Título: Cartas cruzadas (en el idioma original, The Messenger).
Autor: Markus Zusak.
Sinopsis: Ed Kennedy es un chico cualquiera en un barrio pobre de una gran ciudad. Vive en un apartamento maltrecho con su perro y se gana el sueldo como taxista. Lo acompaña una pandilla de amigos que poco o nada le piden a la vida, pero de repente algo pasa y Ed tendrá una misión que cumplir... [...] (Extracto de la contraportada de mi ejemplar).
Editorial de mi ejemplar: Random House Mondadori (a través de Lumen).
¿Qué les puedo decir? Conocí al autor cuando, hace un buen de tiempo, en una de mis tantas visitas a San Juan (de los Lagos, Jal.), hallé La ladrona de libros en oferta y lo compré. Lo adoré, por cierto, incluso hice una vez un relato basada en el estilo de esa novela (vayan al perfil de Bell en Potterfics y lo hallarán, fue para un Día de Muertos). Así que cuando anunciaron que sacarían en español otro libro de este hombre, me interesó y lo adquirí. Aunque claro, como varios de mis pendientes, llevaba muchísimo tiempo en espera. Tanto así que, hasta que lo abrí por primera vez, me enteré que traía en el interior un volante de, precisamente, La ladrona de libros (Bell rueda los ojos). Bien, a lo que nos ocupa...
Lo primero que leemos es que cierto pistolero es un inútil. ¿Por qué? Por ser un asaltante de banco de pacotilla, al que por pura suerte, Ed Kennedy detiene antes que logre escapar con el botín tras haber estado como su rehén por un buen rato. Así, Ed obtiene notoriedad, los clásicos "quince minutos de fama" (o cinco, Bell nunca está segura de cuál número es correcto), pero eso parece acarrearle algo inesperado cuando, por correo, le llegan unas líneas y un naipe viejo.
A partir de allí, resulta que Ed debe visitar direcciones que no conoce de nada, ver completos extraños e intentar ayudarles de alguna forma, ya sea con algo tan grande como cambiarles la vida o algo tan simple como obsequiarles aquello que los haga sonreír. Cada misión, cada "mensaje", es diferente, y lo hace replantearse su propia vida, porque desde el principio le aclara al lector (sí, el protagonista narra la historia, si no te gusta, huye a toda velocidad) que es un taxista ordinario sin un gran futuro por delante.
Ver como alguien que admite ser una persona sin un porvenir brillante ayuda a otros... Bueno, es algo inspirador. Muchos de nosotros, en algún momento, nos ponemos a revisar nuestra vida y sentimos (aunque no sea del todo cierto) que no vamos a ninguna parte. En esta historia, el protagonista es "forzado" a ir de persona en persona llevándoles "mensajes" de que las cosas pueden ser un poco mejores, y a la vez, se pone él mismo a reflexionar sobre lo que hace, sobre lo que puede hacer y sobre lo que hará una vez que acabe de ayudar gente. Porque una cosa es segura: cuando acabe la situación, no podrá ser el mismo de antes.
Debo admitir que el libro, pese a su grosor, me llevó apenas un día leerlo. Una tarde de sábado, para ser exacta. Y eso se me hizo bastante raro, puesto que hacía mucho que no llegaba a casa después del trabajo (¿sabían que Bell trabaja los sábados, cierto? Si no es así, qué despistados son...), me sentaba y leía sin parar. Bueno, a veces me detenía unos minutos (para comer, por ejemplo), pero cuando menos me di cuenta, terminé el texto y fruncí el ceño. No porque no me gustara, sino porque a Zusak se le ocurrió un final de esos que personalmente, llamo "a lo Sexto Sentido". ¿Han visto esa película, cierto? Pues entonces se imaginarán de qué hablo: un final atípico que te deja medio sorprendida y a la vez, desconcertada. Y que en Cartas cruzadas no terminó de agradarme por completo. Sentí que no encajaba con el resto del libro. Y eso frustra.
Como habrán podido darse cuenta, Cartas cruzadas me causa emociones contradictorias. Todo por el final, ¿no se nota? Siento que si cierto misterio del libro se hubiera resuelto de otra forma, quizá me habría quedado más a gusto. Pero al menos mandó al diablo mis habilidades deductivas y eso, últimamente, me hace feliz cuando leo novelas que me van gustando.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
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