícil imaginarlo.
Mi ejemplar, de tapa dura, cuenta además con planos de la isla de Manhattan y de la ciudad de Nueva York, tanto de cómo era en sus inicios hasta cómo es más o menos ahora. Broadway, Central Park, el World Trade Center... Todo está allí, así como algunas de las viviendas de los personajes de Rutherfurd, tanto los ficticios como aquellos que realmente existieron y se mencionaron en la novela, como parte de la Historia. Eso ayuda a ubicarse espacialmente, más porque ciertos sitios se hicieron famosos por lo que allí sucedió.
En resumen, denle la oportunidad a Rutherfurd y a sus novelas históricas. Yo con Nueva York quedé encantada (sí, aún con lo larga que es), ya quisiera que hicieran una novela así de mi ciudad (y si existe, ¡que alguien me diga dónde la consigo!). Como tengo algunas más del autor en pendientes, no duden que leerán pronto de ellas en el blog... aunque lo dejo al capricho de La Lata.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
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