Título: El fin de la eternidad (en el idioma original, The End of Eternity).
Autor: Isaac Asimov.
Sinopsis: Eternidad. Una organización que existe de manera paralela a la historia de la humanidad desde el siglo 27 al 70.000, teniendo como propósito "suavizar" el curso de los acontecimientos y velar con ello el bienestar de la mayoría de los habitantes de la Tierra. Andrew Harlan. Un hombre, un ejecutor, que se ve envuelto en el nada fácil dilema de decidir entre el proteccionismo de Eternidad y la libertad del individuo para decidir su futuro. [...] (Extracto de la contraportada de mi ejemplar).
Editorial de mi ejemplar: La Factoría de Ideas.
¿Qué les puedo decir? Asimov ya ha pasado por el blog en Yo, Robot, donde creo haber mencionado que la ciencia ficción no era un género que leyera con frecuencia, pero que en esa ocasión me gustó. Y si no lo mencioné, lo digo ahora, porque lo que tiene este género es que a veces se sumerge en lenguaje que suena demasiado técnico y eso no cualquiera puede apreciarlo. Y esta novela... Bueno, supe de ella por Dann el tan querido Doño, así que pensé que no debía ser tan mala, por lo que compré un ejemplar cuando se puso delante de mis ojos a un precio más o menos razonable.
Una organización llamada Eternidad ha sido creada para vigilar la historia, los pronósticos de la misma y determinar qué debe continuar y qué debe cambiarse por el "bien" de la humanidad. Andrew Harlan es miembro de la Eternidad, teniendo como trabajo el ejecutar los mencionados cambios en las realidades que se monitorean. Su puesto, de hecho, tiene cierto aire misterioso, pues a los de su tipo se les trata con una curiosa mezcla de respeto y miedo. ¿Y eso le importa a Harlan? No, porque en su línea de trabajo es muy importante una máxima de la Eternidad: fuera emociones. Así, cuando lo llaman a una labor que involucra a un integrante de la línea temporal normal (es decir, que no es de la Eternidad), ¿seguirá pensando como lo hace o algo cambiará en él?
Se sabe que uno de los temas más fascinantes para quien le gusta la ciencia ficción son los viajes en el tiempo. Mucho se ha hablado de ellos, tanto en el marco de la teoría científica como en el de la ficción, así que hay teorías bastante interesantes. La que aquí se plantea es que fuera de la realidad conocida como Tiempo (allí donde los acontecimientos siguen su curso) está asentada la Eternidad y ellos tienen la posibilidad de estudiar los acontecimientos hasta que, dándose cuenta de alguno relativamente grave (una guerra, por ejemplo), estudian qué deben cambiar en el pasado de dicho acontecimiento para que no se produzca. Si una observa la Historia, piensa que hacer algo como eso sería lo más lógico, de tenerse lo necesario, ¿a quién no le gustaría evitar una guerra, una epidemia, un asesinato de enormes consecuencias? Y sin embargo, la duda que enfrentan algunos en la Eternidad (hasta el protagonista, en un momento dado) es qué tan correcto es hacer los cambios a los que están acostumbrados, viendo que se evitan algunas cosas, pero en el camino se pierden otras.
Harlan no es un protagonista con el que se simpatice enseguida. Se le puede comprender, tal vez, debido a sus circunstancias, pero al menos en mi caso, no me acabó de agradar hasta después, al final, cuando parece darse cuenta de lo que realmente vale la pena... aunque tal vez eso significa sacar a la Eternidad de la ecuación. Es un hombre centrado (casi toda la novela) y aún cuando pierde la cabeza no me desagradó mucho porque las situaciones lo ameritaban.
Si les digo que El fin de la eternidad es un mareo temporal monumental que vale la pena, ¿lo leerían? Espero que sí. Más si son aficionados a la ciencia ficción, a Asimov o a las dos cosas.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
Una organización llamada Eternidad ha sido creada para vigilar la historia, los pronósticos de la misma y determinar qué debe continuar y qué debe cambiarse por el "bien" de la humanidad. Andrew Harlan es miembro de la Eternidad, teniendo como trabajo el ejecutar los mencionados cambios en las realidades que se monitorean. Su puesto, de hecho, tiene cierto aire misterioso, pues a los de su tipo se les trata con una curiosa mezcla de respeto y miedo. ¿Y eso le importa a Harlan? No, porque en su línea de trabajo es muy importante una máxima de la Eternidad: fuera emociones. Así, cuando lo llaman a una labor que involucra a un integrante de la línea temporal normal (es decir, que no es de la Eternidad), ¿seguirá pensando como lo hace o algo cambiará en él?
Se sabe que uno de los temas más fascinantes para quien le gusta la ciencia ficción son los viajes en el tiempo. Mucho se ha hablado de ellos, tanto en el marco de la teoría científica como en el de la ficción, así que hay teorías bastante interesantes. La que aquí se plantea es que fuera de la realidad conocida como Tiempo (allí donde los acontecimientos siguen su curso) está asentada la Eternidad y ellos tienen la posibilidad de estudiar los acontecimientos hasta que, dándose cuenta de alguno relativamente grave (una guerra, por ejemplo), estudian qué deben cambiar en el pasado de dicho acontecimiento para que no se produzca. Si una observa la Historia, piensa que hacer algo como eso sería lo más lógico, de tenerse lo necesario, ¿a quién no le gustaría evitar una guerra, una epidemia, un asesinato de enormes consecuencias? Y sin embargo, la duda que enfrentan algunos en la Eternidad (hasta el protagonista, en un momento dado) es qué tan correcto es hacer los cambios a los que están acostumbrados, viendo que se evitan algunas cosas, pero en el camino se pierden otras.
Harlan no es un protagonista con el que se simpatice enseguida. Se le puede comprender, tal vez, debido a sus circunstancias, pero al menos en mi caso, no me acabó de agradar hasta después, al final, cuando parece darse cuenta de lo que realmente vale la pena... aunque tal vez eso significa sacar a la Eternidad de la ecuación. Es un hombre centrado (casi toda la novela) y aún cuando pierde la cabeza no me desagradó mucho porque las situaciones lo ameritaban.
Si les digo que El fin de la eternidad es un mareo temporal monumental que vale la pena, ¿lo leerían? Espero que sí. Más si son aficionados a la ciencia ficción, a Asimov o a las dos cosas.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
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