Nombre: Roberto de Artois.
Libro de origen: Los Reyes Malditos VI. La Flor de Lis y el León (en el idioma original, Le Lis et le Lion), de Maurice Druon.
Consigna que cumple: #33, Personaje que sea un villano adorable.
¿Por qué cumple esta consigna? A lo largo de la serie de Los Reyes Malditos, vemos al conde de Artois como un hombre enorme, mal encarado, que siempre obtiene lo que quiere, menos que le entreguen las tierras del Artois, que considera suyas por derecho. Hizo de todo para estar en buenos términos con aquellos que le convenía, sobre todo si eran personas poderosas, como algunos reyes de Francia. En la sexta parte de la mencionada serie es cuando más se ve su personalidad, los alcances de sus acciones, y cómo la gente a su alrededor olvidan fácilmente sus fechorías cuando lo tienen enfrente, tanto a él y como a sus hazañas. (Sí, lo considero adorable por cómo lo ven los demás en la novela, porque en lo personal, todavía no sé si amarlo o aborrecerlo).
Roberto tiene cincuenta y seis años. Los cabellos que enmarcan su rostro, de músculos endurecidos por un odio de años, se han teñido de ese indefinible color de sidra rebajada con agua que adquieren los hombres pelirrojos cuando envejecen. Ya no es el granuja que se imaginaba hacer la guerra cuando saqueaba los castillos de su tía Mahaut. Ahora sabe lo que es la guerra, y prepara cuidadosamente su campaña; tiene la autoridad que confiere la edad y todas las experiencias acumuladas a lo largo de una turbulenta existencia. Todos los respetan. ¿Quién se acuerda ahora de que ha sido falsario, perjuro, asesino y algo brujo? ¿Quién osaría recordárselo? [...]
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